Explicación científica

Emociones dimorfas: ¿Por qué lloramos de alegría y reímos cuando estamos nerviosos?

La psicóloga Julia Shaw explora en el libro 'Hacer el mal' las reacciones de nuestro cerebro ante situaciones desbordantes

El director de cine Pedro Almodóvar se emociona durante su intervención en los Premios Feroz.

El director de cine Pedro Almodóvar se emociona durante su intervención en los Premios Feroz. / Eduardo Parra / Europa Press

Valentina Raffio

Valentina Raffio

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Lo más natural es sonreír cuando estamos contentos y llorar cuando estamos tristes. Pero, a veces, cuando nos sentimos extremadamente contentos, acabamos llorando de alegría. Algo parecido ocurre cuando estamos nerviosos. Lo natural en estas ocasiones sería mantener un talante serio pero, cuando los nervios van a más, hay quien reacciona con una risa nerviosa o incluso con una carcajada. ¿Pero por qué ocurre esto? ¿Por qué tenemos reacciones aparentemente contrarias a nuestros sentimientos? ¿Están nuestros cerebros cortocircuitando por las emociones? Atención porque la respuesta, además de fascinante, nos invita a entender más sobre cómo funciona nuestra materia gris.

Las risas nerviosas y los llantos de alegría se conocen como emociones dimorfas. Se trata de un tipo de reacción que tenemos cuando experimentamos una emoción tan fuerte que nos desborda. En estos casos, según explica la psicóloga Julia Shaw en el libro 'Hacer el mal', nuestro cerebro lanza una emoción contraria para "contrarrestar la sobrecarga emocional" y evitar que el sentimiento nos desborde todavía más. "Los humanos no siempre respondemos a las situaciones con una única emoción sino que, a veces, si el sentimiento es muy fuerte, experimentamos emociones simultáneas e incluso contradictorias", destaca la investigadora.

"Nuestro cerebro lanza una emoción contraria para contrarrestar la sobrecarga emocional"

Todos podemos experimentar emociones dimorfas aunque, según apuntan los expertos, hay personas especialmente predispuestas a expresar este tipo de reacciones aparentemente contradictorias. También hay situaciones en las que estas reacciones son más comunes. El ejemplo más claro, y quizá el más repetido, son las lágrimas de alegría. ¿Cuántas veces hemos visto una 'celebrity' llorar al recibir un premio? ¿O unos padres llorando de alegría tras el nacimiento de su hijo o hija?

Lo mismo ocurre con la risa nerviosa. Es muy habitual que se nos escape la risa cuando, por ejemplo, alguien nos pilla 'in fraganti' soltando una mentirijilla. O en situaciones especialmente tensas o incómodas en las que no sabemos cómo reaccionar. Hay mucha gente que, por ejemplo, sufre de ataques de risa nerviosa durante funerales o se le escapa la risa cuando le comunican una mala noticia. Las emociones dimorfas suelen aflorar con más facilidad en momentos en los que las emociones están a flor de piel.

¿Por qué quieres estrujar algo adorable?

Otro fenómeno muy curioso, también relacionado con las emociones dimorfas, es el proceso conocido como "agresión tierna". Se trata del sentimiento que brota cuando vemos algo muy tierno o adorable y queremos estrujarlo con mucha fuerza. Como cuando vemos un bebé y queremos pellizcarle mofletes darle un mordisquito en un brazo. O cuando vemos un cachorrito y queremos abrazarlo con mucha fuerza o apretujarle la carita. Esta curiosa sensación de "querer hacerle daño a las cosas que nos parecen tiernas" responde a la misma lógica. Es culpa de nuestro cerebro por querer contrarrestar una sobredosis de ternura.

Para entender cómo funciona el mecanismo de la agresión tierna, un equipo de investigadores de la Universidad de Yale ideó un curioso experimento. Reunieron a un grupo de participantes y les pusieron en las manos primero un trozo de plástico de burbujas y después un peluche. A continuación, les mostraron imágenes de animales especialmente tiernos y estudiaron su reacción. En ambos casos, se observó que, cuanto más adorable era el animal, más reaccionaban los voluntarios estrujando o bien el plástico de burbujas o bien el peluche.

"Es una reacción de nuestro cerebro para no explotar de ternura"

Según explica la investigadora Oriana Aragón, una de las máximas expertas en el estudio de este fenómeno, una de las principales características de las agresiones tiernas es que, en realidad, no se trata de agresiones reales. Solo son una curiosa reacción de nuestro cerebro "para no explotar de ternura".

Suscríbete para seguir leyendo