Sector estratégico

Qué son las tierras raras, el 'oro verde' del siglo XXI

Se trata de 17 minerales de alta conducción eléctrica y de difícil acceso que se han convertido en indispensables para la producción de tecnología y para la transición energética, pero que tienen un importante impacto ecológico

La primera tecnología de fusión nuclear usa tierras raras abundantes en Canarias

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Carles Planas Bou

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Lantano, neodimio o terbio. Probablemente nunca has escuchado hablar de estos minerales. Sin embargo, sin ellos no tendríamos móviles, ni fibra óptica ni coches eléctricos. Estos son tres de los 17 elementos químicos que forman las llamadas tierras raras, un material indispensable para la creación de todo tipo de tecnología, de la civil a la militar, y para la transición energética.

Estos elementos son especialmente apreciados por su gran capacidad como conductoras de electricidad así como por sus propiedades magnéticas únicas. Estas cualidades han hecho que las tierras raras pasen a ser ineludibles para una economía cada vez más digital y para un mundo que busca alternativas para mitigar el cambio climático. Se estima que su demanda puede dispararse de tres a siete veces para el año 2040.

Estos materiales metálicos se usan en ordenadores, resonancias magnéticas, pilas y reactores nucleares, pero también para la creación de motores y baterías eléctricas, así como en alrededor del 20% de todas las turbinas eólicas. Eso, junto la no emisión de gases contaminantes, hace que las tierras raras hayan sido vistas como un puntal para la transición hacia fuentes de energía más limpias y sostenibles.

Paradoja ecológica

Sin embargo, también presentan problemas no menores. El nombre de tierras raras no se debe a una cuestión de escasez, sino a la dificultad por encontrar y extraer estos minerales. Aunque abundan en la corteza terrestre, normalmente no se encuentran en grandes concentraciones ni en su forma pura, sino mezclados geológicamente con otros elementos, lo que complica su acceso y hace que el proceso de extracción sea especialmente agresivo y caro. Sumado a su creciente demanda, eso podría ocasionar problemas de oferta en los próximos años. Su precio se ha multiplicado por tres desde 2020.

Tierras raras

Claves para entender qué son las llamadas 'tierras raras'. / Diálogo chino

Al no producir emisiones de gases de efecto invernadero, estos minerales son vistos como alternativas ecológicas. No obstante, la sostenibilidad del llamado "oro verde" entraña una importante paradoja. Para tamizar las tierras raras y separarlas de los otros elementos con los que se encuentran amalgamados hay que lavarlas con ácidos, lo que genera residuos tóxicos y radioactivos que suponen un problema para la salud tanto de los extractores como del propio planeta. Así, la presunta clave de la revolución tecnológica es, a su vez, un importante problema medioambiental.

En manos de China

Otro problema es el de su concentración de las tierras raras. Se calcula que el 85% del suministro mundial de este recurso crítico está en manos de China, donde se sitúan los mayores yacimientos del planeta (casi un 37% de las reservas). El gigante asiático asumió su extracción a finales del siglo pasado cuando Occidente renunció a ello por sus peligrosas condiciones y ahora ha usado esta baza para impulsar su apuesta por las energías limpias, pero también para reforzar su posición como productor en un sector que se ha convertido en punta de lanza de la guerra comercial y por la primacía tecnológica entre Pekín y Washington.

Similar a lo que sucede con el mercado de los semiconductores, la capitalidad de esta materia para la fabricación de tecnología civil, militar y energética ha llevado a Estados Unidos y a la Unión Europea (UE) a buscar fórmulas para reducir su dependencia de las exportaciones chinas. Myanmar, Brasil, Rusia, Australia e India son otros de los países que participan en una carrera global para la extracción de estos minerales. Aún así, la concentración de las tierras raras y la falta de acceso directo que tienen la mayoría de países amenaza con acentuar futuros problemas de oferta.

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