China aprende de los fracasos de Rusia
La lección extraída por Pekín de la guerra ruso-ucraniana es la necesidad de acelerar su preparación militar, económica y financiera ante una eventual contienda con Taiwán y limitar el impacto de las duras sanciones impuestas por Occidente
Georgina Higueras
Periodista
Georgina Higueras
China estudia en detalle los fracasos de Rusia en su invasión de Ucrania con el fin de no cometer esos errores durante una eventual contienda con Taiwán para impedir la independencia de la que considera una “provincia rebelde”. La lección extraída por Pekín de la guerra ruso-ucraniana es la necesidad de acelerar su preparación militar, económica y financiera para no sufrir los reveses que ralentizan el avance militar ruso y limitar el impacto de las duras sanciones impuestas por Occidente.
El presidente Xi Jinping quiere convertir la economía china en un fuerte inexpugnable a los ataques de Occidente. Para ello, está promoviendo una autosuficiencia que garantice la seguridad alimentaria y energética, además de la tecnológica con un desacoplamiento selectivo de las cadenas de suministro occidentales. La guerra comercial desatada por Trump y la creciente hostilidad de Estados Unidos y sus aliados ya propiciaron una estrategia de “circulación dual”, centrada en el mercado interno sin descuidar el exterior, lo que aumenta la resiliencia de China a los embates externos.
Con la mirada puesta en el XX Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh), que se celebra en otoño y en el que confía en prolongar su liderazgo, Xi enarbola la bandera de lograr una “prosperidad común”. Asido a la combinación de mercado y Estado –“socialismo con características chinas”-, el presidente programa una “tercera distribución” de la riqueza, tras las de Mao Zedong y Deng Xiaoping, con la que fortificar los lazos de la sociedad con el PCCh e impulsar la unidad frente a Occidente.
China no auxilia militarmente a Rusia ni respalda la invasión de Ucrania porque considera fundamental el principio de la integridad territorial sobre el que se basa la voluntad de reintegrar Taiwán en la madre patria, pero sostiene que la OTAN, con su continua expansión y la negativa a entender que Ucrania es una “cuestión existencial para Rusia”, es la responsable de la guerra. De igual manera, teme que EEUU utilice Taiwán para enredarla en un conflicto que frenaría el avance chino, pero, por encima de una guerra que no quiere, se encuentra el compromiso de poner fin al llamado “siglo de la humillación” (1839-1949), cuando las potencias extranjeras desmembraron el país.
El PCCh sospecha que no sobreviviría a la independencia de la isla. La juventud, profundamente nacionalista, desataría una oleada de protestas que sembraría el caos y desestabilizaría el país. Empeñado en su legado histórico, para Xi Jinping el renacimiento de la nación y el sueño de China pasan por la reunificación con Taiwán, que afirma que debe alcanzarse antes del centenario de la fundación de la República Popular en 2049.
Sin alterar el calendario chino, la guerra de Ucrania está permitiendo a Pekín visionar el escenario bélico y mejorar sus capacidades. En el campo financiero, está tomando una serie de medidas monetarias dirigidas a frenar, en caso de conflicto, una de las sanciones más severas utilizada por EEUU, el bloqueo de los activos en dólares del Banco Central de Rusia y la prohibición a las entidades estadounidenses de cualquier operación con esa institución, lo que impide a Moscú acceder a sus reservas en dólares en todo el mundo.
Con las mayores reservas internacionales del planeta (3,13 billones de dólares), China está dando un firme impulso a la internacionalización del yuan para limitar los daños. Fomenta el comercio en yuanes y está transformando en compras masivas de bienes de equipo parte del capital que tiene fuera en dólares. Además, ha levantado algunas de las restricciones existentes para facilitar la inversión extranjera y está ampliando la participación del yuan en las reservas mundiales de divisas.
En el campo militar, Xi ya adelantó de 2035 a 2027 la finalización de la reforma y modernización del Ejército Popular de Liberación (EPL) para garantizar que pueda “luchar y ganar” en una guerra moderna, en la que el ciberespacio y la información, como se ha demostrado en Ucrania, juegan un importante papel. El EPL no ha combatido desde 1979, cuando pretendió dar una “lección a Vietnam”. Rusia ha jugado un importante papel en su adiestramiento al invitarle a participar en maniobras conjuntas y facilitarle la compra de armamento moderno.
Reticente a la guerra, China sostiene que Rusia no es aliada sino socia, pero frente a un Occidente que hace piña contra el 'desafío' chino, Pekín abraza a Moscú mientras se prepara para el combate.
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