La ronda española

Jesús Herrada, el ciclista de la tierra de los molinos, triunfa en la Vuelta

Primera victoria local en una ronda española que subió a la soriana Laguna Negra con escapada y los favoritos en son de paz.

Evenepoel saca tiempo a los rivales pero pierde la sonrisa.

Herrada Soria

Herrada Soria / LA VUELTA

Sergi López-Egea

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En Vinuesa andaban preocupados porque las setas, una de sus riquezas y atractivos, se están retrasando a la hora de salir. En el pueblo, provincia de Soria, comarca de Pinares, apenas viven 840 vecinos y todos se lanzaron a la calle porque para ellos que pasase la Vuelta por la localidad era como una fiesta mayor añadida, cargada de bicicletas acompañadas por las cámaras y las motos de televisión y el helicóptero sobrevolando los cielos.

Vieron el grupo de escapados, una fuga de aquellas, que cuando pasa por Vinuesa ya se sabe que va a llegar a meta. Y en este pequeño pelotón de aventureros iba Jesús Herrada. Quedaba solo la subida principal y única del día, el ascenso a la Laguna Negra, más turística que dura. Y observaron que el grupo principal de la Vuelta había decidido rodar en son de paz porque el ritmo que marcaban no era precisamente el de una caza sin cuartel.

Herrada es el menor de los dos hermanos que corren en el conjunto francés del Cofidis. El mayor se llama José, tiene 37 años (cuatro más que Jesús) y disputa su última Vuelta porque ya ha anunciado la retirada. Jesús, en cambio, tiene todavía dinamita en las piernas porque es de los que sabe escoger la fuga ideal para conseguir una victoria, la que logró el año pasado en la leonesa Cistierna y este miércoles en Soria. Él es manchego, de Mota de Cuervo, famosa por los molinos, pero para triunfar le va mucho mejor la otra Castilla, la asociada a los leoneses.

El extraño Evenepoel

Consiguió la primera victoria en una Vuelta entregada a los astros extranjeros, los que subieron a la Laguna Negra a ritmo sosegado porque así lo pidió Remco Evenepoel, aunque no quedó claro si alguno se enfadó con él, porque tras solicitar calma con las manos, le dio por intentar arañar algún segundo en el esprint final. Es muy bueno, pero a veces actúa de forma extraña, quizá fruto de los 20 años que necesitan, aunque sea un fenómeno, algo de experiencia.

En los 300 metros finales fue donde Herrada aceleró de lo lindo cuando la apuesta más segura era la de Geraint Thomas, ganador del Tour 2018 y al que una caída apartó ahora de la lucha por la general. Se quedó casi sin hígado Filippo Ganna marcando un ritmo asfixiante a la escapada, para beneficiar a su compañero Thomas. A la hora de la verdad el que saltó, el que se apuntó el tanto y demostró ser el más listo de la clase, fue Herrada.

Consiguió la victoria del ciclista que fichó por el Movistar cuando tenía el don de ir para figura. Sacrificarlo como gregario era como cortarle las alas. Por eso se fue al Cofidis, donde se convirtió en jefe del equipo, principalmente en la Vuelta porque el Tour no es un territorio que le agrade mucho. Se llevó a su hermano mayor, porque juntos también estaban en el Movistar. Ya ha ganado tres etapas en la Vuelta, siempre en fuga, y hasta se vistió con el jersey rojo de líder en 2018.

Pasó por Vinuesa camuflado entre los escapados. Se llevó aplausos anónimos como los de los aficionados repartidos en la subida a Laguna Negra. Supo soportar la embestida de Ganna, que se tomó la subida como si fuera una cronoescalada. Lo aguantó. Thomas se quedó sin premio y se dejó ir cuando vio que no podía contrarrestar la embestida del conquense. Jubilo y hasta palabras emocionadas en recuerdo de Jesús, recientemente fallecido, un habitual en el grupo de ciclistas y cicloturistas que salía por los alrededores de Mota de Cuervo, siempre con los Herrada, cuando no estaban compitiendo por media Europa. Llega ahora la etapa de Zaragoza, donde las previsiones anuncian que el viento no provocará una revuelta que impida el esprint. Y, todos, pensando ya en el infierno del Tourmalet, la cita del viernes, el plato fuerte de la semana.

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