La Vuelta y los carriles bici

Tourmalet por Sergi López Egea

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Sergi López-Egea

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Este año en el Tour descubrí que era fácil identificar el color de un ayuntamiento donde estaba la habitación en el hotel de turno dependiendo del número de carriles bici existentes. Era tan fácil como entrar en Google, poner el nombre de la localidad y enseguida adivinabas el nombre de la alcaldesa o alcalde de turno. Curiosamente siempre había una coincidencia: ayuntamiento azul, poco carril bici y ayuntamiento rojo, bicicletas por todas las esquinas.

En la Vuelta, una vez se abandone Catalunya, comenzará el examen de identidad carril bici porque, desgraciadamente, vivimos una época un poco convulsa en este tema. La movilidad, el cambio climático, la ecología son puntos coincidentes cuando te subes a una bici y te pones a pedalear. Todos los ayuntamientos abren los ojos, y con ello las puertas de las arcas municipales a la hora de acoger a la Vuelta en su seno. Sólo son facilidades, un marco idóneo para promocionar la ciudad de turno, para que el mundo conozca gracias a la televisión los tesoros escondidos, para que vengan visitantes y para que los propios vecinos se lancen a la calle y amplíen el cariño hacia los ciclistas visitando, ya que hemos salido de casa, los bares y restaurantes de la villa escogida.

El día que la Vuelta llega todo son facilidades, se vive por y para la bicicleta, se ama y se disfruta con los ciclistas, pero luego llega el día después, en el que desaparecen las vallas, las pancartas y el podio instalados casi siempre en la avenida principal.

Sin embargo, ahora, ya que hablamos de ciclismo y de bicicletas se está produciendo un hecho muy preocupante. Una serie de ayuntamientos que ha cambiado el color de su gobierno ha decidido comenzar a suprimir los carriles bicis confeccionados por las anteriores administraciones.

No son ciudades por las que pasará la Vuelta, pero sí localidades visitadas en años anteriores o que no suelen tener ningún reparo en ofrecer su candidatura para acoger la carrera en ediciones venideras. Pero se están destruyendo estos carriles y lo estamos viendo en ciudades como Gijón, en Asturias, Logroño, en la Rioja, Elx, en tierras alicantinas, y en Palma, en las Illes Balears. El esqueleto de carriles bici comienza a desaparecer para volver a favorecer al coche, como si molestasen los que montan en bicicleta, que no tienen por qué ser entusiastas del deporte, sino simplemente usuarios de la bici, la que emplean para ir al trabajo o simplemente para moverse por la ciudad porque han entendido que a base de pedalear un poco se llega antes a todos sitios en vez de estar frente al volante del coche.

Los carriles bici no molestan, permiten la movilidad, dejan respirar un poco más a las ciudades y no tienen por qué ser de un color político determinado. Por lo que, si quieren para el año que viene acoger la Vuelta en su seno, mejor que prediquen con el ejemplo y no malgasten el dinero de las arcas públicas quitando carriles bici con la excusa de recuperar las calles para los coches porque es pan para hoy y hambre para mañana. Y, curiosamente, quienes están eliminando estos carriles bici mantienen siempre el mismo color en sus ideas políticas.

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