EL ARQUITECTO DEL 'MODELO BARCELONA'

Oriol Bohigas, el urbanista que abrió Barcelona al mar

El arquitecto acaba de recopilar a los 90 años una selección de artículos periodísticos en los que brilla como intelectual

oriol bohigas

oriol bohigas / JULIO CARBÓ

CRISTINA SAVALL / BARCELONA

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Oriol Bohigas (Barcelona, 1925) le gustan las cenas y tertulias con sus amigos, escaparse a Menorca o a Cadaqués, el antiguo y gigantesco mapa de París que preside su biblioteca, leer al lado del ventanal de su luminoso salón con vistas a la plaza Reial, recordar las tardes de domingo que su tío Jaume lo llevaba al viejo estadio de Les Corts, un buen whisky de vez en cuando, seguir consultando los tomos verdes de la Enciclopèdia Catalana tan alejados del universo digital, analizar la reordenación urbanística que precisa el área metropolitana de Barcelona y escribir, aunque ahora le requiere mucho esfuerzo por culpa del párkinson. Y le ilusiona haber quedado finalista al Català de l'Any 2015 por su capacidad de trabajo y su inquietud social. Acaba de publicar 'Elogi de la modernitat' (Arcàdia), donde recopila 41 de sus artículos de opinión publicados desde 1945, con apenas 20 años. 

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Con Narcís Serra fue delegado de Urbanismo del Ayuntamiento de Barcelona en 1980 y cuatro años después, Pasqual Maragall le encargó la planificación de la futura Villa Olímpica y de su entorno, lo que significó la apertura de Barcelona al mar, proyecto del que se siente especialmente orgulloso del resultado. “Barcelona sin mí sería la misma, porque yo siempre he trabajado con dedicación pero en equipo. Toda ciudad es un follón, un nido de conflictos, pero estoy contento de la Barcelona que tenemos si la comparamos con otras capitales europeas”, considera Bohigas, para quien la voluntad de reorganizar una ciudad siempre topa con la especulación inmobiliaria. "Mi eterna lucha ha sido a favor de los espacios públicos", señala el urbanista.

{"zeta-legacy-despiece-vertical":{"title":"Radiograf\u00eda","text":"Oriol Bohigas ha liderado detacados proyectos relacionados con la arquitectura, el urbanismo y la cultura. Es socio fundador del estudio arquitect\u00f3nico MBM, junto a Josep M. Martorell, al que m\u00e1s tarde se incorpor\u00f3 David Mackay.\u00a0Fue\u00a0director de la Escola d'Arquitectura de Barcelona entre\u00a01977 y 1980; edil\u00a0de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona desde 1991 a 1994, y\u00a0presidente\u00a0de la Fundaci\u00f3\u00a0Joan Mir\u00f3 entre\u00a01981 y 1988\u00a0y del Ateneu Barcelon\u00e8s\u00a0del 2003 al 2011. Entre sus libros destacan\u00a0'Arquitectura modernista' (1968), 'Barcelona, entre el Pla Cerd\u00e0 i el barraquisme' (1963), 'Contra una arquitectura adjetivada' (1969), 'Proceso y er\u00f3tica del dise\u00f1o (1972), 'Desde los a\u00f1os inciertos' (1991),\u00a0'Entusiasmos compartidos y batallas sin cuartel' (1996) y 'Refer la mem\u00f2ria' (2014).\u00a0"}}

Los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 fueron el instrumento para transformar la urbe lastimada en el posfranquismo y para resolver un litoral entonces muy degradado y "repleto de fábricas pestilentes". Para el arquitecto, los primeros gobiernos democráticos fueron unos años excelentes para la cultura porque se abrieron caminos a los intelectuales. "Estábamos comprometidos con la política, queríamos resolver los problemas de la ciudad, pero no éramos profesionales de la política. Ahora no es así, ya no hay personas con conocimiento en el gobierno", lamenta el arquitecto.

Hijo único y padre de cinco hijos. Su padre, Pere Bohigas, era asiduo del Ateneu Barcelonès, que años después dirigió el arquitecto. De él heredó la inquietud intelectual, el compromiso social y una selecta biblioteca especializada en la historia de Barcelona. “En mi infancia no sufrí luchas generacionales ni incomprensiones. Mis padres formaban parte de una sociedad civil progresista”. Por ello optaron por matricularlo en el Institut-Escola de la Generalitat en el antiguo Palacio del Gobernador de la Ciutadella. “Se avanzó al tiempo por el uso del catalán como lengua básica, el laicismo en la teoría y la enseñanza mixta, lo que provocaba mucha envidia entre mis primos y amigos. Fue un valiente intento de renovación pedagógica en Catalunya, desgraciadamente frustrado al cabo de siete años por la barbarie fascista”, recuerda.

Su capacidad de liderazgo viene, según él, por saber contagiar un espíritu lúdico en todos los proyectos que emprende y a su elección profesional. "Ser arquitecto significa que sabemos analizar con precisión los problemas", concluye.