vino
Niño Perdido Madre Nº2 Familia Laín, primera entrega de un proyecto extraordinario
Una garnacha de la cosecha de 1963 que había permanecido sellada en los toneles
El último proyecto de La Calandria no tiene que ver con sus garnachas jugosas y exuberantes ni con su otro oficio –casi desconocido por los enófilos– de las representaciones teatrales, con decorados, puesta en escena y guiones y diálogos inverosímiles. Tiene que ver con la arqueología vinícola y con la resurrección de viejos rancios perdidos. Hidratar 'madres' anónimas y llenas de historias olvidadas en pequeñas bodegas privadas a lo largo de los Pirineos y el Moncayo.
Su primera entrega son tres vinos. Niño Perdido Madre N° 2 Familia Laín es el de mayor producción con unas escasas 367 botellas de 37,5 cl. Una garnacha de la cosecha de 1963 que había permanecido sellada en los toneles hasta que Eladio y sus hermanos la heredaron de sus abuelos. Su color es caoba. Su aroma conjuga delicadas notas de vainilla y avellanas tostadas. En boca es incisivo con una textura generosa que cubre la lengua y con un final explosivo y larguísimo.
Un proyecto extraordinario.
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