Comer por menos de 15 €

Menú del día: El Rebost d’Hostafrancs, un menú en mantel de tela

Este restaurante, que sirve cinco opciones de primero y cinco de segundo, tiene el comedor siempre lleno de gente atendida por un equipo con veteranía y 'savoir faire'

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Huevos al plato con 'samfaina' de El Rebost d'Hostafrancs.

Huevos al plato con 'samfaina' de El Rebost d'Hostafrancs. / Alberto García Moyano

Alberto García Moyano

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Cuando las semanas se hacen más largas de la cuenta, parece que no queda más remedio que seguir empujando porque la rueda, desde que comenzó a girar, no se detiene por mucho que lo necesite uno. Para esos momentos, en los que parar a respirar es esencial, nada como tener previsto parar a hacer un alto en el camino y poder disfrutar de un rato en la burbuja que proporciona el sentarse en una mesa.

Y esa mesa estaba ese día en el barrio de Hostafrancs, otro en los que me faltaba fichar para esta sección de menús. Es un lugar que conocí por sus tremendísimos 'esmorzars de forquilla', esa bendita costumbre que cada vez practico más convencido de que no somos verdaderamente conscientes de lo que tenemos.

El Rebost d’Hostafrancs

Béjar, 33. Barcelona

Tf: 93.426.98.74

Precio: 14 €

Pero, como suele suceder, en un alto porcentaje de casos quienes saben darte bien de almorzar saben darte bien de comer. Así que cité a mi querido Jordi Beltrán (quien tuvo la magnífica idea de inventarse el Bar Buenavista) a muy poca distancia de su feudo, porque nos fuimos a comer al El Rebost d’Hostafrancs.

La entrada de El Rebost d'Hostafrancs.

La entrada de El Rebost d'Hostafrancs. / Alberto García Moyano

En realidad, sobran las presentaciones para este lugar. Afortunadamente no soy ni el primero ni el último que disfruta de él y lo escribe o lo cuenta a su manera, pero no iba a dejar de escribir sobre este lugar y del rato de compartir mesa y mantel con Jordi. Entre los muchos motivos para hacerlo, está una particularidad y casi una excepción porque, a pesar de que soy un firme defensor del mantel de papel en cuatro idiomas o con publicidad de negocios cada vez más atípicos, lo de El Rebost d’Hostafrancs es un gozo: mantel blanco de tela blanca sobre otro de tela granate. Elegancia merecida.

El comedor lleno de gente de El Rebost d'Hostafrancs.

El comedor lleno de gente de El Rebost d'Hostafrancs. / Alberto García Moyano

Al aterrizaje en la mesa con esta puesta en escena le acompaña un comedor siempre lleno de gente disfrutando (no os asustéis si hacéis algo de cola, que la solucionan rápido y vale la pena) y un equipo con veteranía y un 'savoir faire' digno de admirar, que recorre la sala con una fluidez que embelesa, proporcionando alegría a todos aquellos comensales ávidos de la comida que reparten.

El reto consiste en no arrepentirte mucho de los descartes en tu elección, porque las cinco opciones de primero y las otras tantas de segundo son tan interesantes que lo único que puede decantar la balanza a favor de una es el mero capricho personal. En nuestro caso, coincidimos en que el primer plato sería un clásico: la fideuá.

La fideuá de El Rebost d’Hostafrancs.

La fideuá de El Rebost d’Hostafrancs. / Alberto García Moyano

No puedo hablar por mi compañero de ágape, pero desde luego puedo decir sin tapujos que la pedí porque, de frecuentar el lugar para el 'esmorzar', soy conocedor que el 'allioli' de la casa es digno de recuerdo. Y, naturalmente, la fideuá y ese 'allioli' merecían reunirse en mi presencia. Hay quien dice que la fideuá rica-rica no necesita de más que ella misma para gustar si está bien cocinada y, de hecho, he sido de este parecer desde siempre, pero con el tiempo me convenzo que un buen 'allioli' nunca hay que dejarlo pasar.

Los pies de cerdo de El Rebost d’Hostafrancs.

Los pies de cerdo de El Rebost d’Hostafrancs. / Alberto García Moyano

El segundo plato nos llevó por distintos derroteros a ambos comensales, pero sin significar eso que nos privásemos de probar el plato ajeno. Jordi se tiró a por los pies de cerdo con setas y servidor a por los huevos al plato con uno de los sanctasanctórum de la cocina catalana: la 'samfaina'. Ambos pidieron mucho pan. Y una ración de patatas fritas aparte.

El corte de helado de El Rebost d’Hostafrancs.

El corte de helado de El Rebost d’Hostafrancs. / Alberto García Moyano

Ambas cosas, grandes señales porque donde se disfruta se desconecta. Y ahí anduvimos, disfrutando y desconectando. Coronamos la etapa con un corte de helado, porque el placer tiene muchas caras y el corte es una de ellas.

Menudo músculo el del El Rebost d’Hostafrancs. Menuda labor que hacen, siempre llenos y siempre alimentando a su barrio. Qué alegría de saber que, a pesar de la desaparición de la Bodega Carlos (antigua Bodega Escala) allá en 2019 (para pasar a ser un bloque de pisos caros y feos de morir), el barrio sigue contando con una casa capaz de acogernos a todos.