Cata Menor
Las leyes del chiringuito (aprensivos, no leer), por Pau Arenós
15 razones para no comer (o tal vez sí) en una construcción sobre la arena
'Chiringuitan-tan-tan': estos son los 7 chiringuitos a los que te tienes que escapar
10 chiringuitos y terrazas de la costa catalana para exprimir el verano
Pau Arenós
Coordinador del canal Cata Mayor
Periodista y escritor, con 17 libros publicados, entre ellos, novelas y cuentos, y media docena de premios, como el Nacional de Gastronomía. Ha estado al cargo de las revistas 'Dominical' y 'On Barcelona' y ha dirigido series de vídeorecetas y 'vídeopodcast'. Entre las últimas publicaciones, 'Nadar con atunes y otras aventuras gastronómicas que no siempre salen bien' y el recetario 'Cocina en casa'.
Los chiringuitos tienen sus leyes y nosotros, oh, simples clientes, las acatamos si pretendemos gozar de las bondades de esos paraísos en la arena.
1. Pagarás un precio desproporcionado por la experiencia sin par de comer a 40º.
2. Pasarás más calorina que Robinson Crusoe recién naufragado en la isla.
3. Tendrás paciencia porque la plantilla de camareros es insuficiente para tanto servicio famélico.
4. Aceptarás que es un negocio de temporada y que el objetivo es ganar la mayor cantidad de dinero en el menor tiempo a costa de un personal menguado y un producto de batalla.
5. Te solidarizarás con el chiringuitero porque el ayuntamiento lo ha esquilmado para conseguir una de las preciadas plazas.
6. Te conformarás con una exigua carta de vinos construida con cuatro marcas y con botellas de súper a precio de borgoña.
7. Comprenderás que los hielos en la cubitera se fundan a mayor velocidad que los casquetes polares.
8. No irás al lavabo a menos que lleves botas de pocero.
9. No protestarás por truquillos como disponer solo de botellitas de plástico de agua para poder poder cobrar más por unidad o que las gambas fritas aparezcan sin cabeza porque han pasado a formar parte de un caldo.
10. No te disgustarás si la cocinera marinera se reduce a la fritanga y en cambio la estrella es la muy adecuada burrata, el indesmayable pulpo mauritano y el local ‘tataki’ de salmón.
11. No pedirás arroz a menos que quieras una digestión de elefante tras haber herido los ojos con un bodegón de variedades de discutible origen zoológico.
12. Callarás por la silla de plástico que se pega a los muslos y por la mesa coja por la inestabilidad de los tablones.
13. Celebrarás que un DJ volcánico pinche reguetón y que tengas que conversar a gritos hasta la afonía y la mudez.
14. Pedirás un gintónic con cosas para soltar ‘ohs’ y ‘ahs’ mientras contemplas una puesta de sol bermellón a la vez que te empujan para que liberes plaza y poder acomodar a los guiris tempraneros.
15. Te prometes que nunca más regresarás mientras reservas para el siguiente fin de semana.
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