Candidatos a una segunda juventud gastronómica
¿Qué fue del… cóctel de gambas?
Una receta divertida y sin ínfulas popularizada en un casino de Las Vegas, que bien merece una segunda oportunidad
En España se solía servir en copa de metal con hielo, que servía de base a un bol de cristal con tiritas de ensalada, gambas y salsa rosa
Con el cambio (ahora sí) de década, cabe preguntarse qué nuevas tendencias renovarán el mundo de la gastronomía en los próximos 10 años. Pero, quizás, también vuelvan platos pasados de moda para vivir una segunda juventud, ahora que se lleva lo 'vintage'. En esta serie se repasan los principales candidatos y sus puntos a favor y en contra. Para empezar, el cóctel de gambas.
Quizás en España el cóctel de gambas está asociado a restaurantes ‘quiero y no puedo’, pero su historia está iluminada por luces de neón. Literalmente. Aunque algunas fuentes sitúan su origen en los bares clandestinos durante la ley seca americana de los años 20 (¿quizás para aprovechar los vasos de cóctel?), su popularización tiene lugar en Las Vegas, en concreto, en el Golden Gate Casino. Fue obra de un inversor de San Francisco que dicen que añoraba el marisco fresco de la bahía, y que tuvo la brillante idea de colocar un buen puñado de gambas cocidas dentro de una copa de cristal, bañarlas en salsa picante y venderlas a 50 céntimos. La clavó.
Pero como los grandes platos, su historia está sujeta a la evolución. Porque en Las Vegas se tomaba a palo seco, pero fue cuando saltó a Gran Bretaña cuando se le añadió la base de lechuga cortada a tiritas y se le añadió mayonesa a la salsa para suavizarla. Pero, ¿y la aportación española? Aquí no existe demasiada literatura sobre el tema, por lo que habrá que tirar de recuerdos y trasladarse a un verano de finales de los ochenta, a un restaurante de cualquier paseo marítimo, y recrear esa presentación que suponía un salto al futuro en una época a la que a ningún chef se le había ocurrido todavía asociar los conceptos de cocina y experiencia.
Eso era exactamente el cóctel de gambas: una experiencia única, que entraba por los ojos gracias a su copa de metal con hielo picado, en el que se colocaba por encima un bol de cristal con tiritas de ensalada, gambas (seguramente congeladas) y la alucinante salsa rosa, fruto de mezclar mayonesa y kétchup. En los libros de recetas se habla de añadir unos golpes de tabasco u otros aderezos, pero recordemos dónde estamos… Las noches de verano tenían sabor de cóctel de gambas, pero igual que crecer significa olvidarse de los sueños infantiles, llegó el día en que la gastronomía española se hizo mayor y dejó de lado ese maravilloso artefacto nacido bajo luces de neón.
A favor de su vuelta
Porque encaja perfectamente con las tendencias actuales, desde el ‘finger food’ a los maridajes entre cócteles y cocina, y puede prepararse en cualquier ‘food truck’. Y porque es un plato barato, divertido y sin ínfulas.
En contra
La combinación cutre de mayonesa y kétchup no lo convierte en el plato más saludable del mundo, por mucha lechuga que haga de base. Y permite, además, colar gambas de mala calidad, enmascaradas por su gusto dulzón. Si se hace, que se haga bien.
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