20º aniversario de una cita que cambió la capital catalana

La herencia olímpica

tras los juegos, Barcelona ha ganado una marca mundial que la sitúa en el mapa como un lugar dinámico Pocas ciudades logran el retorno de las grandes inversiones

Ceremonia inaugural de los Juegos del 92 en el Estadi Olímpic de Montjuïc.

Ceremonia inaugural de los Juegos del 92 en el Estadi Olímpic de Montjuïc.

ORIOL
IGLESIAS

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La certera flecha lanzada porAntonio Rebolloel 25 de julio de 1992 dio inicio a los Juegos Olímpicos de Barcelona y situó a la ciudad por unos días en el epicentro del mundo. Veinte años después, y ahora que Londres ha tomado el relevo, las preguntas inevitables que surgen son: ¿qué beneficios extraen realmente las ciudades organizadoras de los Juegos Olímpicos de un acontecimiento de esta magnitud? Y más concretamente: ¿qué réditos ha generado para Barcelona la llama olímpica?

A corto plazo, los Juegos Olímpicos tienen siempre un impacto significativo para la ciudad que los alberga. Durante la fase de preparación de los Juegos, su repercusión económica más destacada tiene que ver con la creación de numerosos puestos de trabajo, vinculados fundamentalmente a la construcción de los equipamientos deportivos, viviendas e infraestructuras de soporte relacionadas con el transporte y las comunicaciones.

En el caso de Barcelona, desde octubre de 1986 hasta agosto de 1992 la tasa de desempleo descendió del 18,4% al 9,6%, mientras que en el resto de España las cifras evolucionaron desde un 20,9% a un 15,5%. Durante la celebración de los Juegos el impacto económico viene generado por los ingresos derivados de la masiva afluencia de turistas, deportistas y periodistas, la venta de entradas, los patrocinios, etcétera. El comité organizador de los Juegos de Londres espera recibir cerca de ocho millones de visitantes y generar unos ingresos globales cercanos a los 32.000 millones de dólares.

Ahora bien, el gran reto es cómo conseguir que el retorno de la inversión en la organización de unos Juegos Olímpicos no sea solo a corto, sino que sobre todo tenga un impacto positivo sostenible a largo plazo. Diversos estudios estiman que el coste de mantenimiento de las instalaciones olímpicas de Atenas es superior a los 600 millones de euros anuales, con el agravante de que la ciudad no ha sido capaz de capitalizar la inversión realizada para mejorar su posición competitiva. Sídney también tiene una ratio de utilización de los equipamientos olímpicos muy por debajo de las previsiones iniciales.

Los efectos positivos a largo plazo pueden agruparse en tres grandes apartados. Primero, los Juegos Olímpicos han supuesto una importante regeneración y/o un desarrollo urbanístico para muchas de las ciudades organizadoras. Barcelona reformó su fachada marítima y se abrió finalmente al mar. Además, construyó dos nuevos barrios alrededor de la Vila Olímpica de Poblenou y de Horta. Pekín aprovechó el evento para remodelar 25 áreas históricas, incluyendo la Ciudad Prohibida. Segundo, la inversión en infraestructuras, principalmente de transporte y comunicación, revierte en una mejora de la calidad de vida de los residentes y, en paralelo, facilita y estimula la actividad económica. En Barcelona, este apartado casi triplicó la cifra de inversión que el evento en sí mismo, pero la construcción de las rondas y de dos líneas de metro supuso una clara mejora de la movilidad en la ciudad. En Pekín, entre el 2004 y el 2008 se invirtieron alrededor de 40 billones de dólares en infraestructuras. Tercero, los Juegos Olímpicos actúan como una extraordinaria plataforma de proyección de la imagen de la ciudad a nivel internacional. En este apartado, Sídney y especialmente Barcelona han obtenido resultados brillantes.

Así pues, los Juegos Olímpicos son una gran oportunidad para dinamizar una ciudad y el país al que pertenece, pero existen luces y sombras por lo que se refiere al retorno sobre la inversión en un acontecimiento de esta magnitud y características. El análisis de la evolución de las distintas sedes desde Barcelona-92 muestra cómo aquellas con un proyecto y una visión de futuro que aprovecharon los Juegos como un motor de cambio sostenido son las que han obtenido mejores resultados.

Barcelona fue capaz de transformar la ciudad, pero, además, consiguió construir una marca que hoy en día es mundialmente reconocida. Seguramente, este ha sido el mayor beneficio derivado de las Olimpiadas, porque ahora disponemos de un activo muy importante sobre el que proyectar un futuro prometedor, a pesar del difícil entorno económico actual.

Posicionamiento

Un reciente estudio del Esade Brand Institute muestra que Barcelona es percibida a nivel internacional como una ciudad con una historia y una identidad propia, con una atmósfera cosmopolita y vibrante, en la que la calidad de vida es muy elevada y todo ello la sitúa como uno de los destinos turísticos urbanos preferidos. Además, es la ciudad europea más vinculada a la innovación y la creatividad, seguida por Berlín y Londres.

Por lo tanto, la gran notoriedad de marca de la ciudad, así como estas asociaciones positivas que se empezaron a construir durante los Juegos Olímpicos, nos plantean un escenario propicio para invertir en un proyecto de ciudad que pueda llegar a convertirnos en unhubde innovación de Europa. Ahora bien, ello requiere la inversión en políticas con resultados a medio/largo plazo, que seguramente no ganan campañas electorales, pero que son la única opción para construir una ciudad y un país de futuro.