Alternativa ante la sequía

Barcelona usa solo una cuarta parte del agua subterránea que puede extraer

La ciudad capta poco más de un hectómetro cúbico al año, pese a que tiene autorizado dotarse de 4,4 hectómetros y podría obtener hasta cinco veces más sin dañar el subsuelo

Catalunya suaviza las restricciones de piscinas y flexibiliza las multas a municipios

Riego con agua freática en Barcelona.

Riego con agua freática en Barcelona. / RICARD CUGAT

Jordi Ribalaygue

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La sequía ha obligado a recortar el riego y el consumo público de agua, motivará la llegada de una desalinizadora flotante a Barcelona y genera un gran debate sobre las piscinas como refugio climático. El panorama induce a echar mano de los caudales que fluyen bajo el suelo. Es lo que pretende la capital catalana, donde siguen vigentes las restricciones severas impuestas por la emergencia que la Generalitat decretó a principios de febrero. Pese a triplicar la extracción de agua freática desde principios de siglo, la ciudad se halla aún lejos de aprovechar toda la capacidad que se le autoriza para abastecerse de pozos y acuíferos.    

A medida que la sequía se intensificaba, Barcelona usó 1,11 hectómetros cúbicos de agua subterránea en 2023 para regar zonas verdes, limpiar calles, llenar fuentes ornamentales y asear el alcantarillado, entre otros cometidos. Es una cantidad similar a la de los años precedentes -incluso inferior a 2017, 2019 y 2022-, no compensa el ahorro de casi dos millones de metros cúbicos de agua potable y representa solo una cuarta parte de los 4,4 hectómetros cúbicos por año que la Agència Catalana de l’Aigua (ACA) permite que el Ayuntamiento capte para los cuidados de la urbe. La concesión está vigente desde julio de 2018, pero el consistorio nunca la ha exprimido al máximo.

Barcelona acumula poco más de un millón de metros cúbicos de aguas freáticas cada año desde 2011, a mucha distancia de apurar todo el margen que el órgano de la Generalitat otorga. El Ayuntamiento no explota en torno al 75% del volumen que puede tomar del subsuelo, incluso en estos momentos, en que se aboga por economizar toda gota que pueda destinarse a consumo humano y sustituirla haciendo acopio de más reservas del fondo de la tierra

Obras pendientes

La red de 96,2 kilómetros de cañerías, 27 depósitos y 29 hidrantes que Barcelona dispone para obtener y suministrar agua subterránea para servicios públicos de limpieza y jardinería es insuficiente para alcanzar los 4,4 hectómetros cúbicos por año que figuran en la licencia de la ACA. “¿Por qué Barcelona no los utiliza si se le permite? Porque no puede”, resuelve Enric Vázquez, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y profesor de la UB, especialista en acuíferos. 

“Se trata de crear infraestructuras, redes nuevas, hacer las conexiones necesarias… No se hace de un día para otro”, constata el experto. “Lo interesante es que Barcelona ya lo está haciendo y está en ello. Ha hecho una buena parte y está haciendo el resto. Pero se tienen que pedir permisos y esto es lento”, observa. 

El Ayuntamiento precisa que la cantidad que, según la ACA, puede acaparar “se refiere a un valor máximo potencial para usos municipales” y que “tiene en consideración sistemas de aprovechamiento de aguas subterráneas que no han sido finalizados”. Menciona obras pendientes en la futura estación de la Sagrera, “que tendría una previsión de consumo de 1.180.481 metros cúbicos por año”, y en la Ronda de Dalt, entre otras. “En algunos casos, los calendarios de ejecución no dependen únicamente del Ayuntamiento”, alega.  

Un camión cuba cargado de agua freática en Barcelona.

Un camión cuba cargado de agua freática en Barcelona. / RICARD CUGAT

“Se puede sacar más”

Menos de una semana después de que el Govern declarara la fase de emergencia en las cuencas más pobladas de Catalunya, el alcalde Jaume Collboni firmó un decreto para acelerar la construcción de instalaciones con las que aumentar las provisiones de reservas freáticas, ante los impedimentos de gastar agua potable. Se espera que las primeras obras comiencen en verano y que arranquen 0,2 hectómetros cúbicos más del subsuelo. 

De conseguir el objetivo, la captación se elevaría un 20% a partir de 2025, cuando el gobierno municipal confía en que estén listos 17 kilómetros de tuberías, cuatro depósitos, dos hidrantes y tres pozos nuevos. De todos modos, seguiría quedando mucho trecho para cumplir la concesión en toda su magnitud.

“La voluntad es continuar invirtiendo hasta alcanzar los 4,4 hectómetros cúbicos al año de consumo”, afirma el Ayuntamiento. En todo caso, Vázquez indica que el volumen concedido es “relativamente bajo” y “se puede sacar más agua” bajo la superficie de Barcelona: “Con una explotación racional, se podría establecer una explotación de 20 a 25 hectómetros cúbicos que no dañaría el acuífero y daría más recursos”.

Coincide con la tesis que aparece en un plan técnico del consistorio elaborado en 2020. Sostiene que se pueden lograr 25 hectómetros cúbicos por año “sin llegar a producir impactos negativos significativos”. Con todo, el gobierno municipal responde que “no se prevé que, con las actuales condiciones, sea necesario incrementar el volumen de la concesión” de la ACA. 

En la década de los 60 del siglo XX, se extraían más de 60 hectómetros cúbicos de agua bajo la superficie de Barcelona. "Aquella explotación tan descontrolada hizo que los acuíferos se contaminaran con agua de mar, con lo que no se podían aprovechar -ilustra Vázquez-. Llevó a dejarlos de usar, sobre todo en el ámbito del Besòs, pero han recuperado calidad y se han vuelto a llenar de agua dulce". 

Inversión de urgencia

El borrador de presupuestos municipal -que entrará en vigor en mayo tras activarse la cuestión de confianza- asigna 14,4 millones de euros para financiar la ampliación de la red en las siete zonas que el decreto de alcaldía señala. Es una parte de las inversiones que se han estimado necesarias.  

Hace cuatro años, el consistorio concretó que todas las tareas para mejorar y ampliar las canalizaciones actuales de aguas freáticas cuestan 33,34 millones de euros. Asimismo, tasó que crear nuevos sistemas de extracción obligaría a desembolsar 54,17 millones adicionales.

El ejecutivo local promete que “se continuará extendiendo la red para abastecer con agua no potable más puntos de la ciudad”. El plan de 2020 calcula que el conjunto de las inversiones para incrementar la obtención de fuentes alternativas conllevaría un desembolso de 93,2 millones de euros

La suma incluye las obras para trasvasar agua regenerada de la depuradora del Llobregat a la Marina del Prat Vermell. El consistorio explica que trabaja con el Área Metropolitana de Barcelona (AMB) para redactar un “proyecto de agua regenerada desde la planta de El Prat de Llobregat al nuevo barrio”, donde se quiere destinar a riego de jardines, limpieza de calles y cisternas de lavabos. Se descarta expandirlo a más zonas de la capital, porque “implicaría la extensión de una tercera red de suministro”.

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