Seguridad vial

La calle de Aragó concentra 500 siniestros en los últimos seis años, uno cada cuatro días

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Un padre agarra a sus hijos para cruzar la calle de Aragó

Un padre agarra a sus hijos para cruzar la calle de Aragó / Ferran Nadeu

Carlos Márquez Daniel

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Hay una lógica que explica la cifra del titular y tiene que quedar clara de entrada. La calle de Aragó es una de las arterias con más tráfico de Barcelona, así que no hay duda de que la probabilidad tiene mucho que ver en todo esto. Pero que la vía que por excelencia cruza la ciudad de río a río haya registrado más de 500 siniestros de tráfico con víctimas (más los que no están en zonas de concentración de accidentes y más los que no dejan heridos, pero sí un buen susto) en los últimos seis años es un registro, como mínimo, llamativo. Es uno cada cuatro días.

Pero Aragó no es, ni mucho menos, la calle con más tráfico de la ciudad. Según cifras del ayuntamiento, la intensidad media en día laborable es de 51.632 vehículos, un 30% menos que los que 74.000 que se contaban en 2015. Le superan la Ronda de Dalt (162.000), la Ronda Litoral (87.000) y la Diagonal (56.126) y empata con la Gran Via. Muy cerca quedan la Meridiana (44.097) o la Ronda del Mig (42.995). A más distancia, las avenidas clásicas del Eixample: Balmes, Valencia, Mallorca, Aribau, Numància o Muntaner.

Si se observa la evolución de los principales puntos de concentración de siniestros (los que concentran más de 10 accidentes de tráfico), Aragó está al frente con mucha diferencia, con 499 entre el 1 de enero de 2018 y el 31 de diciembre de 2023. Esa, sin embargo, no es la cifra total de la calle, pues habría que contar los muchos siniestros que se producen en otros puntos de la vía y no se notifican al no formar parte de una zona caliente. Es decir, que en total, son muchos más.

Un 5% del total

A lo lejos le siguen Gran Via (349 siniestros) y la Diagonal (152). A pesar de ser cifras que impactan, la suma de estas áreas conflictivas no suelen suponer más de 5% del total de accidentes con víctimas que anualmente registra la ciudad, una media anual de poco más de 8.100 en la última década; lo que arroja otro dato escalofriante: 22 siniestros con heridos al día, casi uno cada hora.

El carril bici de la calle de Aragó, en su tramo final, antes de llegar a Tarragona

El carril bici de la calle de Aragó, en su tramo final, antes de llegar a Tarragona / JORDI OTIX

El cruce con paseo de Gràcia es el lugar de la capital catalana en el que, en los últimos seis años, se ha registrado mayor número de siniestros. Un total de 74. Le siguen las intersecciones con la cercana Balmes (69), Roger de Llúria (45) y Sicília (37). En otras vías, destacan Gran Via-Aribau (47), Gran Via-Marina (25) o Diagonal-Sant Joan (27). Sea cual sea la causa, queda claro (sucede lo mismo con Gran Via) que los siniestros suelen producirse en el encuentro en perpendicular de dos calles. La principal causa sigue siendo la de siempre: falta de atención en la conducción.

Actitud errática

Podrían achacarlo al uso del móvil al volante, pero lo cierto es que en 2006, un año antes de que se estrenara el primer iPhone y se abriera la era de los teléfonos inteligentes, el despiste era todavía con más diferencia la principal causa de la siniestralidad. De ahí que entidades como la asociación Prevención de Accidentes de Tráfico insista en que debemos hablar de siniestros y no de accidentes. Porque esta lacra tiene muy poco de accidental: siempre hay una actitud errática de por medio que se podría haber evitado.

Manuel Haro creó en el año 2000 la unidad de Investigación y Prevención de Accidentes de la Guardia Urbana de Barcelona. Ahora ya jubilado, reflexiona con este diario sobre el papel de Aragó en la siniestralidad. Recuerda las intervenciones de su equipo en esta calle, muchas veces relacionadas con vehículos que, desde el segundo carril, giraban a derecha o izquierda para tomar la vía que cruza. "Era muy habitual, y en esa maniobra, era imposible no llevarse por delante a un motorista".

Calle con tres pieles

También hace referencia a las obras, constantes en este largo corredor de 4,8 kilómetros. "Los momentos de intervención sobre la vía pública también suelen generar incidentes, por el efecto mirón, o porque le cambias la rutina al conductor y no sabe bien cómo reaccionar". Además, señala, Aragó tiene tres configuraciones distintas, desde Meridiana hasta la Diagonal, desde este punto hasta la avenida de Roma y hasta el final, el choque con la calle de Tarragona. "Esto hace que los conductores se tengan que adaptar a las distintas circunstancias, y también puede generar problemas".

La imagen habitual de la calle de Aragó

La imagen habitual de la calle de Aragó / Joan Mateu Parra

Por último, este experto también menciona la onda verde, esto es, la capacidad de atravesar buena parte de la calle encadenando semáforos abiertos. "Esto, sobre todo de noche, hace que la velocidad se dispare, y ya sabemos en qué puede derivar una situación en la que un coche va demasiado deprisa". Deberían ayudar los radares, pero solo hay uno con el límite a 50 km/h a la altura de Urgell y otro, pedagógico, en la Meridiana.

Respecto a las obras que menciona Haro, Aragó ha sido siempre una de las mayores probetas urbanísticas de Barcelona. Nació como límite urbano tras la caída de las murallas a mediados del siglo XIX y después se convirtió en corredor ferroviario. Ildefons Cerdà le reservó 50 metros de ancho para que el tren, entonces de obra vista, no se comiera la vida urbana. Pero el dinero se comió la planificación, y los propietarios de los terrenos convencieron al ayuntamiento de que con 30 la cosa ya quedaba apañada (y ellos se llenaban más los bolsillos). Si quieren ver la anchura original, no tienen más que ir a la iglesia de la Concepció, entre Bruc y Roger de Llúria, un mordisco tierra adentro.

Autopista urbana

Pero no hace falta irse tan lejos. Hasta hace poco más de 20 años todavía era una autopista urbana de hasta ocho carriles, con aceras raquíticas y edificios ennegrecidos por la precaria combustión de los vehículos. En 1993, Pasqual Maragall flirteó con la idea de instalar un carril bici. Formaba parte de un plan medioambiental que incluía otras 70 medidas. No hay constancia del resto, pero lo del carril bici se descartó. Y finalmente se pintó en Diputació. Menos jaleo; era demasiado pronto para mancillar al coche.

Información del 25 de noviembre de 1993 en la que se daba cuenta del proyecto para instalar un carril bici en la calle de Aragó. Se pintó, pero casi 30 años después

Información del 25 de noviembre de 1993 en la que se daba cuenta del proyecto para instalar un carril bici en la calle de Aragó. Se pintó, pero casi 30 años después / El Periódico

El cambio de siglo trajo la eliminación de dos carriles y ampliación de aceras. Y así han sido las cosas hasta que en noviembre de 2019 se pintó el carril bus en todo el trazado, y en diciembre de 2020 se inauguró el carril bici, de manera que el vehículo privado se ha quedado con cuatro carriles. ¿Se ha notado en la siniestralidad? En 2018 hubo 139 accidentes en zonas de concentración, y 89 en 2019. En 2022 fueron 56, y en 2023 la cifra ascendió a 70, casi la mitad que seis años atrás. El paso de los años confirmará si la reducción es una tendencia o una anécdota.

Es un misterio hasta cuándo Aragó será una autopista urbana, y por ende, un foco de siniestralidad. Pero ayudará a resolver el enigma fijarse en los bajos comerciales. Cuando abran tiendas y las familias paseen sin llevar a los niños de la mano, algo habrá cambiado de verdad.