En Directo

Tarde mágica

La lluvia se rinde ante una espectacular cabalgata de los Reyes Magos 2024 en Barcelona

MAPA | Este es el recorrido de la Cabalgata de Reyes Magos 2024 de Barcelona

Las cabalgatas de Reyes en Barcelona, barrio a barrio

Estas son las principales novedades de la cabalgata de Reyes de Barcelona

Afectaciones al tráfico durante la cabalgata de Reyes Magos 2024 de Barcelona

Crónica de la cabalgata de los Reyes Magos en Barcelona

Crónica de la cabalgata de los Reyes Magos en Barcelona / JORDI OTIX | VÍDEO: MARC BRUGAT

Jordi Ribalaygue
Meritxell M. Pauné
Gisela Macedo
Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Llovió, pero poco. En algún momento quiso apretar sobre Barcelona, pero sin arreciar: fue un rocío amable y carente de maldad, como un pellizco de madre, cargante tal vez, pero sin llegar a resultar molesto tras tanto tiempo ausente. El aguacero irrumpió como un personaje más al principio de la cabalgata, tras amenazar con hacer descargar un cielo plomizo durante tota la vigilia de Reyes. Sin embargo, las inclemencias no derrotaron a la ilusión de volver a ver toda la magnificencia de sus majestades de Oriente. 

Así que, tras ser la comidilla del día, el chubasco tenue e intermitente en la capital chispeó para contento de la mayoría, aunque redujo algo la afluencia: según el Ayuntamiento, unas 600.000 personas recibieron a Melchor, Gaspar y Baltasar, menos que los 750.000 asistentes de 2023. Aún más lejos queda el registro de 950.000 espectadores de 2020, cifra récord previa a la pandemia.

En todo caso, la llovizna alivió algo -aunque apenas fue una brizna- la pertinaz sequía que sume a Catalunya al borde de la fase de emergencia por escasez de agua. No empañó la emoción de familias y pequeños, fieles adeptos a los Reyes: los partes meteorológicos adversos no los disuadieron de acudir a saludarlos y adorarlos un año más. Y encima, vino a cumplir uno de los deseos que el alcalde Jaume Collboni expresó a sus majestades apenas habían tomado tierra. No le hizo ascos a que se abatiera “un poco de lluvia” sobre el cortejo real. “Hace mucho que la pedimos”, recordó el edil.    

En todo caso, no deslució para nada la pompa del séquito, imponente como siempre se precia de ser: discurrió grandilocuente y sin alteración entre el parque de la Ciutadella y la plaza Espanya. En cambio, la suerte se torció en otras ciudades del entorno de Barcelona: la lluvia intensa obligó a reducir la comitiva en Sabadell a una sola carroza que cargó con los tres soberanos; las comparsas y figuras móviles no desfilaron en Badalona; los vehículos clásicos no circularon en Mataró para evitar que se dañaran y Santa Coloma de Gramenet modificó el itinerario, a modo de prevención, informa Gerardo Santos.

Paraguas para cazar caramelos

En la capital, la caravana real atravesó por mitad de la multitud que se lanzó a la calle. Personal del metro tuvo que regular las entradas y las salidas en las bocas próximas al recorrido, abarrotadas. A rachas, las aglomeraciones las taponaron.

Una miríada de paraguas desplegados flanquearon el paso de las carrozas. Vinieron a sustituir a los farolillos, una tradición prácticamente extinguida. No fueron pocos los que mantuvieron los paraguas abiertos cuando el cielo concedió tregua: los sostuvieron boca abajo, como redes para cargarlos de caramelos, arrojados desde la cola de la rúa. 

Los pronósticos poco halagüeños obligaron a las familias a decidirse si arriesgaban aguardando al raso o desertaban. “Lleva 100 días sin llover y se pone a llover justo en la cabalgata”, refunfuñaba una madre en una terraza de la Barceloneta. “Ya podría haber esperado a las siete de la mañana”, mascullaba otro hombre, irritado por la incertidumbre. Oriol optó por entablar negociaciones con sus dos hijos: sí fueron a la novedosa travesía marítima con que los Magos se dejaron admirar frente al Espigó del Gas al mediodía, a cambio de renunciar a la cabalgata. “El mayor quería venir, pero pinta mal”, intuía el padre, levantando la mirada, desconfiado.  

En cambio, quienes plantaron cara a la tarde desapacible resistieron firmes al esporádico goteo. “Aguantaremos. Vamos cargados de paraguas y chubasqueros”, resolvieron Adrián y Marina, a cargo de una amplia parentela de hijos y sobrinos. Laia tituteaba sobre si era razonable aguardar a los Reyes, pero sus hijos le quitaron la mala idea de marcharse para refugiarse en casa. Pilar no albergó duda alguna. “¡Vamos todos a la cabalgata, por supuesto!”, zanjó horas antes. Varios críos a su cargo le seguían, entusiasmados.

Discurso pacifista

Sus majestades llegaron puntuales, a bordo del paquebote Santa Eulàlia. Collboni les dispensó la recepción por primera vez como alcalde, en medio del fervor de grandes y pequeños. El socialista proclamó que los niños de la ciudad se han portado “superbien” durante el último año y pidió “ayuda” a los soberanos para conseguir la “mejor Barcelona”, “más bonita y más ordenada”, deseó.

El alcalde de Barcelona les pide a los Reyes Magos una ciudad "más justa y acogedora"

ACN

El alcalde también hizo votos por que se ponga fin a los conflictos de Ucrania y Gaza. Melchor le tomó la palabra para enhebrar un discurso con acento pacifista. Manifestó la tristeza de los Magos por el sacudido escenario internacional.

“Tenemos que hacer lo posible y lo imposible para parar las guerras. Los niños deben tener la oportunidad de crecer en paz”, emplazó Melchor, cuya voz hubo a quien le recordó la del Mag Lari. También se comentó que, bajo una poblada barba pelirroja, Gaspar guardaba cierto parecido con la teniente de alcalde Laia Bonet, ‘número dos’ del gobierno de Collboni. Incluso alguien dijo que Baltasar era calcado a Olamide Adisa, un activista que promueve la música africana en Europa desde Barcelona. Sin duda, el cielo encapotado causó una mala visibilidad que indujo a confusión. Porque los Reyes no son nadie más que los Reyes.