Paraguas ambiental

La zona de bajas emisiones frena el envejecimiento del parque de vehículos de Barcelona

La ciudad cumple por primera vez con el techo máximo de contaminación que marca la UE

Barcelona deja en el aire nuevas restricciones para acceder a la zona de bajas emisiones

Barcelona estrangula el espacio al coche desde hace 15 años con la movilidad metropolitana sin resolver

Barcelona ha perdido un 11% de coches desde 2015 pero la Ronda de Dalt asume un 8% más

Zona de Bajas Emisiones

Zona de Bajas Emisiones / El Periódico

Carlos Márquez Daniel

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Ya detalló el Ayuntamiento de Barcelona en el mandato anterior que la zona de bajas emisiones (ZBE) ha eliminado 610.000 desplazamientos contaminantes. No significa que haya 300.000 vehículos menos (cada unidad realiza un mínimo de dos movimientos), porque la movilidad metropolitana incluso ha aumentado, sobre todo en las rondas. Pero sí quiere decir que se está empezando a nivelar la balanza de la suciedad ambiental, hasta el punto de que por fin se cumple con lo que exige la UE. Es decir, los mismos coches polucionan menos porque son más limpios gracias a las restricciones del paraguas ambiental. Según datos del consistorio, la antigüedad del parque de vehículos apenas ha variado entre 2016 y 2022: de 10,5 a 11,2 años, mientras que en el conjunto del Estado ha pasado de 12 a 13,9 años.

Un cartel de la Zona de Bajas Emisiones, en el área metropolitana de Barcelona.

Un cartel de la Zona de Bajas Emisiones, en el área metropolitana de Barcelona. / ELISENDA PONS

Los datos los ha facilitado este miércoles la primera teniente de alcaldía y responsable de Urbanismo, Laia Bonet, que ha compartido su satisfacción ante unos registros que demuestran "el impacto positivo de la ZBE sobre la calidad del aire". En el detalle de las etiquetas ambientales que dispensa la DGT también hay pistas del efecto que ha tenido el invento sobre los actores de la movilidad. Según los datos recogidos por las cámaras que controlan el perímetro vetado a los coches sin distintivo, ya hay más turismo con etiqueta ECO (24,7%) que con etiqueta B amarilla (18,1%). El 52% blanden el color verde (híbridos), un 4% llevan la 'cero' (100% eléctricos) y solo un 1,2% circulan sin pegatina y para poder entrar deberían pedir el correspondiente permiso.

La norma europea

Todo esto tiene una clara traducción en lo relativo a la polución: los niveles de NO2 registrados en las estaciones de vigilancia de calidad del aire indican que este 2023 se cumplirá, por primera vez, con los límites que marca la Unión Europea (40 microgramos por metro cúbico), incluida la del Eixample, que suele ser la más sucia de todas. Está por ver cómo la ciudad consigue en 2030 bajar hasta el nuevo techo planteado por el Parlamento Europeo, 20 microgramos por metro cúbico (la Organización Mundial de la Salud lo reduce a 10, pero su dictamen no es vinculante).

Ciudad de Barcelona bajo un episodio de contaminación

Barcelona, bajo un episodio de contaminación / Danny Caminal

La guerra contra los malos humos va dejando buenas noticias. Pero que haya menos polución no implica que haya menos coches. Según datos del consistorio, avanzados por este diario el pasado mes de abril, en el interior de la ciudad los desplazamientos se han reducido un 11%, pero la Ronda de Dalt asume un 8% más. Es decir, las políticas de achicamiento de las grandes arterias (pérdidas de carriles) han surtido efecto y la gente que quiere cruzar la capital catalana ya no lo hace por dentro, sino por las vías perimetrales. Que haya un 11% menos de movimientos en los barrios también puede llevar a un cierto engaño, pues en muchas calles que ahora tienen menos carriles para el vehículo privado se registra más congestión. En resumidas cuentas, una ciudad un poco más limpia pero igualmente atascada.