Proyecto Bicivia

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El carril bici que une Esplugues y Barcelona, con la avenida Diagonal al lado

El carril bici que une Esplugues y Barcelona, con la avenida Diagonal al lado / Àlex Recolons (ACN)

Carlos Márquez Daniel

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Al identificar las razones por las que la ciudadanía no se animaba a moverse en bicicleta, el Área Metropolitana de Barcelona (AMB) tuvo clara cuál era la hoja de ruta. El 28% de los entrevistados por el Barómetro de la Bicicleta de 2015 decían que era por falta de seguridad viaria, y el 17% se quejaba de falta de infraestructura. Es decir, que faltaban carriles bici para que el medio fuera atractivo ante el dominio de otras alternativas, como el vehículo privado o el transporte público. Fue en 2017 cuando surgió la idea de la Bicivia, un conglomerado de carriles que permitieran conectar los municipios del entorno de la capital catalana, así como los polígonos de actividad económica. La red empezó a crecer (ya se ha alcanzado el 65% de los más de 550 kilómetros previstos) y el uso de la bici también se expandió (un 49% de aumento entre 2019 y 2021). Más movilidad activa y sostenible y, como se ha demostrado gracias a un estudio de la Universidad de Sevilla y el Institut Metròpoli, también un importante y rápido retorno económico.

Uno de los tramos del carril bici de la Zona Franca

Uno de los tramos del carril bici de la Zona Franca / Joan Puig

La investigación se ha centrado en dos tramos: el que conecta Barcelona con Esplugues y el que une la Zona Franca con la gran ciudad. El primero se construyó en 2018 y lo usan 1.600 bicis al día y el segundo se instaló en 2017 y alberga 600 usos diarios. Para llegar a sus conclusiones, los investigadores analizaron el ahorro de tiempo, los cambios en la contaminación ambiental, los impactos en la salud, cambios mortalidad o morbilidad derivados de variaciones en los siniestros de tráfico y costes de construcción y mantenimiento.

Inversión inicial ya superada

Todo eso, metido en la coctelera, da como resultado que estos dos tramos ya han recuperado en muy pocos años (tres y cinco, respectivamente) el valor de su inversión inicial, que no alcanza los tres millones de euros. Si se mira a largo plazo, y siempre según los datos del estudio, el tramo de la zona alta de Barcelona tendrá en 30 años un retorno positivo de 15,26 millones de euros y el de la Zona Franca, 9,85 millones. En total, 25,11 millones de beneficio social.

Ciclistas en la avenida Pineda de Castelldefels en una imagen de archivo.

Ciclistas en la avenida Pineda de Castelldefels en una imagen de archivo. / Ayuntamiento de Castelldefels

Durante la presentación del estudio, este jueves, Raúl Brey, catedrático del departamento de Economía de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, ha destacado el ahorro de tiempo como el principal valor de retorno de las infraestructuras ciclistas analizadas. Esta universidad realizó un estudio similar en 2015 aplicado a toda la red ciclista de la capital andaluza. Con resultados igualmente sorprendentes: 550 millones de retorno en 25 años. Por eso este experto ha recomendado a los planificadores públicos de las tramas urbanas que recurran más a la opinión de los académicos. "Las universidades son instituciones públicas al servicio de la ciudadanía y podrían ayudar mucho más en la toma de decisiones". O sea, que las matemáticas no son solo una herramienta de análisis; también permiten predecir, crear y repetir modelos de éxito.

El retorno

Xavi Bach, investigador del Instituto Metrópoli, ha admitido que no esperaban resultados tan positivos. Basta con echar una ojeada a la tasa interna de retorno, la que mide los rendimientos futuros esperados de una inversión. Mientras la Comisión Europea da por bueno un 3%, en el caso de Esplugues-Barcelona será del 44,54% en 30 años y en el de la Zona Franca, del 31,82% en el mismo plazo. El estudio, sin embargo, tiene poca ciencia con la que poderse comparar. Pero eso sí, demuestra que, como mínimo, instalar carriles bici no es una pérdida de dinero. Todo lo contrario.