Quejas frecuentes

Ratas y apagones en los partidos: las desventuras sin remedio en los campos de fútbol de Vall d’Hebron

Gradas destruidas, pistas llenas y setas en los vestuarios: el deterioro se ceba con el campo de rugby de Barcelona

Barcelona exige al gestor de las pistas maltrechas de la Teixonera que arregle los destrozos

Uno de los campos que comparten equipos de distintas disciplinas en el complejo deportivo de la Teixonera-Vall d'Hebron, en Barcelona.

Uno de los campos que comparten equipos de distintas disciplinas en el complejo deportivo de la Teixonera-Vall d'Hebron, en Barcelona. / ELISENDA PONS

Jordi Ribalaygue

Jordi Ribalaygue

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El deficiente estado de un centro deportivo del Ayuntamiento de Barcelona sigue mortificando a los clubes, los jugadores y las familias que alberga. Ocurre en el complejo de la Teixonera-Vall d’Hebron, donde se agolpan las críticas por un deterioro flagrante. El consistorio confió el espacio a la Fundación Marcet para que lo mantuviera y lo mejorara. Sin embargo, el gobierno municipal ha señalado a la concesionaria por no cumplir la parte del contrato que le obliga a conservar las instalaciones.  

A raíz de las quejas de los equipos y sus componentes, el distrito de Horta-Guinardó instó el mes pasado al gestor a que arregle los desperfectos que una inspección detectó en dos campos de fútbol y otro de rugby. El Ayuntamiento informa de que esta semana ha recibido la respuesta de la Fundación Marcet al requerimiento y lo analizará para decidir si toma más medidas. 

En cualquier caso, tres progenitores de jóvenes integrantes de las escuadras que se amontonan en el recinto explican a EL PERIÓDICO que la degradación sigue larvándose a falta de una acción decidida para atajarla. Cuando no es la insalubridad de los vestuarios, se trata de la presencia de roedores o los apagones en medio de los encuentros. Ambos son episodios recientes en las desventuras que indignan a los habituales del equipamiento.

“Parches” y “chapuzas”

“Ahora han colocado más cubos para echar la basura y han puesto a un chico para que barra. El otro día vi que limpiaron un poco el cuarto de baño, que habían limpiado las baldosas… Pero nada más”, reprocha Yolanda Duque, que asiste a los entrenos y los partidos que su hijo disputa en el campo de fútbol de Vall d’Hebron. “Nadie nos dice qué día van a venir a hacer reparaciones. Van poniendo parches y haciendo chapuzas”, protesta.

Yolanda hace recuento de las imperfecciones: “Los banquillos están oxidados y faltan algún asiento y una parte de metraquilato por encima para que, si llueve, los chicos no se mojen. No han repuesto las redes rotas y ponen parches en el césped. Y, para rematar, vimos ratas hace pocos días. Estaban los niños entrenando y las ratas corrían por detrás. Parecían conejos”.

“Por cierta presión que se ha hecho, se están haciendo pequeñas actuaciones, pero se ha llegado a este punto de desgaste porque nunca se había hecho mantenimiento”, sostiene Benjamín, que acude a la maltrecha zona deportiva para ver competir a sus dos hijos. Afirma que, en los cuatro años que lleva yendo al centro, nunca vio “ninguna acción” para cuidar las instalaciones.

Benjamín comenta un contratiempo que aturde a los combinados que se enfrentan en el campo de Vall d’Hebron. Sucede desde hace poco, pero se ha repetido más de una vez. “Cuando juegan los partidos por la noche, los focos saltan y se apagan -asegura-. El pasado fin de semana pasó en tres ocasiones y en el anterior, también. Los partidos se tienen que detener por falta de luz. Para volverse a poner en marcha, se tarda 15 o 20 minutos. Los chavales se enfrían, el siguiente partido se retrasa… No sabemos cuál es la causa, pero hace poco pusieron dos bombillas más a las torres de iluminación. Igualmente, sigue siendo insuficiente y se ve falta de luz cuando oscurece”.

El padre menciona unos cuantos defectos más: “Las redes de protección están rajadas y llenas de agujeros. A alguna persona ya le han propinado un balonazo, lo que no hace ninguna gracia. Los vestuarios no tienen agua caliente. Los chavales no pueden cambiarse allí y, cada vez que juegan, tienen que cruzar la carretera para ir al campo de la Teixonera a cambiarse y guardar la ropa. Es un poco caos… Hay equipos que se quedan sin ducharse. Además, hay vallas rotas y, por la noche, entran personas sin techo a dormir, aún más con el frío”.  

Pegotes de hierba

Michel Madoz es padre de una muchacha que juega en el Women’s Soccer School. La entidad se ha trasladado este año al complejo de la Teixonera-Vall d’Hebron y las condiciones que presenta sorprendieron a las familias por “pésimas”, describe Madoz. “Visitamos muchos otros campos, los hay mejores y peores, pero todos están dentro de unos mínimos en los vestuarios, los lavabos, el césped… En el nuestro, prácticamente no se cumple nada”, chequea.

Michel se refiere a una anomalía que los demás entrevistados también citan: los pegotes de hierba con que se recubren algunos hoyos abiertos en el terreno de juego, incluido el punto de penalty. “Son arreglos vergonzosos. El riesgo de lesión es casi idéntico al que habría si dejaran el agujero”, estima. Benjamín coincide: “No es un terreno uniforme y hay riesgo de tropezarse”.

El abultado memorial de agravios ha llevado a las familias a recoger firmas, indicativas del hartazgo predominante. También han dirigido quejas al Ayuntamiento por todos los canales telemáticos al alcance. “El margen de mejora es amplísimo. Pedimos un mínimo de dignidad”, expresa Madoz, que apunta que una treintena de familias han presentado instancias similares. 

El Ayuntamiento las ha contestado con un mensaje idéntico, en que admite las “malas condiciones” del recinto deportivo. Agrega que “se ha activado un refuerzo de limpieza y mantenimiento”. A su vez, da cuenta de que “se ha pedido a los gestores de la instalación un plan de mejoras con el objetivo de poner al día aspectos de mantenimiento pendientes”. “La voluntad es implementarlo lo antes posible”, remacha. “Como respuesta, está bien, pero es etérea, porque el mal estado del campo no viene de ahora, se arrastra desde hace tiempo”, advierte Madoz.

“Sabemos que el Ayuntamiento está a la espera de lo que ha requerido a la Fundación Marcet, pero no tenemos fechas” para obras de rehabilitación, manifiesta Benjamín. “El Ayuntamiento dice que está en ello, pero no concreta. Hacemos muchas quejas, pero no llegan a ninguna parte”, lamenta Yolanda.