Ocho días antes
Dos motoristas denuncian un accidente idéntico al de Xavi Moya en el mismo cruce de Barcelona
La acusación particular atribuye el accidente mortal de Xavi Moya a un "punto negro" evitable en Barcelona
La familia de Xavi Moya anuncia acciones legales contra el Ayuntamiento de Barcelona
Muere el expúgil perico Xavi Moya, excampeón de España de boxeo, en un accidente de moto
Meritxell M. Pauné
Periodista y jefa de 'Gran Barcelona'
Periodista especializada en información local de Barcelona y Catalunya. Responsable de la sección 'Gran Barcelona' desde septiembre de 2022. Antes, en los diarios TOT Barcelona y La Vanguardia, entre otros. Profesora de Periodismo digital en la UIC tres cursos y puntualmente del máster del Observatori de la Cobertura de Conflictes. Colaboradora en prensa vecinal ('Carrer', 'Cap a peus') tertulias de televisión y radio (betevé, Catalunya Ràdio, Ràdio Estel...), libros de historia local ('Retrats per la memòria', 'Objetivo Venus', 'Josep Maria Huertas Claveria i els barris de Barcelona') e investigaciones académicas (Observatori de la Cobertura de Conflictes, Periodismo UAB).
Un accidente idéntico al de Xavi Moya, ocho días antes en el mismo punto de Barcelona, pone el foco en la siniestralidad de un tramo concreto de la calle Aragó, frente al número 424. Julia Caparrós, enfermera del hospital Sant Pau, circulaba en moto la noche del 29 de septiembre cuando chocó contra un objeto clavado en esta calzada. Justo detrás suyo otro motorista, Massimo Tartarini, caía por la misma pieza. Ambos acabaron en el hospital. Se trataría del mismo taco de goma solitario que causó supuestamente el accidente mortal del boxeador el 7 de octubre.
La historia de Caparrós y Tartarini sería noticia por sí misma pero adquiere aún más relevancia ante las claras coincidencias con el incidente que segó la vida de Moya. El Ayuntamiento de Barcelona ha confirmado a EL PERIÓDICO que constan ocho accidentes en lo que va de año en esta ubicación, el cruce de Aragó con Sicilia. No quedan registradas las caídas leves, en las que la persona afectada –normalmente un motorista– se levanta por su propio pie y sigue la marcha.
Lesiones, lagunas y una multa
Julia Caparrós apenas recuerda nada de su accidente: “Conducía con normalidad y me desperté en un hospital”. Una ambulancia se la llevó de la calle Aragó con una conmoción cerebral y al recuperar la consciencia le explicaron que había tenido un accidente con la moto y que las llaves estaban en el bolso. Empezó entonces un largo periplo de indagaciones, que aún no ha concluido. “Quiero saber qué me pasó, llevo 20 años conduciendo en moto por Barcelona y no comprendo lo sucedido ni puedo aprender nada de ello”, enfatiza al contar su caso a El Periódico. Lo que sí sabe es que aparca la moto definitivamente: "Ya he gastado toda mi buena suerte".
Estuvo 24h en el hospital en observación, por un sangrado interno que remitió pronto. Días después un dolor de espalda que no cesaba delató que también tenía una vértebra tocada y un pinzamiento. Tras algunas llamadas, su pareja localizó la motocicleta en un depósito municipal. Al recuperarse, acudió al punto del accidente para recabar información y se percató de la existencia de un taco de goma aislado entre el carril bici y el primer carril de vehículos.
Mientras tanto, la Guardia Urbana también investigaba para preparar el atestado. “Un agente me llamó para preguntar cómo estaba y me dijo que un testigo afirmaba que caí yo sola”, prosigue. Lo puso en duda, pero de poco sirvió: al cabo de unos días le llegó una multa de 200 euros por conducir “sin mantener la atención”. Ya la ha recurrido. Poco después, por azar, vio una noticia del accidente de Moya. Misma dirección, mismas circunstancias: “Cuando vi aquel taco de goma se me pusieron los pelos de punta”. Contactó con el bufete que lleva la denuncia de la familia Moya, Vosseler Abogados, y le consiguieron el atestado.
18 días de baja y 200 euros de sanción
Tartarini no quedó inconsciente al caer, todo lo contrario: indicó a los agentes in situ con qué objeto habían tropezado ambos conductores e incluso hizo fotografías -geolocalizadas y con hora- de la escena con su móvil desde el suelo, puesto que el personal sanitario le pidió que no se levantara hasta evaluar sus lesiones. "Tuve suerte, visto lo que podría haberme pasado, pero igualmente estuve 18 días de baja con costillas y el tobillo chafado", expone. Es consultor y esa noche regresaba a casa de dar clase en un máster.
"Vi volar a Julia delante de mí y me quedé muy preocupado", señala, contento de conocer la recuperación de la otra accidentada. También le llegó una sanción de 200 euros y la ha recurrido a través del RACC. Se ha puesto en manos de los mismos abogados para reclamar una indemnización al consistorio. "A los policías que me atendían les grité que había que quitar ese taco porque ahí acabaría muriendo alguien, pero regresé al lugar al cabo de una semana y seguía igual", rememora. También documentó con su cámara esa visita, que realizó justo la víspera del accidente mortal de Moya.
El taco de la discordia
El atestado de la Guardia Urbana, al que ha tenido acceso este medio, se fundamenta en el testimonio de otro motorista que circulaba justo detrás de Caparrós. También cayó y tuvo que ser trasladado a un centro sanitario. “Observó como la motocicleta que le precedía en la marcha perdía el control y posteriormente caía a la calzada”, reza el documento. Tras verla caer, vio “en la separación de carriles un taco de goma” y chocó contra él con la rueda delantera al no haber anticipado a tiempo el obstáculo. En todo momento el documento se refiere a un taco, no a una hilera como sería protocolario en la separación de carriles.
Pese a constatar el doble tropiezo con el mismo objeto, la policía local concluye que la culpa es de los motoristas: “Los agentes deducen que el siniestro vial se produjo por no mantener la atención ambos conductores”. Además, cursó una denuncia contra cada uno por distracción. Caparrós no ha podido averiguar quién es el otro afectado, pero está indignada con la sanción: “¿Es que no hay suficiente con las lesiones y con el trauma, que encima tienen que denunciarnos? ¡Si ni siquiera rompimos el taco!”, critica.
Un portero hastiado arrancó el taco
Aunque la patrulla desplazada el lugar de los hechos indicó que es “un tramo rectilíneo con buena visibilidad”, la motorista y vecinos de la zona consultados coinciden en que el taco negro en el asfalto resultaba poco visible de noche. Estos separadores están presentes en muchas calles de la ciudad y cargan con el mote de 'tortuga' por su forma curva. Lo singular de esta pieza concreta es que estuviera aislada. Formaba parte de la hilera que separa el carril bici del resto de carriles a lo largo de la manzana, precedida y rematada por postes rojos junto a los pasos de peatones para que ningún conductor los obvie.
Por desgaste u otras razones hoy sin respuesta, el inicio de manzana perdió el poste y cinco de los seis primeros tacos. Así, en una línea recta de unos 30 metros quedó solamente instalado el segundo de la hilera, como muestra un vídeo homenaje a Moya que se viralizó en Tik Tok. "Han ido saltando con los años y solo quedaba uno”, sostiene Xavier Clemente, portero de la finca situada en Aragó 424 y, asegura, testimonio de múltiples caídas de motoristas en este punto. “¡Apenas se veía, era una trampa vietnamita, caían uno tras otro!”, se exclama.
En el caso de Moya, interpreta, el impacto letal se produjo contra una jardinera situada unos metros más adelante por "el instinto de querer controlar la moto" en vez de caer de inmediato. Vive muy cerca y aquella noche acudió al cruce al oír las ambulancias: "Yo mismo levanté del suelo la moto de Moya entre el taco y la jardinera, debió salir disparado". Tras la muerte del boxeador, insistió sobre aquella 'tortuga' solitaria durante dos días a uniformados municipales y operarios de las cercanas obras del tranvía. “Viendo que nadie me hacía caso y solo pintaban una raya amarilla en el suelo, arranqué yo mismo ese taco y puse dos conos de obra en el inicio del carril bici”, confiesa. “¡Que me multen, pero ya no ha habido ningún accidente más aquí!”, desafía.
Cada mañana cuando empieza la jornada, dice, revisa que estén colocados los conos y si no están va a buscar un nuevo par a la obra. Incluso colocó un reflectante sobre el cono central para que se viera más de noche. Este diario ha podido constatar que, casi un mes después, siguen siendo la principal señalización en este punto negro de Aragó.
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