El tranvía hasta Verdaguer suelda el último raíl y mantiene el horizonte de Francesc Macià

No hay obra pública que no lleve asido algún retraso en el calendario. Ni que sea un poco. Por eso a los políticos les gusta tan poco mojarse con las fechas de los estrenos y las inauguraciones (titular para hoy, reproches para mañana), sobre todo si se trata de infraestructuras. Lo último que se dijo sobre el nuevo trazado del tranvía por la Diagonal, desde Glòries hasta Verdaguer (calle de Girona) era que entraría en funcionamiento en marzo de 2024. Este jueves, sin embargo, el consistorio ya no ha sido tan concreto. A lo sumo, se da por seguro que circulará con pasaje en el segundo semestre del año que viene, pero queda bastante claro que no será en el albor de la primavera porque antes hay que hacer muchas pruebas. Pero al margen de lo que se ejecuta, también está lo que se planifica para el futuro. El ayuntamiento ha asegurado que en lo que hace referencia a la continuación del trazado hasta Francesc Macià, la idea es "seguir la planificación prevista". Es decir, encadenar el fin de una fase con el inicio de la siguiente. Pero hay trampa.

Oriol Altisench, ingeniero jefe municipal, ha sido el cargo de mayor rango en la última soldadura de vías en el tramo Glòries-Verdaguer, perpetrada este jueves. Un proceso bonito de ver pero muy complicado de explicar. Quédense con que parece fácil, pero no lo es en absoluto. No es un soplete, unos guantes y una máscara. No. En cualquier caso, esta operación simbólica ha servido para actualizar la hoja de ruta. Acompañaba a Altisench Lluís Alegre, el director del área de Movilidad de la Autoritat del Transport Metropolità (ATM), el ente público que ejecuta la obra y que depende (en un 51%) del Govern. Entre uno y otro han dejado claro que hay predisposición, pero que las cosas no son tan sencillas.

Los trámites...

En el anterior mandato, el gobierno liderado por Ada Colau siempre había defendido que en cuanto se terminaran las obras de lo que se está ejecutando (las obras empezaron en marzo de 2022), empezarían de inmediato los trabajo de la siguiente fase hasta Francesc Macià, el tramo más discutido, el que toca la zona noble que se transformó durante el mandato de Xavier Trias. Altisench ha repetido hasta en cinco ocasiones lo de "mantener la planificación prevista". Pero que suceda lo que se prometió en tiempos de los 'comuns' depende en buena medida de los trámites burocráticos de todo lo que se está estudiando y licitando sobre la segunda fase. Es decir, que es cierto que no se toca la hoja de ruta. Pero también es verdad que igual una cosa no lleva a la otra de manera inmediata porque no habrá dado tiempo de terminar y adjudicar todas las obras para que eso suceda.

Durante la campaña electoral, en un acto en el Círculo Ecuestre, el ahora alcalde Jaume Collboni dijo que quizás la segunda fase podía dejarse para más adelante porque Barcelona pasaba por un momento muy intenso de obras y vendría bien algo de reposo. Ya a finales de junio, con el cetro municipal en las manos, dijo que el tranvía se tenía que unir por la Diagonal -"la línea más recta", dijo-, pero luego condicionó los tiempos a la "disposición de recursos y los acuerdos con el resto de grupos" municipales. Un pacto (basta con sumar) que tiene garantizado si se suman sus 10 concejales, los nueve de Barcelona en Comú y los cinco de Esquerra, la misma 'joint venture' (hace falta un mínimo de 21) que permitió la fase en ejecución.

Recado de la 'consellera'

Este mismo jueves, a primera hora, la 'consellera' Ester Capella, en un acto de la línea 9 en la Sagrera, ha hablado del tranvía. Curiosamente, sin que nadie le preguntara y sin guardar demasiada relación con el acto en sí, ha dicho lo siguiente: "La conexión de los tranvías es muy importante y tenemos el dinero necesario para poder hacerla. Es una garantía real de derechos. Nadie se puede poner de perfil". Un mensaje directo para el gobierno del PSC en Barcelona, al que le deja claro que ni la Generalitat ni la ATM pondrán un solo impedimento. Y tampoco ERC, partido al que representa.

Así las cosas, y agarrados todos a esa promesa de mantener la famosa "planificación prevista", la pelota está en el tejado de los concursos públicos. Y una vez se vayan resolviendo, es cuando Collboni deberá decidir, desde la política, si tira adelante o deja la segunda fase para más adelante. Lo bueno es que al retrasarse la primera fase, tiene más tiempo para ir pensando el siguiente movimiento.