Hasta 80 incidencias

Las penurias de un bloque de protección oficial en Barcelona: "No sé cuándo voy a disponer de agua caliente"

De protección oficial a piso turístico por solo 230 euros

Barcelona ultima la construcción de otros 45 pisos públicos hechos con producción industrial

El bloque de protección oficial con 47 viviendas de alquiler en el barrio de Torre Baró, en Barcelona.

El bloque de protección oficial con 47 viviendas de alquiler en el barrio de Torre Baró, en Barcelona. / AYUNTAMIENTO DE BARCELONA

Jordi Ribalaygue

Jordi Ribalaygue

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Ángela ha tardado una puñado de años en conseguir un piso de protección oficial en Barcelona. Figuró en la lista de espera sin interrupción desde 2015 (ya lo estuvo antes) y, tras un largo compás viviendo arrendada en malas condiciones, logró hace medio año mudarse a un domicilio en un bloque recién construido en el barrio de Torre Baró. Pertenece al Institut Municipal de l’Habitatge de Barcelona (IMHAB), órgano dependiente del Ayuntamiento, que persigue a la constructora para que resuelva las decenas de incidencias detectadas por los inquilinos. Algunos, con bebés a su cargo.

La alegría de Ángela por un traslado tanto tiempo esperado ha quedado empañada por los defectos con los que lidia en un edificio con 47 viviendas públicas, catalogadas de alquiler asequible para personas excluidas de los estándares medios de ingresos. La mayoría paga entre 440 y 560 euros al mes. 

“No sé cuándo voy a disponer de agua caliente y cuánto tiempo -cuenta Ángela-. Al menos antes, cuando tenía butano, sabía hasta cuándo la tendría… Se junta la ilusión de tener por fin una vivienda digna, aunque arrastre problemas, con el estrés de vivir esta situación y no encontrar respuestas”. El retraso en la instalación de agua, electricidad e internet, el funcionamiento deficiente del sistema de climatización en un verano tórrido y las fugas de agua debidas a anomalías en el sistema de aerotermia que debe proporcionar refrigeración y calefacción han sido generalizados tras habitarse el inmueble, donde los inquilinos empezaron a llegar el marzo pasado.

El consistorio admite las insuficiencias, detectadas tras poblarse el bloque. Señala que la constructora ha arreglado “unas 80 incidencias” y ha destinado un operario “a jornada completa” al inmueble para resolver contratiempos. Los vecinos confirman que se ha encauzado la solución de parte de las molestias, pero atestiguan que aún arrastran averías y carencias.

Pagar dos pisos a la vez

“Estoy esperando desde abril a que vengan a hacer arreglos”, lamenta Ruth. Muestra la chapa que hace las veces de persiana -“arde cuando pega el sol”-, alude a la falta de intimidad que a veces se da en el bloque, concebido para ser luminoso -“los vecinos de enfrente llegaron a quejarse de que nos veían en el lavabo”-, y ha capeado con goteras. “Ya no tengo puesta la aerotermia porque, mientras la tuve, no paraba de chorrear. En verano, salías de casa y todos los mensajes en el grupo de vecinos eran sobre goteras y no sé qué más que se había inundado”, recuerda. La boca de metro de Torre Baró se abre enfrente del edificio. “Nos dijeron que los pisos estaban insonorizados, pero el ruido dura hasta bien entrada la noche, porque es final de línea. Ahora duermo con tapones”, asegura.  

Ruth enseña también que la barandilla del balcón se tambalea. “No me asomo nunca”, afirma. Más vecinos expresan el mismo temor. El Ayuntamiento dice que cumplen la norma, pero asume que causa sensación de inseguridad y adelanta que se reparará en las “próximas semanas”. 

Ruth convive con su hijo adolescente. Da fe de que la falta de suministros les perjudicó. “Estuve pagando dos pisos hasta junio, el anterior y este -relata-. Al principio, no nos pudieron poner el agua y tampoco nos conectaron a la luz hasta el cabo de un montón. Al mes y pico, nos pusieron agua caliente, pero no teníamos internet. Nos pilló con mi hijo en exámenes, acabando el Bachillerato para entrar en la universidad, con lo que no podía dejar el otro piso y venirme. Y estuvimos dos meses sin luz en el rellano. Tenía que ir con una linterna para entrar en mi casa”.    

El Ayuntamiento responde que el IHMAB “ha dejado de cobrar las rentas a todos los vecinos que, a causa de alguna incidencia, han retrasado entrar a vivir” en la escalera. Varios inquilinos precisan que se les dispensó un mes de alquiler.

Agua de la fuente y un recién nacido

Paula es madre de un bebé. Cuando fue de las primeras en entrar al inmueble, el pequeño aún no había nacido. “Mi embarazo era de riesgo y estuvimos 20 días sin agua -detalla-. Me tenía que ir a duchar al gimnasio… Tenía una hora de ida y otra de vuelta. Mi marido iba a cargar garrafas a una fuente. Tampoco teníamos luz ni tuvimos internet hasta mayo, con lo que no podía teletrabajar y tuve que coger la baja anticipada. No podíamos calentar agua, así que compramos un cámping gas para cocinar. Hasta nos dieron las llaves del buzón erróneas...”.

Hace poco que les arreglaron los fallos de la aerotermia. “Eran como las cataratas de Iguazú”, compara Paula. El consistorio dice que surgieron por “las dificultades y la descoordinación en la puesta en marcha”. Apostilla que “prácticamente todas las incidencias están resueltas”. “Pero de las humedades no han venido a hacer nada -opone la vecina-. Ni la puerta de la terraza ni las ventanas se cierran, a nosotros también se nos mueve la barandilla… No han venido a arreglarlo. Nosotros no pudimos quedarnos a esperar en el piso de antes. Si no, nos cobraban otro mes. Se supone que estos pisos son para personas con muy pocos recursos”.

Frío y calor en silla de ruedas

“Ya que lo pagamos todo, por lo menos que esté en condiciones”, ruega Ramona, que se desplaza en silla de ruedas y carga con un recién nacido. Reside en un bajo. Los escapes han estropeado marcos y puertas. Se las tuvieron que arrancar. “Está previsto que lo arreglen, pero no han puesto fecha. Y la casa está fría. El aire caliente no se nota nada y en verano era una sauna”, distingue.

La promoción está equipada con placas fotovoltaicas. “Pero no funcionan -puntualiza Ángela-. A lo mejor de aquí a seis meses… Se supone que tendremos un descuento en la factura, pero ahora no lo tenemos. Quien ha podido se compró un aparato portátil de aire condicionado y los que no, estuvimos a 30 grados. Se debe mejorar la gestión y el mantenimiento de este tipo de domicilios. Cada vez van a ser más necesarios, porque a pesar de trabajar no podemos acceder a las viviendas privadas”. El consistorio expresa que el IMHAB “está encima para resolver todas las incidencias” y “mejorar los canales de comunicación y acompañamiento” para los afincados.