Barceloneando
Los peces urbanitas de Barcelona: se ven desde caballitos de mar hasta tiburones
Parece el cásting de una peli Disney. A pie de playa hay más de 800 especies marinas. Hace 7 años que Anèl•lides rastrea la vida bajo el mar en Barcelona
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Ana Sánchez
Periodista
En vez de “¿cómo estás?”, a ella le preguntan “¿que has hecho qué?”. No sabe cocinar, pero sí tirar hachas. Si le haces una pregunta retórica, lo más probable es que la responda. Autora de ‘Barcelona increíble’ (Ediciones B).
Dirías que es una alucinación: cómo cuando ves un barco hundido o el precio del aceite de oliva. Estás en la Mar Bella, a apenas tres minutos de aleteo mar adentro. Parece el cásting de una peli Disney. Van y vienen cientos de pececillos con prisa de ciudad. Un pulpo te mira con pinta de echarse a cantar. Solo falta que te venga alguna raya preguntándote por Nemo.
No hace falta llegar ni a la boya. A menos de 150 metros de la orilla, a pie de espigón, se ven rayas, caballitos de mar, hasta tiburones. “La gente no tiene ni idea de qué hay en las playas de Barcelona”, asegura Andrea. Ya han contabilizado más de 800 especies de peces urbanitas. “De momento –puntualiza ella-. Yo creo que llegaremos a mil”.
Los peces ya la miran con cara de ‘¿pero tú no tienes casa?’. Andrea Comaposada, 33 años, es bióloga marina. Se puede tirar 2-3 horas al día haciendo esnórquel con su cámara. Lo mismo te explica por qué el mar es azul que te enseña a diferenciar un sargo de una oblada. Se sabe de carrerilla más de 600 especies, nombres en latín incluidos.
Anèl•lides, se lee en su camiseta. “Educamos y divulgamos para promover la conservación del medio marino”, resume en la web. Hace 7 años que Andrea fundó esta empresa de científicas emprendedoras. “En ciencia - apunta- siempre ha sido más difícil para las mujeres hacerse un hueco”.
Organizan desde talleres en coles hasta cursos de biología con buceadores, incluso hacen cuentos dedicados al mar. Cada fin de semana montan la BioMARató: sesiones de esnórquel con cámaras por las playas de Barcelona. ¿La misión? “Reportar el máximo posible de organismos vivos marinos a través de fotografías subacuáticas”. Las fotos luego se suben a Minka, una plataforma de ciencia ciudadana (minka-sdg.org). “Es como un Facebook de naturaleza”, compara la bióloga. Llevan casi 30.000 observaciones y 829 especies identificadas gracias a “ciudadanos científicos”. Ya habrán participado más de 250 personas –calcula Andrea- subiendo fotos de sus encuentros marinos. Es el “proyecto pilar” de Anèl•lides: Urbamar Bio. Hace 7 años que rastrean la vida submarina de Barcelona, Sant Adrià del Besós y Badalona.
Hoy toca curso de biología marina en el club de buceo Vanas Dive. Andrea va detallando la fauna marina urbanita que vive en la Mar Bella antes de meterse en el mar con una panda de submarinistas. “Entrenamos el ojo –adelanta-. Para entrar al agua de otra manera”. Hasta ahora al bucear en Barcelona solo veías peces. Una hora después, verás LOS peces. “Y cuando conoces algo –apunta la bióloga- es cuando más lo empiezas a conservar”.
Es muy fácil encontrarse aquí mismo rayas instagrameables-, pulpos, peces aguja, sepias con pinta de alienígena, camarones con lunares, microbichos de colores que parecen sacados de alguna galaxia muy lejana (nudibranquios), incluso caballitos de mar. “Hay 5 poblaciones de caballitos –detalla Andrea-: están detectadas en el Fòrum, Llevant, Mar Bella, Sant Miquel, y Sant Sebastià”. No se mueven mucho de zona, pero es difícil localizarlos. “Miden 10 centímetros y se mimetizan mucho con el fondo marino”. Hay quien ha llorado al verlos.
“El mar engancha”, te advierte Andrea al verte con la boca abierta. “Cada vez eres más curioso, cada vez quieres conocer más”. Y te va enseñando las fotos de la guía de Anèl•lides, con 232 especies detalladas. “Son las más comunes”. ‘Guía participativa marina del Barcelonès’ (se puede descargar aquí). “Es la primera guía participativa que se hace en el mundo –afirma Andrea-. Con fotos de gente. Este libro está hecho por más de 250 personas”.
Que sí, que en Mediterráneo también hay pececitos de colores: el pez verde y la doncella. Se ven bancos de salpas, los de las rayitas amarillas, y castañuelas de azul eléctrico (las juveniles). Aunque el pez con más coloraciones del Mediterráneo –informa Andrea- es la barriguda: una babosa con cara de Homer Simpson pensando en cerveza. Parece que lleve un plumero en la cabeza. Suelen ser marrones, pero les salen los colores en época nupcial. “Nosotros decimos que se visten de gala”, se ríe. Y posan con profesionalidad de ‘influencer’.
Se ve mucha gorgonia y anémona de postal, estas sin Nemos, y hasta árboles de Navidad (es una especie exótica). “Los fideos de mar son guapísimos –muestra Andrea- y el tomate marino también gusta mucho”. La estrella de mar es una de las “especies emblemáticas de Barcelona”. La típica es la roja, pero también se ve la espinosa. “Puede llegar a tener 10 patas”. La bióloga se encoge de hombros. “¿Cómo puede ser que la gente de Barcelona se vaya a la Costa Brava a hacer submarismo y esnórquel?”.
¿Lo más sorprendente que se puede avistar en Barcelona? Tiburones. “Hay más de 40 especies en el Mediterráneo”, explica Andrea. De hecho, se han visto tintoreras a la altura de las boyas, asegura la bióloga. “Pero no se ven tan fácilmente –lamenta-. Ojalá. Es una muy buena señal. Cuando está el gran depredador de los mares es que hay comida. Si te falta, es que algo pasa”. Aquí nadie tararea la banda sonora del ‘Tiburón’ de Spielberg. “El tiburón te va a atacar si se ve acorralado o si se piensa que eres una presa -Andrea desmiente su fama peliculera-. Hay más muertes por electrocución con tostadoras que por tiburones”.
Te metes en el agua y empiezas a reconocer los bancos de castañuelas, salpas, ahí viene una bandada de flechas plateadas. Distingues las doncellas de colorines, los sargos -un punto en la cola-, y las morrajas -dos líneas negras-. ¡Mira!, esos son salmonetes, los de los bigotes, y el de la cara de enfadado, ¿cómo se llamaba?, el serrano. Ahora los señalas en el agua como si fueran ‘celebrities’.
En apenas media hora, Andrea hace 288 fotos. “En cada inmersión hago mínimo 300, 400”, dice ya en tierra sin aspavientos. En esta habrá visto –calcula por lo bajo- unas 40 especies. Te va enseñando fotos. Parece que ella haya estado en el Caribe. Ahí tiene un primer plano de la babosa colorida digno del ‘¡Hola!’ “En media hora se puede ver de todo –garantiza-. Si te fijas”. Este año se están viendo solo con las gafas y el tubo hasta meros. “El mar siempre sorprende –garantiza Andrea-. Se tiene que ir con los ojos bien abiertos”.
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