Chequeo estival

La Rambla y el litoral lideran los precios del terraceo en la Barcelona turística

Barcelona mantiene la bonificación del 75% de la tasa de terrazas en 2023

Denuncia masiva a terrazas de la Rambla por exceder las mesas autorizadas

Unos turistas de copas en una terraza de la plaza Reial.

Unos turistas de copas en una terraza de la plaza Reial. / Jordi Otix

Patricia Castán

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Pocos barceloneses se atreven a sentarse a tomar algo en la terraza de un eje turístico. Saben que pagarán más por cualquier consumición que en sus barrios e incluso imaginan importes que pueden superar la realidad. Así que la clientela de algunas de las zonas más concurridas suele ser esencialmente foránea y menos crítica con la factura final. ¿Es prohibitivo hoy para un vecino de Barcelona tomarse una caña o un simple cortado en la Rambla, la Barceloneta, el paseo de Gràcia o el entorno de la Sagrada Família, entre otros? El Periódico ha recorrido los puntos más visitados de la urbe y ha corroborado que los precios se elevan por encima de la media, y con una pandemia de por medio en general solo han sufrido ligeros ajustes respecto a 2016, cuando este diario hizo un amplio chequeo.

Algunos ejes resultan alrededor de un 50% más caros que los barrios no turísticos, pero donde el termómetro de los precios se dispara claramente es en la Rambla: por una copa de algo más de tres cuartos de litro (cuesta encontrar dosis 'estandar') se piden hasta 15 euros, precios que ya se daban hace siete años. Y por un cortado, hasta 3,5 euros, donde sí se han producido aumentos que suelen ir de los 30 a los 50 céntimos, pero que son asumibles para el viajero internacional, acostumbrado a los altos precios en buena parte de Europa. Junto a algunas terrazas de la Barceloneta y del Front Marítim dibujan los precios más altos para tomar algo a la fresca en la ciudad.

El experimento no tiene afán estadístico porque este trabajo de campo se ha realizado aleatoriamente en locales de los principales ejes turísticos: son precios reales, tíquet en mano, de un café y una cervesa en un par de establecimientos por cada zona, además de consultar en algunos locales cercanos. Cabe la posibilidad, pues, de que en una misma calle haya opciones más baratas y también más caras, pero permite hacerse una idea de cómo cotizan estas zonas y cómo han evolucionado en los últimos años.

Brindis de macro cervezas en la Rambla, hace unos días.

Brindis de macro cervezas en la Rambla, hace unos días. / Jordi Otix

Patronales y administraciones carecen de estudios oficiales recientes sobre precios medios en Barcelona de las consumiciones más habituales. El Gremi de Restauració de Barcelona subraya que, en virtud del libre mercado, cada empresario puede fijar un tipo de oferta, tamaño, presentación y precio a su criterio. Sobre el terreno, llama la atención el retroceso de los suplementos por terraza: cada vez más locales no distinguen precios entre exterior e interior porque la refrigeración se ha revalorizado este verano.

El 'low cost' frena escaladas

En barrios no turísticos como pueden ser Sant Andreu, Sants, Baix Guinardó, la Nova Esquerra de l'Eixample o El Clot, entre otros, uno puede tomar una caña (el tamaño que algunos llaman "copa", no el de vaso pequeño) en una terraza con relativa facilidad por entre 1,9 y 2,4 euros, según su ubicación en una calle secundaria o plaza, así como un cortado por entre 1,30 y 1,70 euros. Partiendo de esta base, los tiquets constatan que todo eje de gran afluencia turística está por encima.

En zonas de moda, como Sant Antoni por ejemplo, la cerveza elegida al azar en la calle de Parlament se eleva a 2,80 euros. Un operador con varias cafeterías-restaurantes en el Eixample pone sobre la mesa que el sector sigue haciendo un gran esfuerzo de contención de precios pese a la inflación de los últimos años y el impacto del coste de suministro eléctrico durante algún tiempo. Una de las razones es la fuerte competencia: "Los bares que se han traspasado a empresarios chinos son cada vez más y ellos aprietan mucho con el precio", tercia.

Tíquet por una cerveza y un cortado en una terraza de la Rambla.

Tíquet por una cerveza y un cortado en una terraza de la Rambla. / P. C.

No obstante, desde el Born, un grupo importante grupo restaurador añade que las zonas turísticas han realizado ajustes de precios mínimos porque "ya tenían un margen amplio de beneficio" sobre todo en las bebidas (que no en la alimentación), al contrario que los barrios, donde los costes de las pequeñas consumiciones eran tan ajustados que las subidas de 10, 20 o 30 céntimos en un café o bebida tras la pandemia han sido "necesarias para su supervivencia".

También las crecientes panaderías-degustación, caracterizadas por el 'low cost' incluso cerca de zonas calientes, ejercen de competencia y freno a los incrementos. Un tercer elemento ha aportado cierta estabilidad a los importes de consumiciones cotidianas: la bonificación municipal a la tasa de terrazas, que es del 75% desde la pandemia porque se prorrogó. Y es posible que la normalización de los precios de cara al año fiscal 2024 (y la aplicación de los aumentos que se anunciaron antes de la crisis sanitaria y apenas llegaron a aplicarse un par de meses) fuerce subidas a corto plazo para el consumidor.

Una copa de cerveza y un cortado por un total de 5,40 euros en la avenida Gaudí.

Una copa de cerveza y un cortado por un total de 5,40 euros en la avenida Gaudí. / P.C.

Por el momento, si un barcelonés quiere disfrutar del terraceo más turístico, deberá estirar su presupuesto en mayor o menor medida. Por ejemplo, el paseo de Gràcia, pese a haberse convertido en el eje comercial más cotizado de la ciudad y alinear a todas las grandes marcas de lujo, cuenta con terrazas donde una caña vale 3,35 euros y un cortado 2,75, o donde la primera cotiza a 3,70 y el segundo a 2,15, lo que supondría precios en torno a un 50% o más por encima de los barrios no céntricos. En el experimento realizado por este medio hace siete años, también aleatorio, aún nos topamos incluso con cervezas más caras, a 4,50 euros.

Turistas y vecinos mezclados en el Eixample

Muy cerca, en la Rambla Catalunya, hay unos cuantos operadores que aún reivindican que "la gente de la ciudad ha de ser bien tratada" y sirven un excelente café a un precio de 2,05 el cortado en una agradable terraza, donde la cerveza se paga a 3,35 euros, mientras que los turistas que piden una 'pinta' (medio litro) abonan 5,2 euros. Solo el primero se ha encarecido respecto a la prepandemia. A 20 metros, en calles transversales, bares regentados por chinos y franquicias de panaderías posibilitan la rareza de tomar algo en pleno centro por bastante menos, casi a precios de barrio.

Turistas tomando algo en una terraza de la Barceloneta.

Turistas tomando algo en una terraza de la Barceloneta. / Manu Mitru

En la avenida de Gaudí, pese al río de viajeros, las terrazas mantienen un mix de usuarios locales y extranjeros. Por una copa de cerveza y un cortado se pagan 3,20 y 2,20 euros respectivamente, con vistas al templo y el Hospital Sant Pau. No es barato para un vecino, pero sí por debajo de los precios que se puedan encontrar en grandes urbes europeas a pie de iconos internacionales.

Ciutat Vella cotiza alto

La avenida de Joan de Borbó es otro de los núcleos en cuyas terrazas estos días cuesta dar con algún rostro local. Su proximidad a la playa y su reclamo gastronómico (venido a menos) lo convierten también en zona de tragos. Pero aquí hay disparidad de conceptos: desde terrazas coquetas donde es posible abonar respectivamente 3,30 y 1,80 incluso a medianoche por cerveza y café (con leves incrementos sobre 2016), hasta espacios claramente enfocados al turista donde los camareros se abalanzan sobre el paseante para venderle comidas o sangrías, replicando el modelo de la Rambla. En esos casos, uno de ellos nos pide 12,5 euros por la jarra de cerveza de litro, 6 por medio litro y 3,5 por un caña, sin especificar la medida. Precios similares se repiten en establecimientos en esa línea.

No muy lejos, en el Born pueden encontrarse precios similares, con oscilaciones de unos 30 céntimos más bien a la baja y aumentos por debajo del 10% desde 2016. Y en la plaza Reial, acaso por la proximidad con la Rambla, la factura ya se eleva considerablemente. En una de sus terrazas se pagan por una copa 5 euros, mientras que nos informan de que tienen la jarra de medio litro a 7 y la de litro a 10, frente a un cortado a 3 euros. Otro bar, en este caso muy arraigado a la plaza y donde no falta público local, tiene las cañas a 3,50, o sea un 30% más asequibles que su competencia, de modo que es díficl evaluar las subidas de los últimos años en este emplazamiento. La mayoría de clientes foráneos, no obstante, se sientan indistintamente en unos u otros dando por hecho que los precios serán homogéneos.

Locales que quiere eliminar Ada Colau en el frente marítimo.

Algunas de las cotizadas terrazas del Front Marítim. / EP

Al lado, los excesos se concentran en la Rambla, donde han sido denunciados diversos veladores por exceder el espacio autorizado. Algunas terrazas del tramo alto sí permiten cañas, con precios que pueden rondar los 4 euros, y jarras de medio a tarifas dispares. Pero la parte baja aglutina a restaurantes de similar aspecto donde se imponen las grandes dosis. El personal no ofrece otras medidas y cobran a este diario por lo que llaman "perolos" de "unos 800 mililitros", aclaran, 14 eurazos. Muy cerca, se encuentra a 10,8 la jarra de litro, pero también a un precio cerrado de 15 euros el famoso perolo, sea de birra o de sangría, con precios en la misma línea que en el chequeo anterior. Por un cortado (malo) abonamos 3,5 euros.

Si alguien apuesta por caminar e instalarse en la terraza de un mítico local de la plaza Catalunya para contemplar el paisaje humano, el tíquet bajará: 2,30 por el cortado y 3,30 por la copa. Pero si se dirige a la primera línea de mar, en el paseo Marítim pagará el horizonte azul, el caché de los locales y el confort de sus terrazas 'chill out' a través de cafés a 3,5, cortados a 4; y de cañas (33cl.) a 4 euros o 6,25, según el negocio y la marca, y botellines a 7. Hace siete años las cervezas eran algo más asequibles en algún establecimiento y los cafés no pasaban de 2,9.

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