Arqueología y urbanismo

La reforma de la Rambla reflota restos de la muralla del siglo XVIII y del convento de Sant Francesc

La Rambla retira el contador que registraba los días de retraso de su reforma

Las obras de la Rambla de Barcelona empezarán el 3 de octubre

Carlos Márquez Daniel

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Los arqueólogos son personas capaces de crear 'renders' mentales de un pasado muy lejano. Las imágenes virtuales se usan para ilustrar algo que todavía no está terminado, pero estos sabuesos de la historia pueden ver cosas que ya no están. Y lo que es todavía mejor: divulgarlo y que se entienda. En la Rambla de Barcelona, en la parte más marítima, punto en el que se ha empezado la reforma del paseo que parte en dos Ciutat Vella, era de sobra conocido que irían apareciendo retales de la ciudad que ya no es. En marzo sumergieron restos del antiguo cuartel de las Drassanes, construido en 1792, año en el que Francia abolió su monarquía para abrazar la república. Ahora, en pleno agosto, se ha dado a conocer un segundo hallazgo.

Se trata de la muralla moderna del siglo XVIII y restos del antiguo convento de Sant Francesc (siglos XIII a XVIII). Se documentará y se realizará una sesuda memoria de todos los descubrimientos. Luego, las estructuras se cubrirán o se eliminarán en el caso de que los elementos coincidan con el proyecto ahora en marcha. Quizás les parezca raquítico este nivel de protección del patrimonio, pero tengan en cuenta que si estuviéramos en vísperas de los Juegos del 92, todo derribado y ni una noticia del asunto.

Trabajos arqueológicos para documentar los hallazgos en la parte baja de la Rambla

Trabajos arqueológicos para documentar los hallazgos en la parte baja de la Rambla / Elisenda Pons

La mención a las Olimpiadas no es cosa menor. Luego iremos a esa Barcelona, pero antes, una breve descripción de lo que puede verse, desde las laderas de la arteria, en la punta litoral de la Rambla. Lo explican Xavier Maese, arqueólogo del servicio de Arqueología del consistorio, y Carles Carbonell, también arqueólogo y director de la excavación.

Lo primero es situarnos en el tiempo. Más o menos, finales del siglo XVIII. El convento de Sant Francesc ocupaba todos los terrenos desde la actual plaza del Duc de Medinaceli hasta la Rambla, donde estaban los huertos. Todo esto esto eran campos, efectivamente. Justo delante de donde ahora está la sede del Gobierno Militar (edificio levantado a principios del siglo XX) se ha encontrado la noria de agua con la que se regaba la huerta de los franciscanos, que los militares no derribaron porque, seguramente, la usaron como pozo. Es decir, no hubo sensibilidad patrimonial, sino sentido de la practicidad.

Dios y las armas

"Tienes que imaginarte una rueda de molino que va sacando el agua, un borrico que es el que acciona el mecanismo y en esa dirección (mirando hacia Via Laietana), los huertos y, al fondo, el convento", describe Carbonell. A unos cinco metros de la zanja, se distingue uno de los cuatro muros que configuraban el semibaluarte de Drassanes, una construcción defensiva que formaba parte de la muralla moderna, levantada a finales del siglo XVIII y derribada en 1854. La Rambla era entonces un 'cul de sac'. Tiempos en los que Barcelona se debatía entre la protección divina o el amparo de las armas y las fortificaciones.

Los descubrimientos, sostiene Carbonell, presentan un grado de destrucción "muy elevado", pero bastan para confirmar la dirección que señalaba toda la documentación y los planos antiguos, que marcaban tanto la muralla como el convento. También se ha encontrado el primer colector de la Rambla, con 'volta' catalana, y el muro de cierre de una de las naves de la Generalitat de las Drassanes Reials (siglo XVII), así como, y ahora sí vamos a 1992, elementos contemporáneos que explican tanto la historia reciente como la evolución del cuidado del patrimonio histórico.

Perfil de los tres colectores instalados durante la era preolímpica

Perfil de los tres colectores instalados durante la era preolímpica / Elisenda Pons

Junto a la noria de agua, a escasos 30 centímetros, se distingue una enorme tubería de cemento. A izquierda y derecha, otras dos cañerías, también grandes, que por suerte, y seguramente sin querer, sortean la fuente del convento. Son tres colectores (solo uno parece seguir activo) que se ejecutaron casi al mismo tiempo en vísperas de los Juegos, cuando, admite Maese, el cuidado por la cosa viejuna era, por decirlo suavemente, escaso. No es ningún secreto que la Barcelona olímpica se esculpió en un tiempo récord. Las rondas, la Vila Olímpica, adecentar la ciudad.

Casi todo controlado

La Generalitat no dispuso de un departamento de Arqueología hasta 1981 (hasta la fecha existía, desde 1945, un pequeño grupo asido al Museo de Historia de Catalunya), pero a partir de 1986 ("a la ville de...") hasta 1992, pasó por delante el compromiso con los Juegos. El patrimonio que pudiera emerger, si no era una cosa excepcional, mala suerte. La Ronda Litoral, afortunadamente, era agua en tiempos remotos, así que ahí poco se destruyó. Sí hubo más desgracias en la Ronda de Dalt y en el Poblenou. "Ahora está todo mucho más controlado y se nos pasan pocas cosas", sostiene Carbonell. En cuanto a la obra pública, cuando hay indicios de que aparecerá algo, siempre hay un arqueólogo a pie de obra. En la cosa privada, la cosa va por barrios, y por voluntades.

Uno de los muros de semibaluarte de finales del siglo XVIII

Uno de los muros de semibaluarte de finales del siglo XVIII / Elisenda Pons

Cuentan los expertos que la reforma de la Rambla cogerá mayor velocidad a partir del Portal de Santa Madrona. No porque haya menos patrimonio escondido, sino porque ahí el paseo ya coincide con el metro y la construcción del subterráneo, a principios y mitad del siglo pasado, se llevó por delante cualquier resto de la Barcelona antigua. "Como mucho puede aparecer algo en los laterales", avanza Maese. Sobre lo que se derribará, explica que la instalación de pilonas de seguridad (consecuencia del atentado de 2017) obliga a perforar mucho, y estarán en un lugar que coincide con parte de la muralla, que deberá ser parcialmente derribada. Sus piedras, originales de la cantera de Montjuic, que se explotó desde los iberos hasta bien entrado el siglo XX, serán recicladas. Así que, de alguna manera, el valioso mineral de la montaña del frente marítimo todavía sirve para seguir levantando la Barcelona del siglo XXI.