Zigzag al volante

El gobierno de Colau estudia flexibilizar pacificaciones escolares con pilonas y tránsito intermitente

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Un coche circula por el tramo en obras para pacificar la calle que da entrada a la escuela Font d'en Fargas, en Barcelona.

Un coche circula por el tramo en obras para pacificar la calle que da entrada a la escuela Font d'en Fargas, en Barcelona. / JORDI OTIX

Jordi Ribalaygue

Jordi Ribalaygue

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La solución salomónica con la que se ha tratado de calmar la disputa entre familias de escolares y vecinos por una pacificación que limita el tráfico en la Font d’en Fargues, en Barcelona, ha deparado una extraña combinación: una vez que acaben las obras en los próximos días, los 80 metros remodelados de la calle Pintor Pradilla permanecerán abiertos a la circulación en el tramo que discurre delante de la entrada del colegio del barrio, pese a que se interpondrán bancos, gradas y ‘aparcabicis’ en mitad de la calzada. La fórmula no acaba de contentar a nadie, porque ni prohíbe del todo el paso a los vehículos, como pretendía la Asociación de Familiares de Alumnos (AFA) del centro, ni se ha desistido de ocupar el arcén con mobiliario urbano, para disgusto de residentes de la zona.  

El resultado es una mezcla algo confusa, llamada calle de convivencia. Es decir, la senda es al mismo tiempo peatonal y abierta al acceso rodado, si bien los conductores no pueden circular a más de 10 kilómetros por hora y están obligados a zigzaguear al volante para esquivar zonas de juego y asientos si se adentran por la travesía. La teniente de alcaldía de Urbanismo, Janet Sanz, concede que resulta necesario estudiar cómo disolver el potencial riesgo que entraña que los menores y sus familiares se esparzan en una vía en que, por más que el firme se pinte y se instalen sillas y jardineras, los coches pueden seguir circulando.   

“Es una de las cuestiones que debemos revisar. No solo pasa en la Font d’en Fargues, hay otros casos dentro del programa ‘Protegim les escoles’ en ese mismo sentido”, admite la concejala de Barcelona en Comú. Sanz explica a EL PERIÓDICO que ha dado indicaciones al arquitecto jefe del ayuntamiento, Xavier Matilla, para examinar la paradójica situación que se produce a las puertas del colegio Font d’en Fargas y otros centros educativos.

“Son calles en que no tendría sentido que el acceso estuviera cerrado todo el día, pero hay que encontrar la manera para que sí lo esté en las entradas y las salidas de las escuelas”, plantea la edila del gobierno de la alcaldesa Ada Colau. La teniente de alcaldía sugiere implantar algún método reversible que permita abrir y sellar el paso a conveniencia; por ejemplo, mediante pilonas móviles colocadas a un extremo y otro de la vía.

“Se podría instalar un mecanismo con el que se supiera que, por ejemplo de 8.30 a 9.30 y a las salidas de los colegios al mediodía y por la tarde, no se podrá circular por allí”, propone Sanz. Opina que sería una fórmula apta para mejorar la semipeatonalización en lugares donde “pasan muy pocos coches y el riesgo es muy bajo”. Señala que esa es la tónica en el breve pasaje de Pintor Pradilla en que se han aplicado los principios del urbanismo táctico, origen de discrepancias y reproches cruzados entre miembros de los comunes y el PSC del ejecutivo municipal.

De todos modos, Sanz defiende que las restricciones al tráfico en 219 puntos de Barcelona con colegios en sus inmediaciones atienden a un “cambio de paradigma” en la movilidad de la ciudad. “Cuando se acerca a una escuela, un vehículo debe saber que llega a un lugar frágil y que tiene que frenar. De ahí la pintura y el mobiliario para bajar la velocidad y adecuarla para tener margen de maniobra”, recuerda.

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