Óptica vecinal

Los barrios de la Ronda de Dalt pagan las pacificaciones en Barcelona: "Cada vez hay más tráfico"

La cobertura de la Ronda de Dalt: el desafío urbanístico del próximo mandato en Barcelona

Vídeo | Colas de 10 kilómetros en la Ronda Litoral de Barcelona

Los atascos no solo dificultan la vida de los coches que circulan por ella, sino también la de los que la rodean

Retención en la Ronda de Dalt.

Retención en la Ronda de Dalt. / Ferran Nadeu

Ferran Dalmau

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Lunes, once kilómetros. Martes, seis kilómetros. Miércoles, ocho. Las colas son habituales una semana tras otra desde hace incluso más años que las protestas. La Ronda de Dalt es la vía donde más crece el flujo de tráfico, un aumento del 8% desde 2015, de los 150.000 vehículos por día a los 162.000, según datos del reciente informe de movilidad del área de Urbanismo del Ayuntamiento de Barcelona para contrarrestar las críticas por la 'superilla'. La mayoría de calles salen bien paradas del estudio, pero en la ronda las cifras aumentan, en parte, por la desviación de los coches que evitan los ejes pacificados.

Aunque la pacificación de algunas calles es reciente, el problema viene de lejos y desemboca en unos datos actuales que frustran a los barceloneses. “Empezamos a reclamar en 2007”, cuenta un vecino de la Ronda, “y estamos aún en el mismo punto. O peor. Cada vez hay más tráfico”. Lo que pide la Asociación de Vecinos de la Ronda de Dalt es, desde siempre, la cobertura de la ronda.

Una reivindicación olvidada que sale a relucir cada cuatro años en periodo de campaña. Este mismo martes, el candidato de Junts, Xavier Trias, lo ha vuelto a poner sobre la mesa en el debate de SER Catalunya y El País, recordando a la alcaldesa Ada Colau que la petición fue aprobada por todos los grupos políticos. De la promesa de Trias en 2015, que se cifraba en 400 millones, solo se han invertido 17 para tapar los tramos que pasan por los barrios de la Guineueta y Canyelles.

El problema viene de lejos pero cada vez se agrava más y aumenta su sesgo respecto al resto de la ciudad. La pacificación de los ejes verdes ha supuesto un descenso general del tráfico, un 11% menos en toda la ciudad. Su vía homóloga, la Ronda Litoral, ha perdido un 5% de tráfico y el fenómeno ha sido aun mayor en otras vías también importantes de salida de la ciudad, como la Meridiana y la Gran Vía, un 27% y un 15% menos respectivamente. “En las horas puntas es un viacrucis, se generan unos tapones imposibles”, explica Pau Garcia, vecino de Horta.

Los atascos no solo dificultan la vida de los coches que circulan por ella, sino también la de los vehículos que la rodean. Otra vecina, Noemi, recuerda sufrir por la velocidad derivada en los laterales de la ronda: “Se desvían por fuera y circulan a 60 o 70 por hora cerca de los colegios cercanos”. Desde la asociación de vecinos se indignan al compararse con otros barrios: “En otros distritos está lleno de restricciones a 30 kilómetros por hora. Aquí no hay ninguno”, explica un portavoz a este diario. Además, explica Pau Garcia, ahora las calles que dirigen a la ronda se colapsan más: “Si antes tardaba cinco minutos en llegar a la Ronda, ahora tardo más de veinte”.

La reclamación es conjunta de distintas zonas afectadas, pues las colas no se resignan a un solo punto. A Horta se le suman Vall d’Hebrón, Montbau, Sant Genís y la Teixonera, los barrios que trabajan en una reclamación conjunta. Hace ocho años, justo antes de la irrupción de Barcelona En Comú, consiguieron que todos los partidos se comprometieran a avanzar en el cubrimiento de la vía (CiU, ICV, PP, ERC y PSC). Pero nunca han conseguido dar un paso más.

Contaminación y ruido

“Es una cuestión de salud”, sentencia Manuel, miembro de la asociación vecinal denunciante. El ruido se suma a la contaminación y frustra a los ciudadanos, cuenta: “No sé si es más grave la contaminación ambiental o la acústica”. En la Asociación ponen cifras a esa queja: “Tenemos pisos con sensores que registran más de 80 decibelios por hora, en un polígono nadie lo permitiría”. Piden desde 2008 asfalto de sonido reducido o pantallas de protección acústica: “Lo único que hace falta es voluntad”, sentencian.

En los últimos años, Barcelona ha visto cómo se soterraba la Ronda del Mig y más recientemente la plaza de Les Glòries, y cómo los vecinos de esas zonas celebraban el descenso del ruido. Pero en la Ronda de Dalt todo continúa igual. Un vecino cuenta una anécdota ilustrativa. Hace unos días, explica, un motorista cayó en la Ronda en hora punta y aunque solo salió levemente herido, un carril quedó inutilizado. Los atascos fueron notables y los Mossos, cuenta, no pudieron llegar hasta veinte minutos más tarde. Cuando él se marchó, la ambulancia todavía no había llegado.

“Es una realidad que no entiende de colores: la Ronda está colapsada”, cuenta Pau Garcia, que habitualmente la usa para ir a trabajar. Manuel concuerda: “Está atascada desde las siete de la mañana hasta las ocho de la tarde”.

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