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La retrocueva de los videojuegos: en este sótano de Barcelona hay 200 consolas ‘vintage’ y 1.600 juegos

El cielo arcade está en Cornellà

Aquí necesitarías más tiempo libre que el de todos los colaboradores de ‘Sálvame’ juntos. Buena parte de la colección se instalará este fin de semana en La RetroBarcelona de La Farga

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A1-174385259.jpg / ANNA MAS TALENS

Ana Sánchez

Ana Sánchez

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Tienes que reprimirte los grititos ochenteros. “Alucina, vecina”, susurras para el cuello de la camiseta. Viajas 40 años atrás en menos de lo se tarda en arrancar el DeLorean de ‘Regreso al futuro’. En lo que bajas unas escaleras. Llegas al sótano y te empiezan a hablar en pesetas. Bienvenido a los 80: cuando nuestra mayor preocupación era por qué Espinete se ponía pijama para dormir si iba todo el día en bolas. 

La retrocueva”, la llaman. Es un sótano doméstico. Parece el paraíso de cualquier exniño de EGB. Mires donde mires, hay videojuegos retro. 80s y 90s. Al fondo, una hilera de pantallas en las que centellean el Tetris, el Street Fighter, el Puzzle Bobble, el Pang. Habrá cerca de 200 consolas ‘vintage’ en las estanterías, unos 1.600 juegos. Aquí necesitarías más tiempo libre que el de todos los colaboradores de ‘Sálvame’ juntos. 

A la izquierda, el museo de las consolas. A la derecha, el de los juegos. En la vitrina del centro, maquinitas de bolsillo: de la Game & Watch a la Gameboy.

A la izquierda, el museo de las consolas. A la derecha, el de los juegos. En la vitrina del centro, maquinitas de bolsillo: de la Game & Watch a la Gameboy. / ANNA MAS TALENS

Aún está terminando de montar la zona ‘gaming’, se disculpa Carles. Ponle a prueba: tiene todos los videojuegos de tu infancia. Carles Garcia. 46 años. Eso significa que empezó a jugar cuando los videojuegos se cargaban con cintas de casete. Ahora es IT Mánager. Capaz de teletrabajar en este búnker ‘vintage’ rodeado de consolas. Este fin de semana llevará buena parte de su colección a La Farga de L'Hospitalet. Es el presidente de la asociación cultural RetroBarcelona. Montarán un salón recreativo de los 80 y 90 de 5.000 metros cuadrados.

Carles Garcia juega al Street Fighter en la zona de 'gaming' doméstica de su retrocueva.

Carles Garcia juega al Street Fighter en la zona de 'gaming' doméstica de su retrocueva. / ANNA MAS TALENS

A los tres minutos, empiezas a mirar a sus dos hijos con envidia cochina. A los cinco se lo dirás a bocajarro: “Adóptame”. No eres la única que se lo ha pedido esta semana. El lunes colgó en Twitter una foto de su nueva zona de juegos casera -“¿apetecen unas partiditas?”-, y ya va por las 45.000 visualizaciones. “¿Pero eso es tu casa?”, la gente flipa en colores, como se hacía antes. “Deberías poner +18: es hasta pornográfico”, le ha comentado algún tuitero. ¿Dónde se sacan las entradas?”, le preguntan. “Algún día –confía Carles-, si el Ayuntamiento de Barcelona nos hace un poquito de caso, a ver si se puede abrir alguna cosa”, se encoge de hombros. “En otras ciudades de España ya han hecho museos”. 

Magnavox Odyssey: así es la primera consola de la historia.

Magnavox Odyssey: la primera consola de la historia. / ANNA MAS TALENS

Ahí está la primera consola de la historia: Magnavox Odyssey. Salió en 1972. “Esta ya ni la encuentras”, asegura Carles. Podría pedir por ella 2.500 €, calcula. Lo mismo te saca de sus estanterías-museo la primera consola de Sega que el primer Super Mario Bros de Nintendo o la primera Play. Y muchas, muchas “japonesadas”, que dice él. Rarezas como el ordenador ochentero X68000 o la X-Box Debug Kit, un kit de desarrollo. ¿Y el mejor videojuego de la historia? Carles no duda ni un segundo y aparece con el Zelda de la Super Nintendo.   

El Zelda de la Super Nintendo, el mejor videojuego de la historia según el coleccionista.

El Zelda de la Super Nintendo, el mejor videojuego de la historia según el coleccionista. / ANNA MAS TALENS

“Este es el Rolls-Royce de las consolas”. Carles te enseña ahora la Neo Geo AES. “En la época valía 100.000 pesetas", detalla. Está hablando de principios de los 90. "Y cada juego te costaba ¡25.000 pesetas!”. Ahora ronda los 1.000 €. “Todo es original”, garantiza. La mayoría de piezas sigue en sus cajas. Su frase más repetida en el ‘tour’ doméstico es: “Tengo otra”. “Mis amigos siempre se ríen de mí –confiesa- porque lo tengo todo duplicado o triplicado”. En el suelo hay una hilera de Xbox 360. Tiene 15.  

Detalle de la Neo Geo AES, el Rolls-Royce de las consolas.

Detalle de la Neo Geo AES, el Rolls-Royce de las consolas. / ANNA MAS TALENS

En un Excel está todo lo que se ha gastado. “Cuando vi que la cosa se me iba de madre un poco –recuerda-, empecé a apuntar lo que me costaba cada juego. Llegó un momento en el que daba miedo”, se ríe. Últimamente no lo actualiza mucho, no. ¿En total? 30.000 euros, calcula. “Pero se puede haber cuadruplicado”, justifica de carrerilla. Igual ahora podría sacar 120.000, 140.000 euros, apunta sin arquear las cejas. Sigue haciendo más ilusión que negocio. “Yo no lo veo como una inversión –asegura-, pero si algún día mis hijos lo quieren vender, se pueden sacar un buen dineral. Se ha multiplicado mucho”.   

"La nostalgia es muy poderosa"

Hace un par de años que se mudó con la familia a un chalet en la provincia de Barcelona. Antes lo tenía todo en dos trasteros. “La nostalgia es muy poderosa –da fe-. Te hace mover montañas”. Y señala un teclado. Es el MSX 2: el ordenador con el que empezó a jugar a base de cartuchos. “Al que más cariño le tengo”, confiesa. “Desde pequeño me fascina este mundo”. 

Es una Wikipedia andante. “No te quiero avasallar”, te dice cada 30 segundos. Se embala cuando habla de consolas. Ha colaborado en cuatro libros, hay un quinto en camino. ¿Que qué nos enseñaron los videojuegos de los 80? “El esfuerzo, la perseverancia, la paciencia. Y muchos aprendimos inglés”.  

Carles juego en uno de sus mandos tuneados.

Carles juega con uno de sus mandos tuneados. / ANNA MAS TALENS

Carles se convierte de golpe en Clark. Es su ‘nick’ cuando juega. La misma identidad secreta que Superman. “El modo tonto”, se ríe él. Pasamos a la zona ‘gaming’. A la hilera de consolas enchufadas. “Este juego a mí me desestresa”, te adelanta. Y te pone a pelear con una panda de musculitos del Street Fighter. Pues sí que desestresa, asientes tras dejar más gente por los suelos que esta semana Telecinco. Te entran ganas de encadenarte al culo de una pantalla. La mayoría son monitores de tubo. “Si no, se ven mal”, justifica Carles. Aquí se juega hasta con antiguos monitores de estudio de televisión.  

El rincón de los juegos de la retro cueva.

El rincón de los juegos de la retrocueva. / ANNA MAS TALENS

 Ahora pasamos al Aero Fighters 2. Es la versión de Nat Geo. Uno de los juegos que costaba 25.000 pesetas en los 90. Carles llegó a vender el original por 1.200 euros, cuenta entre disparos láser como si nada. Al final conseguirás ganarle al Tetris. O quizá se deja ganar. Él no se pica. “Ya soy mayor –se ríe-. El pique lo controlo”. 

No está solo en esto. Carles se suele juntar “para cacharrear” con los socios de RetroBarcelona. Hace casi una década que montaron esta asociación cultural. Son 40, 50 socios. Este fin de semana retomarán su feria anual tras el parón pandémico. Sábado y domingo, de 10 a 20 h., en La Farga de L'Hospitalet. Habrá más de 200 puntos de juego, entre ordenadores, videoconsolas, pinballs y arcades. Organizarán torneos, conferencias, conciertos, hasta trivials musicales. “Este año –anuncia Carles- viene un pianista a interpretar las melodías de los juegos”. 

¿El objetivo? “Traer esa experiencia de los 80 y 90 con máquinas originales”. Todo el mundo –garantiza- se siente identificado. “Es lo bonito. A mí me llena de orgullo cuando veo a un padre o a una madre que le explica a su hijo: ‘Esto es con lo que yo jugaba de pequeño’”. O, como se decía entonces: “A la cola, Pepsi-Cola”.  

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