Cinco barcos atracados

Radiografía de un día de temporada alta: unos 11.600 cruceristas, pero no todos por Barcelona

Colau recrudece la guerra de los cruceros: quiere eliminar dos terminales más

El 'MSC Magnífica', uno de los buques que ha visitado Barcelona este miércoles, en una imagen navegando.

El 'MSC Magnífica', uno de los buques que ha visitado Barcelona este miércoles, en una imagen navegando.

Patricia Castán

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La nueva ofensiva del gobierno municipal de Colau para reducir la actividad de los cruceros en Barcelona ha llegado en pleno inicio de la temporada alta. Además de reclamar la eliminación de dos de las siete terminales que se pactaron (como limitación) en 2018 con el Port de Barcelona, la teniente de alcalde de Urbanismo ha puesto como ejemplo el alud de cruceristas que habrían tomado hoy miércoles el centro de la ciudad, "masificándola" o con "visitas de cuatro horas"

La radiografía de la jornada pretende ilustrar la actividad media en los meses de más trajín (de mayo a octubre) y la complejidad de conocer el volumen real de pasajeros que toman o no el epicentro local. También la disparidad de barcos y segmentos.

El puerto tenía esta mañana cinco cruceros atracados, de los que dos eran de lujo y pequeñas dimensiones, y otros tres medianos o grandes. De los dos primeros, el 'Corinthian' pasará inadvertido para la ciudadanía, puesto que apenas lleva a un centenar de viajeros, que además hacen noche en puerto, algo que solo se permiten los cruceros más exclusivos. También está atracado el 'Seabourn Quest', para 450 pasajeros de alto poder adquisitivo que suelen pagar unos 6.000 euros por un crucero y que en sus visitas a los destinos destacan por una intensa actividad de cultura, compras y gastronomía. En Barcelona recalaba 16 horas.

De todos los tamaños

Más notoria era la presencia de los otros tres, desde el Adossat. El 'MSC Magnifica' tiene capacidad máxima en ocupación doble (no es habitual viajar en familia en mayo) de unas 2.950 personas, pero no ha trascendido cuántos camarotes tenía vendidos. Como inicia y acaba rutas en Barcelona, pero también en los puertos más grandes, se desconoce todavía cuántos viajeros iban a embarcar o desembarcar (estos no hacen visitas de horas, sino que suele ser o bien población barcelonesa crucerista o bien llegados de otros puntos del mundo y que han pasado unos días en la ciudad) y cuantos podrían hacer solo escala, que era de 11 horas.

Lo mismo ocurría con el el 'Costa Firenze', para 4.200 pasajeros si fuera lleno en ocupación doble de sus camarotes. Por último, el 'NCL Breakaway' sí hacía solo escala de 10 horas, con sus potenciales 3.900 cruceristas.

Estadísticamente, además, se calcula que más del 15% se quedan en el barco sin recorrer la ciudad. De modo que potencialmente un máximo de 10.000 cruceristas podrían haber hecho turismo en la capital catalana, teniendo en cuenta que buena parte de ellos no estarían en escala de unas horas, sino con días de estancia previos o posteriores a la travesía. Y que un porcentaje similar participaría en excursiones organizadas, algunas fuera del municipio.

De ese modo, y en una ciudad de más de 1,6 millones de habitantes y decenas de miles de turistas de todas las tipologías a diario, el mayor impacto de los cruceristas se genera por la propia logística de su llegada a la ciudad. En los casos en que se mueven por libre, una vez el bus que los traslada desde las terminales los deja junto a Colón, forman un río ascendente por la Rambla. Se produce casi de sopetón porque muchos visitantes salen de los barcos a primera hora de la mañana. Así aunque se trate de un volumen asumible en una gran ciudad, la concentración los puede convertir en un problema, o incluso un incordio para algunos barceloneses.

EL PERIÓDICO ya analizó las cifras en un día punta de afluencia, el verano pasado, y diseccionó el comportamiento de este viajero.

El Port y el sector en general están a favor de redistribuir esa entrada en la trama urbana (desencochando los buses en más puntos) para que supongan una menor afectación. El ayuntamiento prefiere reducir directamente barcos y cruceristas. El desencuentro está servido.

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