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La tienda secreta de las ‘influencers’ en Barcelona

De aquí han salido ‘outfits’ para películas, alfombras rojas, hasta para los Oscar. Mise En Scène vende marcas de lujo de segunda mano a mitad de precio

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A1-173601074.JPG / RICARD CUGAT

Ana Sánchez

Ana Sánchez

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Entras con más confianza que ‘Pretty woman’ quemando tarjeta ajena en Rodeo Drive. Se avistan más marcas de lujo que las que podría enumerar de memoria Tamara Falcó. Todo a mitad de precio, incluso menos. Es la tienda secreta de Barcelona que se callan diseñadores e ‘influencers’. La recomiendan con la boca pequeña para evitar competencia en los probadores. De aquí han salido ‘outfits’ para películas, alfombras rojas, hasta para los Oscar. Y todo con el beneplácito de Greta Thunberg. Este lujo es de segunda mano.  

Mise En Scène (Ciutat de Balaguer, 25). Habrá 2.000 prendas de marca hasta donde alcanza la vista, sin contar bolsos y accesorios. Lo mismo te tropiezas con un ‘Luisvi’ que con unas Nike. Te puedes llevar a casa unos Louboutin o unos Manolos por 190 € el par. En el mostrador hay un bolso de Loewe que aún se vende en la tienda oficial, aquí 600 € más barato. “Podríamos escribir un libro”, se ríen Inés y Micaela. Ellas solitas han vaciado más de 800 armarios de lujo.  

Un par de Louboutin por 190 €. 

Un par de Louboutin por 190 €.  / RICARD CUGAT

Son socias y primas: Micaela e Inés Milá. Tienen apellido con pedigrí: Inés es la hermana pequeña de la periodista Mercedes Milá. La misma capacidad de convicción. El padre de Micaela -Miguel Milá- también es padre del diseño moderno español. No hay más que fijarse en las lámparas y espejos de la tienda. Las dos saben lo que es heredar ropa. Son las pequeñas de casi medio centenar de primos. Hace una década que se metieron en el negocio de la segunda mano. Hace cinco que instalaron este oasis de marca en Sant Gervasi. “Nos compra gente de todas las edades, de todos los mundos, de todos los países”, aseguran. Dejan comprar a plazos.  

Una de las estanterías de marca de la tienda.

Una de las estanterías de marca de la tienda. / RICARD CUGAT

La próxima vez que venga una mujer del futuro a venderte lejía, fíjate bien: seguro que su ropa es de segunda mano. Ya hay estudios que auguran que esta moda ‘vintage’ ganará a la ‘fast fashion’ en 2030. Hace años que el lujo se sumó a esta economía circular. Ahora das una patada a Google y te aparecen diez tiendas de segunda mano de marca. “Lujo democrático”, que llaman. Son tiempos de hacer patakis por encima de nuestras posibilidades. “Ofrecerle una segunda vida a la ropa –es el mantra de Mise En Scène- contribuye a hacer un mundo más sostenible”.  

Aquí se viene a comprar y a vender. El trueque de toda la vida en versión ‘deluxe’. Dejas tus prendas de marca en depósito y si se venden, te dan un porcentaje. ¿Que qué aporta el lujo de segunda mano? “Tienes mejor patrón, mejores tejidos, te dura más –responde Micaela-. Y lo puedes volver a traer para vender”. 

Inés y Micaela revisan las estanterías de la tienda antes de abrir.

Inés y Micaela revisan las estanterías de la tienda antes de abrir. / RICARD CUGAT

“Por el mismo precio que un pantalón de Zara –te garantiza Inés-, yo te doy un pantalón que te mueres de bonito”. Y saca uno que te llevarás al probador en tres segundos. 50 €, marca la etiqueta. “Esta proveedora es muy potente –añade-. Yo te aconsejaría que compraras cosas de ella”. Es el número 16. Aquí todas las proveedoras tienen su número. “Ah, sí, te gustaría a ti la 16”, asiente al fondo Micaela. Y empiezas a ver las perchas con números a lo ‘Matrix’.    

Desde 20 euros

Puedes encontrar camisetas de 20 € y bolsos de cuatro cifras. “Comprarte un bolso de Gucci por 500 € es mucho dinero –Micaela señala uno del mostrador-. Ahora vete a la web y luego vuelves y me dices si es mucho dinero”. No bajan de 1.300 €. “’Es que es un chollo’, te dicen”. 

“Nunca había visto un sitio así en Barcelona –jura Álex-. En Nueva York, quizá, o en Londres”. Álex Pérez Castells es diseñador de bolsos. Cliente hasta hace un año. Ahora trabaja en la tienda. “Es un archivo de moda de distintas épocas –compara-. Hay muchas proveedoras que han trabajado en distintas casas y hemos recibido piezas que son prototipos que nunca han salido a la venta”. Mira, un cinturón antiguo de Moschino, te enseña Micaela. “Estas son piezas raras”. Viene mucho coleccionista de bolso antiguo a la caza de Pradas, Guccis y Fendis.  

Algunos de sus bolsos de lujo.

Algunos de sus bolsos de lujo. / RICARD CUGAT

“Venga, anímate”, te sonríe Inés con un vestido de Victoria Beckham. 250 euros, marca la etiqueta. En cuanto te ve la cara de “trabajo en un periódico”, te saca una camisa de 80. “¿Te vas a los Oscar?”. Inés aparece ahora con un Chanel que quita el hipo. “¿Tienes un yate? –menea la cabeza entre las perchas-. Porque necesitas un yate para esto”.   

“No me quites nada”. Así se presentan aquí las clientas a pie de probador. Las piezas son únicas. Te van sacando ropa con ojo de estilista, puntería de psicólogo y confianza familiar.  

“Es un oasis”, la define Ana, una clienta. “A mí me hace ilusión venir”, dice al lado Noemí. Tiene aire de ‘boutique’ de lujo pero el trato es de tienda de barrio. Al final no sabes si estás en un probador o en un confesionario. “La gente se hace amiga –asienten Inés y Micaela-. Es como un club social. Hay mucho networking”. Acabarás abrazando a las dueñas con la misma intensidad que si te hubieras ido de copas con ellas.   

Mentalidad sostenible

Cada pieza que sale en los ‘reels’ de Instagram termina doblemente reservada en cuestión de segundos. Pero cuando ellas empezaron, recuerdan, decías “segunda mano” y las clientas soltaban de golpe las prendas. Desaparecían marcha atrás con disimulo de dibujo animado. Alguna queda todavía que dice que se puede permitir la primera mano. “No lo entienden”, se encoge de hombros Micaela. 

La eco-generación Z lo tiene muy claro. “Y tienen muy claro que lo pueden volver a traer para vender”, dice Inés. Mentalidad sostenible: compran ‘vintage’, vuelven a vender, intercambian. “Ha bajado mucho la edad –aseguran-, viene mucha gente joven a comprar. “Conocen mucho la moda. Muchísimo”. 

“Podríamos escribir un libro -se ríen las Milá-. Pero no podemos”. Inés y Micaela solo sueltan prenda en sentido literal. No, no dicen ni un nombre. Mantienen el anonimato tanto de proveedoras como de clientas. “Hemos tenido historias bestiales”, confiesan. Mucho nombre con caché.

Inés y Micaela posan con dos de sus sombreros.

Inés y Micaela posan con dos de sus sombreros. / RICARD CUGAT

Después de tres horas, te vas con dos bolsas, autoestima de haber pillado un chollo y tu propio número: ahora eres la 5732. “Lo que se vive aquí –sonríe Micaela- es como el camarote de los hermanos Marx”. 

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