Comercios polémicas

Expedientadas por infracciones 18 tiendas de suvenires en Ciutat Vella

La patronal de comerciantes del Gòtic pide frenar el crecimiento de la oferta de artículos de recuerdo y también de tiendas de monocultivo turístico. Las alpargaterías son uno de los negocios en eclosión

Tiendas de souvenirs en la calle Comtal de Ciutat Vella

Tiendas de souvenirs en la calle Comtal de Ciutat Vella / Georgina Roig

Patricia Castán

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Las quejas de los comerciantes en Ciutat Vella sobre la alarmante expansión de tiendas que venden suvenires en el distrito, pese a su limitación en el plan de usos de la zona, y sobre las presuntas infracciones de quienes obtienen una licencia con otra teórica especialidad comercial pero acaban distribuyendo sobre todo recuerdos turísticos, se ha traducido en una campaña de inspecciones el año pasado y lo que va de 2023 que han abarcado a 136 establecimientos, con un resultado de 18 expedientados y un par con una sanción de cierres por seis meses.

Los trabajos de control arrojaron, como ya informó este diario hace varias semanas, un balance de 90 negocios con posibles infracciones, pero fuentes del distrito señalan que la mayoría fueron subsanadas rápidamente. Por ello, se abrió expediente solo en 18 casos, de los que la mayor parte están aún pendientes de resolver alegaciones. Fuentes de Ciutat Vella, destacan que ya se ha comunicado el cierre temporal de la actividad a dos de esos casos.

Las ‘trampas’ en la venta de suvenires no son exclusivas del centro de la ciudad, también son patentes en puntos turísticos como el entorno de la Sagrada Família. Fuentes municipales señalan que al tratarse de una actividad limitada por planes de usos, el control trasciende de ese territorio y se orquesta desde los servicios centrales de inspección, que dependen del área de Ecología y Urbanismo.

El balance, en cualquier caso, se queda corto para la asociación Barna Centre, que representa al comercio del Gòtic, donde tras la oleada de negocios cerrados por la pandemia brotaron un sinfín de reaperturas de artículos turísticos o destinados a ese público. Cabe destacar dos tipos de casuística. Por un lado, las aperturas de negocios que supuestamente son de regalos o de textil, pero donde a simple vista se aprecia que hay más de un 20% de artículos de recuerdo (como limita la normativa vigente). Estos son los casos que si el consistorio detecta infracciones, ordena subsanar. Y solo sanciona si no se reparan. Otras sanciones se aplican a comercios con esta especialidad reconocida (previa a la regulación) pero que incumplen aspectos formales como colocar productos colgados en la fachada o la entrada de la tienda.

Monocultivo autorizado

Pero otro problema mucho más difícil de atajar es el de las tiendas que sin vender los productos que se entienden como tradicionalmente turísticos (imanes, objetos de Barcelona, camisetas representativas, abanicos y demás), también están fomentando el monocultivo turístico al enfocarse al viajero. Es el caso del aluvión de tiendas generalmente franquiciadas de alpargatas (una eclosión) teóricamente artesanales, de fundas para móviles, de artículos hechos de corcho, de productos cannábicos, de 'caganers', de gafas de sol o bisutería modesta, que con un mismo modelo se reproducen sobre todo el Gòtic, pero también en el Born y la Barceloneta.

Tiendas de suvenires en la calle Comtal de Ciutat Vella

Tiendas de souvenirs en la calle Comtal de Ciutat Vella / Georgina Roig

Hay decenas y su despliegue no atiende a las necesidades del público local, sino a la compra de regalos vinculados a Barcelona o caprichos del visitante, por ello no aporta un valor añadido y distintivo al barrio, como reivindica la patronal del Gòtic, que lleva meses reclamando un plan para mejorar la calidad de su oferta, ahora que se han levantado por fin la mayoría de persianas. Su presidenta, Teresa Llordés, aboga incluso por nuevos instrumentos administrativos para poder velar por un equilibrio comercial de calidad.

En la Barceloneta, el cierre de una gran zapatería de toda la vida ha dado lugar en el paseo de Joan de Borbó a suvenires, gafas de sol y carcasas de móviles.

Joan Carles Tasies, propietario de la Manual Alpargatera, contactó con este diario a finales de enero para denunciar la "invasión de tiendas de alpargatas que hay en el centro". "No solo hay una 'superpoblación' (incluso han puesto una justo ante la nuestra) sino que algunos dicen que ellos son los auténticos", se quejó, indignado por ser una tienda histórica, ahora archicopiada y encima rodeada de franquicias que presumen de artesanía. Como ya no pueden vender suvenirs por las inspecciones, argumentaba, "muchas han decidido cambiar de producto y poner alpargatas". "Nos han copiado todo lo que han podido", insistía pocos días antes de fallecer repentinamente. La Manual seguirá adelante con el mismo equipo, pero cada vez está más rodeada de un producto que el turista no suele distinguir.

Con el ámbito de los comercios clonados de artículos enfocados al visitante, sucede que legalmente no pueden cuestionarse. Pero su crecimiento sí afecta al mix comercial deseable. Detrás de algunos productos concretos suele haber sobre todo inversores paquistanís, apunta un comerciante que ha vivido de cerca la transformación de la calle de Comtal. "Entran en tu tienda y te ofrecen cantidades enormes por el traspaso, si dices que no te dicen que volverán a intentarlo más adelante", cuenta. Al final, tientan a algunos empresarios. En otros casos, son operadores nacionales en expansión en áreas turísticas.

El reto de regular mejor

En paralelo, la normativa sobre suvenires --de hace más de tres lustros y endurecida en 2018 con muchas quejas por parte de los operadores-- suma muchos años de críticas. Su formulación es ambigua, aducen. Suelen poner como ejemplo las camisetas del Barça, consideradas suvenires, frente a las de otros equipos. O la artesanía, que se publicita con mayúsculas, pero solo es suvenir a efectos legales si representa a la ciudad.

De ese modo, las tiendas que se han ido abierto recientemente con licencias diversas, pero con una evidente oferta de recuerdos, se aferran a estar dedicando una quinta parte de sus artículos a ese fin, como marca la normativa. Tras una inspección, basta con eliminar la presencia de los productos más clamorosamente turísticos y cambiarlos por camisetas de moda, por ejemplo, aunque en la práctica se sigan vendiendo.

Zonas acotadas y mercancía limitada

La norma considera tiendas de recuerdos "los establecimientos especializados en la venta al por menor y distribución de productos destinados a usos de regalo, recuerdo, adorno o reclamo, conocidos como artículos de suvenirs, así como las artesanías y productos tradicionales susceptibles de ser adquiridos como recuerdo típico. Se incluyen, entre otros, artículos textiles, como camisetas, gorras, sombreros; artículos de casa, como tazas, ceniceros; artículos deportivos; así como los productos típicos, bisutería y marroquinería".

Los establecimientos consolidados previamente (ejercían la actividad antes de su limitación) deben acatar aspectos formales sobre la colocación de la mercancía o la no invasión de la calle ni las fachadas. Las nuevas tiendas están prohibidas explícitamente en Ciutat Vella, el entorno de la Sagrada Família, del mercado de Sant Antoni, del Park Güell, del Camp Nou, de la Casa Vicens en Gràcia y en perímetros de edificios monumentales catalogados de nivel A.

La regulación permite despachar suvenirs si representan menos del 20% de la oferta en establecimientos cuya venta principal sea otra tipología (por ejemplo, artículos de viajes, bolsos, bisutería, textil...). Esas piezas para el turista deben agruparse solo a un lado, no ser visibles desde la calle y estar debidamente identificadas. Son muchos los comerciantes que utilizan esa excusa para venderlos bajo la apariencia de otros rótulos comerciales.

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