Barcelona desencalla al fin el cierre de la anticuada perrera de Collserola y el traslado a Montcada

Ha costado más de 20 años de reivindicación y casi una década entera desde que se proyectó para que el nuevo centro de animales abandonados y decomisados en Barcelona encare la senda para edificarse. Tras un preámbulo llamativamente lentísimo, el ayuntamiento ha aprobado al fin este martes que la anticuada y desbordada perrera de la carretera de la Arrabassada -sin plazas suficientes para todos los animales que se rescatan en la urbe- sea sustituida por una nueva que se construirá al pie de los límites de la capital pero fuera de su término municipal, sobre terrenos del parque natural de Collserola en Montcada i Reixac. De no interponerse más contratiempos al retraso mayúsculo que el futuro servicio arrastra, las obras empezarán hacia septiembre u octubre y costarán casi 19 millones de euros.

Las dos fuerzas del gobierno de la alcaldesa Ada Colau (Barcelona en Comú y PSC) han votado con el respaldo de toda la oposición que se emprendan los trámites para contratar la construcción del Centro de Acogida de Animales de Compañía de Barcelona. Es tan solo la antesala para refrendar el nuevo equipamiento, que se someterá ahora a un período de un mes de alegaciones para ser enmendado. El consistorio no ha precisado cuándo la edificación estará lista y las mascotas se podrán mudar desde la Arrabassada, donde se da albergue a unos 2.500 animales de media cada año. 

El ayuntamiento destaca que el traslado debe permitir “mejorar el bienestar de los animales”, en entredicho por las “limitaciones y carencias estructurales” en las instalaciones actuales, admite el ejecutivo municipal. La construcción se erigió en 1972 y pensada solo como perrera, pese a que no solo guarece a perros, sino también a gatos y hurones. Presta una “respuesta limitada” a las necesidades de la urbe, concede el consistorio.

"Es un equipamiento necesario, el actual ha quedado pequeño y no reúne las condiciones necesarias para una instalación de este tipo", ha defendido la teniente de alcalde Laia Bonet (PSC). La oposición ha subrayado la demora que acusa la construcción. Aunque no se han opuesto a las medidas, algunos grupos, como ERC y Cs, han advertido que el futuro servicio se aleja de la ciudad.

Sobrepoblación

Los datos revelan que la perrera de Barcelona suele estar poblada por más animales de los que puede alojar. El ayuntamiento señala que dispone de 104 plazas para perros, pero albergó a unos 158 canes cada mes en 2022. Aparte roza la capacidad máxima para gatos: cuenta con 124 plazas y la media anual es que cobija de 80 a 87 felinos cada año, aunque en verano -coincidiendo con la temporada de reproducción- suelen superar el centenar.  

El centro situado en Montcada ampliará el aforo actual. Contará con 350 plazas para alojar a perros y otras 150 para gatos. El recinto cerrado se asentará sobre una parcela de 25.750 metros cuadrados, con una superficie construida de 6.000 metros cuadrados, que se dotarán de espacios “libres ajardinados” y “de esparcimiento” para las mascotas acogidas. Dispondrá de 219 boxes, con unas dimensiones de ocho a 12 metros cuadrados y con “patios de socialización” para los animales.

Bienestar animal

El gobierno municipal se compromete a adjudicar las obras antes que el mandato expire en junio, justo después de las elecciones municipales del 28 de mayo. El Ayuntamiento de Montcada i Reixac ha estimado ya otorgar la licencia para que la construcción empiece tan pronto como Barcelona contrate los trabajos. Fuentes del gobierno del municipio vecino a la capital afirman que Barcelona asumirá todos los costes de la instalación. Las instalaciones también prestarán servicio a Montcada.

Aparte de refugiar a mascotas perdidas, abandonadas y confiscadas, el gobierno de Colau apunta que el futuro centro aspira a ser un “puntual” en “líneas de investigación dirigidas a mejorar el bienestar animal”. El diseño del inmueble procura que no se aparezca como un parche en medio de Collserola, por lo que se han concebido taludes, vegetación, “cubiertas verdes” y otras correcciones naturales, como terrazas adaptadas a los desniveles del solar y pasillos subterráneos, para que el edificio se adapte a su entorno y pase más bien desapercibido. “Quiere llegar a ser un centro del siglo XXI y un punto de referencia para las políticas de bienestar animal”, completa el Ayuntamiento de Barcelona.