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La mala fama de Montjuïc: robos a turistas y casos mediáticos lastran la percepción de seguridad

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El delito rey es el robo con fuerza perpetrado contra vehículos que los visitantes dejan aparcados en calles mal iluminadas y con bolsas a la vista

Portada  Montjuic

Portada Montjuic / Mertixell M. Pauné

Guillem Sánchez

Guillem Sánchez

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La montaña de Montjuïc no es un lugar inseguro. O al menos no lo es ni para los Mossos d’Esquadra ni para la Guardia Urbana de Barcelona, según las fuentes consultadas por EL PERIÓDICO. Sin embargo no se sacude su mala fama porque persisten lugares mal iluminados o donde siguen malviviendo personas sin hogar. Los delitos aumentan en verano y descienden en invierno, siempre dentro de una horquilla que se mantiene por debajo de las cifras que se registran en otros distritos de la ciudad. 

El delito rey en la montaña es el robo con fuera en el interior de vehículos. Es decir, ladrones que revientan los cristales de los coches que los ciudadanos más imprudentes aparcan en las cuestas de Montjuïc, donde hay pocos transeúntes, especialmente de noche, y pocas cámaras de seguridad. Como el resto de delitos, también se dispara en verano, cuando abundan los turistas que dejan a la vista maletas y bolsas de mano sobre los asientos. Quienes se dedican a esta modalidad delictiva pertenecen a grupos más o menos organizados y no acostumbran a generar otros problemas. 

También en verano, cuando se suceden acontecimientos musicales como el Brunch in The Park puede aumentar un menudeo de droga, que también se da cuando se convocan fiestas ilegales al aire libre, las llamadas 'rave'.

Carteristas y atracos

Otro clásico de la delincuencia en Montjuïc, aunque lejos de la primera, es el robo con violencia perpetrado por ladrones cada vez más jóvenes y que inevitablemente padecen sobre todo los turistas. Son carteristas que dan tirones para arrebatar relojes o, sobre todo, teléfonos móviles y se refugian entre la masa verde. Algunos protagonizan asimismo atracos con arma blanca. Uno de ellos en concreto, el último verano, protagonizó varios asaltos antes de ser detenido, recuerda un agente destinado en el distrito de Sants-Montjuïc, que subraya que la cifra de robos violentos se mantiene lejos de la del centro de la ciudad.

Los 'descuideros', carteristas que hurtan las pertenencias a sus víctimas sin que estas se percaten, no abundan en la montaña. Los pocos que actúan lo hacen alrededor de las fuentes de Montjuïc. Esa zona, cuando se llena de turistas, es también la que frecuentan las conocidas 'maperas' o 'claveleras', que simulando que consultan direcciones o que venden flores se aproximan a las víctimas para sustraer carteras o teléfonos.

El violador de 2018

Al margen de las estadísticas, a menudo un solo caso muy mediático puede alimentar años de mala fama. A finales de 2018, un joven extutelado por la Generalitat cometió entre cuatro y cinco agresiones sexuales contra vecinas que paseaban por Montjuïc, en concreto, por la falda que desciende hasta Poble Sec. Algunas habían salido a correr y otras se encontraban paseando al perro. Era corpulento y obligó a los Mossos a extremar la vigilancia y sembró el pánico en el vecindario. Fue detenido semanas después al cometer otra violación cerca del Hospital Vall Hebron

Las fuentes consultadas señalan que se trató de un caso aislado y que, a pesar de que es verdad que hay senderos mal iluminados que no agradan por eso a las mujeres que pasean o hacen deporte, los datos no reflejan que sean un lugar donde abunden las agresiones sexuales. 

El crimen de la Guardia Urbana

Una de las pocas muertes violentas que se han producido en la montaña en los últimos años es la del mal llamado 'mantero' del conocido como 'crimen de la Guardia Urbana'. El sábado 9 de agosto del 2014 un hombre se precipitó por un terraplén de la montaña de Montjuïc. Según fuentes del ayuntamiento, era un mantero que estaba en la plaza del Hotel Miramar y que huía de los agentes Rosa Peral y Albert López, los dos condenados por matar al novio de la primera. Un juzgado investigó si había sido empujado por los dos policías. El caso está archivado. Este diario averiguó quién era la víctima: José Antonio González, apodado 'el boniato', un hombre que no era mantero, con problemas de adición a la droga y que nació en 1964 en Utrillas, Teruel. 

Campamentos

Muy cerca de donde murió el 'mantero' Gónzalez se han detectado en los últimos años algunos campamentos muy precarios de menores migrantes en situación de desamparo que huyen de los centros de acogida. Aunque han generado problemas puntuales de inseguridad en Poble Sec, su presencia ha significado sobre todo un fracaso de las administraciones dado que la mayoría eran solo niños que el sistema de protección no lograba integrar. Actualmente no hay ningún asentamiento.

La Guardia Urbana también tiene un dispositivo activo para obligar a moverse a las personas sintecho que pernoctan en la misma zona. Intervienen cada dos días con la finalidad de higienizar la zona y comprobar si necesitan algo. Según detalla un mando de la policía municipal, tampoco ellos suponen un problema de seguridad aunque algunos ciudadanos les tienen miedo.

Así pues, la seguridad en la montaña básicamente acarrea con asignaturas pendientes de toda Barcelona, como los hurtos, los reincidentes especializados en turistas y las grietas de la atención social a colectivos vulnerables. "Montjuïc no es un lugar peligroso", concluyen los agentes de los Mossos y de la Urbana consultados por este diario. 

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