Aniversarios en cadena

El centenario de la ‘Expo’ de 1929 empuja a Barcelona a relanzar Montjuïc

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Las grandes instituciones culturales del parque confían en las efemérides sonadas de los próximos años como palanca de cambio

Encuentro de los máximos responsables de las instituciones culturales de Montjuic de izda a dcha Pepe Serra Director del MNAC, Marko Daniel director de la Fundació Miró, Anna Ramos Directora de la Fundación Mies van der Rohe y Joan Carlos Martel Director del Teatre Lliure en la terraza de la Fundació Miró.

Encuentro de los máximos responsables de las instituciones culturales de Montjuic de izda a dcha Pepe Serra Director del MNAC, Marko Daniel director de la Fundació Miró, Anna Ramos Directora de la Fundación Mies van der Rohe y Joan Carlos Martel Director del Teatre Lliure en la terraza de la Fundació Miró. / ELISENDA PONS

Leticia Blanco
Meritxell M. Pauné
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Barcelona tiene una asignatura pendiente en Montjuïc y el boom de usuarios durante la pandemia ha activado el cronómetro. En 2029 se cumplirá un siglo de la gran reforma de la montaña para la Exposición Internacional de 1929 y, de camino, se sucederán aniversarios sonados de instituciones culturales clave como la Fundació Miró o el Teatre Lliure, que cumplen 50 años cada una. Toda una ventana de oportunidad para Barcelona para aprovechar al fin el gran potencial de Montjuïc como motor cultural, oasis ciudadano y polo turístico.

Cuatro voces decisivas de la cultura de Montjuïc definen, en conversación con EL PERIÓDICO, este momento clave: Pepe Serra, director del MNAC; Anna Ramos, directora de la Fundación Mies van der Rohe; Marko Daniel, director de la Fundació Joan Miró; y Juan Carlos Martel, director del Teatre Lliure.

Para los cuatro, el centenario de la ‘Expo’ es la palanca ideal para situar Montjuïc entre las prioridades de la ciudad. El plan municipal para mejorar la zona ya tiene este horizonte temporal, igual que la metamorfosis del recinto ferial de Maria Cristina. Las instituciones están alineadas y hay buena predisposición, pero falta un empujón final en forma de compromisos presupuestarios y calendario. También queda por decidir cómo celebrará esta efeméride la ciudad y si la visibilizará con algún evento o nuevo icono.

La revolución de 1929

La Exposición de 1929 no solo cambió la fisonomía de Montjuïc, recuerda Anna Ramos, sinó que fue “el primer acontecimiento de masas de Barcelona”. “La masa subió a Montjuïc porque era súper atractivo, con la Font Mágica, el Zeppelin, la feria comercial… ¡Era un Port Aventura brutal!”, ríe. “En paralelo a la vertiente turística se hicieron jardines, caminos e intervenciones de paisajismo maravillosas, a cargo de Forestier, Rubió i Tudurí, Puig i Cadafalch…”, destaca.

El MNAC ha financiado una investigación de un año entero para resolver las “confusiones monumentales” que han quedado en el imaginario colectivo acerca de 1929. “Era una montaña pelada, sin apenas un árbol”, señala Pepe Serra. Enumera facilidades de acceso como “escaleras automáticas, una cinta transportadora o un carrilet” y otros elementos prácticos como un gran toldo para tomar algo mirando la Font sin achicharrarse en verano.

Astros alineados

Aquellas facilidades contrastan con la carrera de obstáculos que es hoy la montaña por falta de señalización, iluminación, mantenimiento… Y es que la urbanización heredada de 1929 ha envejecido. “A Barcelona le quedan dos transformaciones urbanísticas por hacer: coser la Ciutadella con el polo científico de la Barceloneta y afrontar Montjuïc”, reflexiona Pepe Serra. “Durante los Juegos Olímpicos se intervino en la parte superior de la montaña, y muy bien, con el Palau Sant Jordi, la Anella Olímpica, la reforma del estadio Lluís Companys… Pero la cota inferior que conecta con la ciudad no se tocó y ahora se da la conjunción de elementos necesaria”, confía.

Marko Daniel ve con esperanza la cadena de aniversarios y festivales que se avecina. En 2024 Barcelona acogerá la Bienal de Arte Manifesta, que pondrá de relieve la potencia artística de Montjuïc. En 2025 es la Fundació Miró quien está de fiesta: medio siglo de su estreno en una ubicación elegida por el propio artista, que desdeñó la Diagonal en favor de la montaña.

El año siguiente será el Teatre Lliure quién festeje la misma cifra redonda: se fundó como cooperativa en Gràcia en 1976. Y además en 2026 la ciutat será Capital Mundial de la Arquitectura y lucirá piezas tan singulares de patrimonio como el pabellón alemán de la ‘Expo’, sede de la Fundació Mies van der Rohe. “Estos hitos anuales nos ayudarán muchísimo, son peldaños hacia 2029”, asevera Martel. "¡Y no descarto que para 2027 y 2028 encontremos también aniversarios!", bromea.

Otros tres acontecimientos el año que viene urgirán a afrontar el reto de Montjuïc. El Barça jugará en el estadio Lluís Companys la temporada 2023-2024 con aforo para 60.000 personas, lo que pondrá de relieve las carencias de accesibilidad actuales.

También será un revulsivo la ampliación del MNAC en el pabellón Victòria Eugènia, que tiene como horizonte de estreno el 2029 pero que ya lanzará el concurso público para diseñar el proyecto definitivo a finales de 2023 o principios de 2024. Y como guinda, en 2023 el festival Sonar celebrará por todo lo alto 30 ediciones en el escenario que le acoge desde hace una década, Maria Cristina.

En los programas electorales

En el camino hasta 2029 hay dos elecciones municipales: las de mayo de 2023 que ya se atisban y todavía otras en 2027. Sin embargo, el próximo mandato será el más determinante para encarrilar cualquier plan de envergadura. Para Pepe Serra es “prácticamente inevitable” que Montjuïc forme parte de los programas electorales de 2023 y la hoja de ruta del consistorio electo: “Gobierne quién gobierne es imposible que Montjuïc no esté en la agenda, es como un gato que te sube a la mesa”, ironiza. “Y hay un consenso político muy amplio sobre que Montjuïc tiene margen de mejora”, aplaude.

Los cuatro rehúyen el enfoque de “gran acontecimiento” para 2029 y la comparación con los Juegos Olímpicos, pero sí que proponen imitar algunos instrumentos que fueron útiles para 1992, como disponer de un comisionado especial o un consorcio que centralice la inversión.

Para no perder tiempo, Marko Daniel sugiere aprovechar el plan municipal vigente, dando a conocer su “grado de ejecución” de forma regular y adaptándolo sobre la marcha en vez de volver a planificar desde cero. Cualquier fórmula requerirá, eso sí, “buenos profesionales de todos los ámbitos”. Y ponerse a ello con tiempo: “Los verdaderos procesos de transformación tiene mirada a largo plazo”, advierte el director de la fundación Miró.

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