El café de los muy tiktokeros: este Bracafé de Barcelona es la nueva estrella de la red

“¡Good mooooorniiiiiing!”. Un señor trajeado corretea por una cafetería vacía con el deje cómico de Buster Keaton. Son las 6 y poco de la mañana, pero se le ve más risueño que a Luis Enrique tras la goleada de La Roja. Cualquiera diría que no le bajarían el ánimo ni aunque le pusieran de jefe a Elon Musk. “¡Good morning, it’s friday! –dice de carrerilla con tono cantarín-.¡Buenos días, es viernes! ¡Bon matí, és divendres!”. Es el saludo matutino que corretea ahora por TikTok. Más de 623.000 ‘megustas’ y subiendo. Ya hay quien peregrina a la barra del Bracafé de Comte d’Urgell, 35 solo para dar los buenos días frente al móvil. Este es el café de los muy tiktokeros. 

Es @xavierdeerausquin en TikTok. Fuera de las redes, Xavier de Erausquin -sin arroba- transpira el mismo optimismo contagioso. Tiene 61 años, vis cómica de película muda y una amabilidad que raya en la acogida. Se levanta cada día a las 5.30 con una sonrisa. ¿El secreto? “Hacer lo que te gusta y de la manera que te gusta”, dice con obviedad. “El domingo no tengo ningún plan y sí que me cuesta levantarme, se ríe.

“Vivirás una sensación nueva”, te garantiza nada más conocerte. Te cuela en la parte de atrás de la cafetería y acabas con la nariz encima de una remesa de café recién tostado. “Es como si tomaras una taza de café solo respirando”. Lo es. Chute instantáneo de cafeína. Dan ganas de venir a oler café cada mañana. Tuestan una tonelada al día: desde las 8.45, unas cuatro horas. 

Xavier es el administrador de Bracafé y su treintena de franquicias. Cuarta generación de cafeteros. Su familia lleva tostando aquí café desde ¡1929! En la entrada del Bracafé de Urgell cuelga la foto de la nave que se levantaba en este mismo lugar hace casi un siglo. Él hace de todo: márketing, compras, tostado, ventas, repara máquinas de café, camarero. “No engaño”, se ríe. Se le ve maestría con la bandeja.

“¿Es aquí donde se hacen los tiktoks?”, suelen preguntar ahora en la barra. Le están pasando “cosas insólitas”, resopla el administrador. “Imagínate: voy por la calle y me dicen: ‘¿Tú eres el que hace los tiktoks del café?’, ¿me puedo hacer un selfi contigo?’”. Lo cuenta aún con cara de incredulidad. Lo mismo le saludan con su ritual de buenos días que le llama una tele o se le meten en la barra. Hasta vienen en grupo para hacer tiktoks a coro: “Good mooooorniiiiing, buenos díaaaaas, booon matíííííí”. “Mi esposa y mis hijos –confiesa Xavier- están horripilados con esto. Pero la otra opción no tiene ningún enganche”. 

Ya habla de ‘haters’ con naturalidad de ‘influencer’. “Los 'haters' se quejan de que tengo muchas cosas en los bolsillos”. Se encoge de hombros y los empieza a vaciar con aire de gag. Eso parece el bolso sin fondo de Mary Poppins. Empieza a formar una montañita en la mesa: superglú, celo de doble cara, dos mecheros, abridor, ¿un pelacables? “El día que lleves un pelacables, ya verás. Te salva la vida”. Sonríe a lo MacGyver y sigue sacando ‘gadgets’ resolutivos: destornillador, rotuladores, un par de típex, una carpetita con tiritas y sellos, por si alguno de sus hijos le pide que le mande café, dice. “Tú te encuentras un problema –se justifica-. Puedes solucionarlo o ir a buscar los materiales para solucionarlo. Yo lo soluciono”.  

¿Por qué se metió en TikTok? “Me gusta siempre estar al día –responde-. Ya sé que soy muy mayor, soy casi anciano -se ríe-, pero me gusta estar al día”. Sí, también está en BeReal, asiente. Y se palpa el bolsillo de la camisa y saca como por arte de magia un puñado de bolsas. “Es importante llevar unas bolsas de Bracafé”.

Empezó publicando vídeos de tazas de café, nada potencialmente viral. “Originalmente solo era para amigos y clientes”. Hasta que un día el médico le recomendó hacer deporte y acabó apuntándose a clases de baile. Allí conoció a una tiktokera (@Patypato71, 1 millón de ‘megustas’) y ella le empezó a dar consejos. “Como de 'coach'”.  

Se ha convertido en un esperado ritual matutino. Lo publica cada día antes de abrir el Bracafé. A las 6 y algo de la mañana. Entra corriendo en la cafetería, derrapando a lo 'gag' de película muda, desea los buenos días en inglés, castellano y catalán mientras prepara cafés en una bandeja y remata el minivídeo con una frase en inglés con ‘punch’ con cafeína: “Me gustaría que alguien me mirara como yo miro al café”.

Te habla de café con la mirada chispeante de quien habla de un amor platónico. “Es una experiencia maravillosa”, levanta la tacita. Son las 11.30 y es el sexto café que se toma hoy. Bebe ocho o nueve al día. “También lo hago porque tengo que ver cómo salen”, se justifica. “El primer café que se hace aquí lo tomo yo”. 

Debe de ser la única persona en TikTok que dice que le encantan los ‘haters’. “Te lo pasas bien contestándolos”, se ríe. “Te hacen ver otras cosas. Me encanta darle la vuelta a un comentario ofensivo”. ¿El secreto para no molestarse? “Dejar pasar… ¿Qué más da? No tomarse nada en serio. NADA –recalca-. Realmente no vale la pena. Hay que disfrutar”. 

Es su filosofía de vida postcrisis: “Como dicen en clase de baile: ‘Flow’. Es que funciona. Mejor que preocupándote. Preocupado es pre-ocupado. Ocúpate y no te pre-ocupes. En el momento en que te ocupes se acaba la pre-ocupación”.

No se te ocurra decirle que la clave del wifi es muy larga. Cada vez que un cliente se queja, él le responde si preferiría escribir esto: “Un cortado descafeinado con sacarina con leche de soja medio natural medio caliente”. Sí, es el café más largo que le han pedido. 

Xavier se mete la mano en los bolsillos supuestamente vacíos y aún saca unas bridas, el cargador del móvil, la batería externa, los airpods. A estas alturas, no te sorprendería que se sacara de la manga los 11 millones de leds navideños de Vigo. Él sonríe, se encoge de hombros: “Es que soy MacGyver”.

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