Riesgo de cierre

Una entidad histórica de Ciutat Vella, amenazada de desahucio

El edificio que albergó el antiguo Hostal de la Bona Sort en la calle Carders de Barcelona.

El edificio que albergó el antiguo Hostal de la Bona Sort en la calle Carders de Barcelona. / RICARD FADRIQUE

Xavier Sánchez

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

En la maraña de callejones cada vez más turísticos de Ciutat Vella todavía resiste un lugar donde el vecindario y la cultura se abrazan y crean sinergias. La asociación asamblearia Recursos d'Animació Intercultural (RAI) opera en Santa Caterina desde 1993 como plataforma de proyectos culturales y sociales. En 2003 se instaló en el emblemático edificio de la calle Carders, construido como palacio-residencia para una familia noble en el siglo XVI y transformado en el hostal Bona Sort hasta el 1913, cuando pasó a ser la Asociación Coral Germanor Barcelonina, una de las asociaciones culturales más longevas de Barcelona y que actualmente sigue hermanada con el RAI. Ahora, casi veinte años después de instalarse en este histórico edificio, la asociación RAI se ve con una primera amenaza de desahucio por parte de la inmobiliaria Siglo XXI.

La crisis del RAI

"El RAI es un oasis, un pulmón en un barrio donde cada vez más no conocemos al que vive al lado. Sería una lástima que se perdiera por su carácter comunitario", lamenta Kyriaki Cristoforidi, una de las voluntarias que conforman y dan vida al RAI. Este julio los trabajadores asalariados abandonaron la asociación y ahora se sostiene gracias a decenas de voluntarios que mantienen abiertos los talleres circenses, culturales y de danza que se practican semanalmente en el RAI.

Talleres circenses en el RAI

Talleres circenses en el RAI / Archivo de RAI

“En este momento estamos en crisis. RAI quiere diseñar un nuevo modelo de gestión, más sostenible a largo plazo pero sin que pierda el carácter de RAI. Queremos llevarlo a cabo mediante procesos comunitarios”, afirman desde la asociación. Actualmente, el RAI se financia mediante la actividad que se desarrolla en su espacio, así como el alquiler de salas, las cuotas de los socios y unas subvenciones que, aseguran, son ínfimas. "La ayuda que recibimos es solo para cubrir gastos de la producción de las actividades”, reconocen.

La asociación ha formado a muchos de los actuales trabajadores de equipamientos culturales, centros cívicos y otros cuarteles culturales públicos de Barcelona, y por ello reclama más implicación de las instituciones para salir a flote: "El RAI necesita apoyo financiero y además una sensibilidad mayor del Ayuntamiento. Es muy baja la ayuda que recibimos de la Generalitat y el Ayuntamiento, necesitamos el apoyo de la administración pública para continuar", sentencia la voluntaria.

Deuda acumulada

La pandemia fue la gota que colmó el vaso de RAI. En un comunicado en su web, la entidad explica que tiene hoy una "deuda acumulada de más de 80.000 euros" y lanza una campaña de adhesiones dirigida a vecinos y al tejido asociativo del barrio. "Por el momento mantendremos la actividad hasta final de año, mientras dialogamos con la propiedad del local y con las instituciones públicas para explorar las posibilidades de mantener el proyecto", apuntan en su llamamiento.

“El RAI está ahogado en un mar de indiferencia”, sentencia Diego Lara, otro de los voluntarios que sostiene ahora a la asociación y muy crítico con la última etapa del equipo gestor. Él llegó hace 15 años a Barcelona tras estudiar Bellas Artes en Bélgica y se ha posicionado como productor musical. RAI le dio la oportunidad de probar nuevas facetas que ahora se han convertido en su trabajo y, desde su estudio, intenta abrirle las puertas a músicos que, como él al principio, no tienen los recursos suficientes: “No todos tienen la suerte de probar cosas nuevas, aunque todo el mundo debería tenerla”. "No todos los casales de barrio pueden hacerlo, no todos tienen el equipamiento que tenemos aquí", compara.

Lara compara el magnetismo que tenía RAI hace una década con la situación actual: "Conocí este lugar porque muchos músicos amigos míos venían aquí. El lugar era conocido como un lugar de reunión, pero desde hace 3 años la gente comenzó a olvidarse de él y también comenzaron a rechazarlo debido a la mala gestión”, lamenta. “Es normal que la gente se aleje de algo que no funciona. No se preocupaban del lugar, de incentivarlo, de buscar las subvenciones...", reflexiona Diego mientras prepara él solo uno de los talleres que se celebran en la sede.

Para él, este lugar es mucho más que una asociación comunitaria: “La calidad histórica que tiene este lugar es impresionante. Empezando por la posada de la Bona Sort, donde se ha registrado que Cervantes se hospedó e incluso alguna gente del barrio piensa que Colón también se hospedó aquí cuando llegó de las Américas. ¡Y estuvieron aquí las radios piratas de la época de Franco!". "Se siente cuando trabajas aquí el espíritu revolucionario", expresa con entusiasmo, aunque no se ahorra la ironía: "Quizás por eso acaba como todas las revoluciones, como una botella de vino derramada". Pese a ello, Diego no pierde la esperanza de evitar el cierre: "Hay algunos que todavía queremos batallar esta oportunidad".

Suscríbete para seguir leyendo