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Locales secretos de Barcelona: adivina qué hay detrás de este súper

Es el nuevo imán de tiktokeros. Acaba de abrir y ya provoca colas delante de un súper. Hace años que se extienden los locales clandestinos. Puertas ocultas tras supermercados, neveras, barberías y vidrieras con carne. Descubre dónde encontrarlos

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A1-157371657.JPG / FERRAN NADEU

Ana Sánchez

Ana Sánchez

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Te paras en seco en medio de la calle como si acabaras de pillar infraganti a Laura Escanes con Míster Jägger. Son las doce de la noche y hay cola ¿para entrar en un súper? “Supermercat 24 H”, se lee en los rótulos. “Alimentació Monk”. Hay refrescos, patatas, hielo, gominolas, un tipo a pie de mostrador con estatura de portero de discoteca y cara de saber algo más. No hace falta ni tantear contraseñas. Dos pasos y acabas frente a una puerta con dos escobas colgadas. Giras la manilla con rictus de ‘thriller’ y, bum, entras en una coctelería con pinta de esconder a los de ‘Mad Men’. Aquí dentro, descubrirás en breve, se puede encontrar hasta kriptonita

Monk (Abaixadors, 10). Es la nueva coctelería clandestina de los creadores de Paradiso, el famoso 'speakeasy' del Born oculto tras la puerta de la nevera de un pastrami bar. Desde esta semana, el mejor bar del mundo. Aún están todos con voz ronca de celebración.

El nuevo clandestino es otro imán de tiktokeros, instagrammers y demás fauna fotogénica. Hay que apuntar con el móvil a discreción. Lo mismo te encuentras en una barra de los 70 que en la cueva de Superman o en una discoteca con sacristía. El efecto ‘wow’ está garantizado: los ideólogos son Enric Rebordosa y Lito Baldovinos, del Grup Confiteria, y el barman Giacomo Giannotti. Son instagrameables desde los cócteles hasta los baños. “Sin querer”, sonríe Enric.  

Uno de los cócteles más vistosos del nuevo Monk: Kubrick. Llega ahumado bajo una campana de cristal.

Uno de los cócteles más vistosos del nuevo Monk: Kubrick. Llega ahumándose bajo una campana de cristal. / FERRAN NADEU

Te puedes pedir un Björk. Los tragos llevan el nombre de los músicos que escucharás en el lavabo – Björk, Giorgio Moroder, Sigur Ros- y de los magos de los colores que han inspirado el local (James Turrell, Dan Flavin, Olafur Eliasson). Hay dos salas, dos cartas. Empiezas en los 70 y acabas bailando en una disco formato iglesia con efectos fluorescentes y cristaleras con el pianista Thelonious Monk. Hay baños con luces flúor ideal selfis y un pasillo donde entran ganas de colgarte el jersey a lo Superman. ¿Eso es kriptonita?    

Detalle hipnotizante en un pasillo inspirado en la criptonita de Superman.

Detalle hipnotizante en un pasillo inspirado en la kriptonita de Superman. / FERRAN NADEU

¿Por qué otro 'speakeasy'? “Grup Confiteria entiende sus bares como escenarios”, resume uno de los socios, Enric Rebordosa. Su clandestinidad de marca ahora suma “arte inmersivo”. Así se vislumbran los bares de un futuro cercano: “Una caja de sorpresas constante”.  

Si eres capaz de salir de Monk eso es que aún no haces eses. Para volver al súper, hay que cruzar una salita versión caleidoscopio, una “evolución” –describe Enric- de los ‘Infinity mirrors’ de Yayoi Kusama. Es más fiable que una prueba de alcoholemia.    

Para salir de Monk hay que atravesar esta salita formato caleidoscopio.

Para salir de Monk hay que atravesar esta salita formato caleidoscopio. / FERRAN NADEU

¿Que aún llevas en el bolsillo la lista de la compra? El súper de la entrada funciona de verdad. “Los vecinos -asegura Bekkay junto al mostrador- compran como si fuera una tienda paquistaní”.

A tres minutos andando está el mejor bar del mundo: Paradiso (Rera Palau, 4). Tiene ya 7 años, pero sigue desatando colas frente a la puerta de una nevera. Lo mismo sale en TikTok que en una serie de Netflix. Lo suyo son cócteles-experiencia, que dice Giacomo Giannotti. El barman habla aún con la resaca emocional de la coronación de The World's 50 Best Bars. “Aún lo estamos asimilando”, resopla. “Emocionados –dice-, pero con los pies en la tierra. A seguir concentrados en el día a día”. 

Su día a día incluye un laboratorio donde investigan tres o cuatro personas a jornada completa: barmans, chefs de alta gastronomía, creativos con base química. Su nueva carta está dejando más bocas abiertas que las declaraciones de Tamara Falcó. ¿El ‘hit’? 'On Fire': encienden un fuego dentro de una botella cerrada. Ya parecen magos, sí. “Mucho I+D –puntualiza el barman-, intentando romper barreras”.

Uno de los hits de la nueva carta de Paradiso: 'On Fire'.

Uno de los 'hits' de la nueva carta de Paradiso: 'On Fire'. /

Lo raro ahora es entrar a echar un trago por una puerta normal. Hace años que lo clandestino se convirtió en una moda perenne. Uno se ha tenido que acostumbrar a tantear puertas ocultas tras neveras, barberías, vidrieras con carne. “Los clientes buscan en las coctelerías una experiencia suplementaria”, asiente Eric Basset, propietario de Bobby’s Free.  

Entras en una barbería de los años 20, se presenta un tipo que parece sacado del siglo pasado: gorra, chaleco, pajarita roja, te habla de usted. “¿Cortar o afeitar?”. Hay que decir contraseña (no hay que ser un James Bond, la encuentras en redes sociales) y el barbero de incógnito abre de la nada una puerta secreta: clac, y aparece una coctelería de época. Es Bobby’s Free (Pau Claris, 85). Ambiente de 'speakeasy' con sombreros de gánster. Hay clientes que hasta llegan a lamer los vasos. La especialidad de la casa es el 'Bobby’s kiss': la copa va impregnada de cacao. En unos meses, adelanta Eric, abrirá detrás otra coctelería doblemente secreta: Bar Back.   

Para encontrar El Bombón (Ample, 20) hay que entrar en una taquería: Machete. Uno tiene que atinar el ojo para ver la manilla de la puerta entre un matojo de hojas. Cruzas un pasillo con un santuario a Celia Cruz y te topas con cien personas bailando salsa. Los jueves hay clases gratis. La ironía: el local secreto se ve desde la calle perpendicular a través de dos enormes cristaleras. Hay gente que da toda la vuelta a la manzana buscando el club.

Si entras en el Buenos Aires Grill y pides que te lleven al matadero sin que te tiemble la voz, te conducirán a una vitrina con carnes. Es la puerta secreta de Speakeasy1952 (Valencia, 189): coctelería argentina ahora con un aire japonés. Durante las restricciones pandémicas, se instaló aquí un pop-up sushibar.   

 El clandestino más clásico que aún pide contraseña no es una coctelería: Speakeasy (Aribau, 162). Es el restaurante escondido de Javier de las Muelas. Lleva oculto en el almacén del Dry Martini desde 2002. A estas alturas, ya se pueden organizar hasta cenas clandestinas en las que no sabes qué comerás, ni con quién, ni siquiera dónde. Las monta Gastroshows: para catar su menú degustación de alta cocina, antes hay que averiguar la dirección a lo peli de espías, seguir pistas callejeras y abrir tú mismo la puerta poniendo un código.

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