bautismo en el nomenclátor

Treballadores de la Numax, el nuevo interior de manzana de Barcelona

El jardín, sin nombre oficial aún, aunque oficioso lo es el del cine Niza, rendirá homenaje a una lucha obrera organizada entre 1977 y 1979 en una fábrica de electrodomésticos

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A1-153228334.jpg / MANU MITRU

Carles Cols

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El interior de la manzana del Eixample delimitada por las calles de Rosselló, Sardenya, Provença y Sicília no tenía aún nombre y, por lo que ahora mismo se contará, era una imperativa urgencia celebrar ya un bautismo. A ese oasis urbano se accede, como en otros tantos casos en la ciudad, a través de un pasadizo, pero en su caso con tan mala fortuna que se entra justo por debajo de un cartel de Mercadona, así que casi podría parecer que aquel jardín es un homenaje de la ciudad al empresario Francisco Roig. No. Para el vecindario con más años en el barrio, como mínimo residentes desde antes de 2005, aquello es oficiosamente el interior de manzana del cine Niza, porque hasta ese año estuvo allí esta sala de estrenos y reestrenos. Ya ha sido bautizado. Ha sido dedicado a las Treballadores de la Numax. Ese será su nombre. Toca hacer memoria.

La idea partió de la Asociación de Vecinos y Vecinas de la Sagrada Família, fue votada con unanimidad en el pleno del distrito del Eixample, refrendada por la Comisión del Nomenclátor y, llegados a este punto, antes de que otoño se instale una placa con el nombre, merece ser explicada, porque la historia de la Numax, una fábrica de electrodomésticos, sobre todo ventiladores tan necesarios en verano, ha caído en el olvido y eso es una lástima.

La entrada al interior de manzana, que lo es simultáneamente de un supermercado de Mercadona.

La entrada al interior de manzana, que lo es simultáneamente de un supermercado de Mercadona. / MANU MITRU

La Numax era una empresa de pésimos sueldos, preocupantes medidas de seguridad y, lo que era peor, en manos de un par de empresarios alemanes de oscuro pasado que cuando en 1977 creyeron que aquello se iba a pique trataron de llenarse los bolsillos. La fábrica, por supuesto, no merece que le dediquen un jardín por eso, sino por lo que pasó después. Una cincuentena larga de los 250 empleados que llegó a tener la empresa decidió autogestionar la producción. Hay que tener muy presente el momento. Hacía dos años que había muerto Franco y el modelo político y económico era incierto, al menos cara al público. Entre bambalinas parece que estaba todo más que atado. En Barcelona, por ejemplo, en aquellos años hasta hubo un resurgimiento del alma libertaria de la ciudad, como si hubiera hibernado durante el franquismo y, hambrienta, acabara de salir de la osera.

Los trabajadores de la Numax, la mayoría mujeres, mantuvieron arriba las persianas de la fábrica durante dos años. Llegado el momento, cuando se les acababa el oxígeno económico, tomaron una curiosa decisión. Decidieron que las últimas 600.000 pesetas de la caja de resistencia sirvieran para rodar una película documental que dejara constancia de lo sucedido. La dirigió Joaquim Jordà, la tituló ‘Numax’ presenta’, la estrenó un 1 de Mayo y, por contarlo todo, tras su primer visionado se organizó un zipizape dialéctico de aquellos que solo la izquierda es capaz de desencadenar. A los trotskistas del momento les pareció una película poco épica y muy derrotista. Años después, Jordà, en una entrevista, aún recordaba lo más gordo que le dijeron tras el estreno: “Con las tripas de un burócrata te ahorcaremos”.

En 2004, Jordà rodó una emocionante segunda parte de aquel documental, ‘Veinte años no es nada’, un trabajo de hormiga, pues fue en busca de los trabajadores de aquella experiencia autogestionaria y los reunió de nuevo para conocer cómo les había ido. Esa es una película, más que nostálgica, de gran valor sociológico e incluso histórico, pues contradice desde las trincheras el discurso oficial de la Transición.

El bautismo del interior de la manzana ya ha pasado todos los trámites administrativos, pero no será hasta otoño o invierno que se instalarán las placas correspondientes, probablemente en una jornada en la que no se descarta proyectar alguno de esos dos documentales. Cuando eso suceda, los jardines de las Treballadores de la Numax se sumarán a esa constelación de rincones de esta parte del Eixample que no hacen más que recordar allí hubo un pasado industrial. Myrurgia, Damm, la Sedeta…, la lista es mucho más larga.

Con todo, hasta que las nuevas generaciones no tomen el relevo, para muchos aquello seguirá siendo el cine Niza, porque esa no fue una sala menor. El interior de la manzana fue entre 1946 y 2005 una platea con 1.200 butacas, donde no solo el cine era el protagonista. En 1977, la izquierda lo eligió para celebrar algunos de sus más multitudinarios mítines y, más aún, el movimiento LGTBI no debería olvidar que, en unas circunstancias mucho más complicadas que las de hoy, el Front d’Alliberament Gai de Catalunya llenó el cine Niza para protestar contra la entonces aún vigente ley sobre peligrosidad y rehabilitación social que llevaba a los miembros de este colectivo a la cárcel por su orientación sexual.

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