En Ciutat Vella

Calle de las Moles: el refugio del Gòtic contra la especulación

La estrecha vía que conecta Fontanella con Comtal se convierte en reducto 'milagro' para tiendas históricas que abandonan ejes donde los alquileres de locales se han disparado

La Casa del Bacallà y Can Boada, en la calle de las Moles, en el Gòtic.

La Casa del Bacallà y Can Boada, en la calle de las Moles, en el Gòtic. / Ferran Nadeu

Patricia Castán

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Muchos han de mirar en Google Maps para llegar, pero acaban encontrándola si son fieles a comercios históricos como la mercería Santa Ana o La Casa del Bacallà, entre otras. La calle de las Moles se ha convertido en una suerte de refugio del Gòtic para comercios barceloneses que no pueden o no quieren seguir pagando los disparados alquileres de ejes mucho más transitados como Portal de l'Àngel o Comtal, siguiendo con esos dos ejemplos. Pero es un vial con tradición de almacenes y servicios, con las limitaciones que ello conlleva para su desarrollo comercial. Por eso, la asociación Barna Centre reclama mejoras en su señalización, accesibilidad y limpieza para favorecer su fortaleza y la supervivencia de negocios con personalidad.

Ambiente en la calle de las Moles, que conecta Fontanella con Comtal.

Ambiente en la calle de las Moles, que conecta Fontanella con Comtal. / Ferran Nadeu

El trasvase lleva varios años materializándose, con discreción. Mucho más llamativo resulta el proceso de dolorosa expulsión y transformación en la concurrida calle de Comtal, donde como informó este diario se está extinguiendo todo el comercio con historia y de proximidad. El aumento de los alquileres hace inviable la supervivencia de charcuterías, pequeñas joyerías, la mencionada bacaladería... y, desde hace unos días, incluso de la última herboristería tradicional de la zona. Pero mientras que algunos bajan el telón para siempre, varios de esos establecimientos y otros del mismo barrio optan por la mudanza cercana.

No todos pueden atreverse a abrir un comercio en la semioculta calle de las Moles. Hay que tener el arraigo suficiente como para que su clientela lo busque y localice, porque de entrada no es un lugar de paso, aunque conecta con rapidez calles tan transitadas peatonalmente como Fontanella y Comtal. "Es el pequeño milagro del Gòtic, sus alquileres eran mucho más bajos que en otras calles y poco a poco se han traslado comerciantes de siempre que estaban en sitios donde era imposible continuar por los precios", relatan desde la entidad.

Nuevos retos

Kiku Carcasona, copropietario de Santa Ana, se ha convertido en uno de sus motores. Tuvieron que dejar el carísimo Portal de l'Àngel hace cinco años y decidieron mudarse al espacio donde desde hace 60 años tenían un almacén, era más grande (240 metros cuadrados), cómodo y fácil de organizar, rememora. Así que se llevaron su centro de distribución a Badalona y convirtieron ese viejo almacén en una hiperactiva tienda que ha ejercido de reclamo en la zona. "Lo estuvimos anunciando con mucha antelación y la clientela ha seguido viniendo, porque llega de toda la ciudad y le da igual que estemos unos metros más allá", relata.

Muy cerca, el año pasado se trasladó Werner, templo de equipos de música y hasta vinilos de segunda mano, capaz de hacer peregrinar a su especializado comprador. Dejaban atrás más de medio siglo en Fontanella y encontraron un espacio amplio e idóneo a su actividad, que ha entusiasmado a la clientela.

En el caso de La Casa del Bacallà, que se mudó de Comtal a Moles en 2019, la distancia entre ambas tiendas es mínima aunque ellos sufren el hecho de tener un público de más edad que no siempre logra reubicarlos o bien que ha dejado de bajar al centro por la pandemia, relatan fuentes de la empresa. Su caso es prototípico en el Gòtic, en su anterior enclave pagaban 1.500 euros según condiciones de los años 80. Pero les anunciaron que pasarían a tener que abonar 5.900 euros más IVA, lo que era totalmente insostenible para el negocio. Poco a poco, clientes de toda la vida se van reencontrando con su mostrador, aunque con menos regularidad.

Acceso a la mercería Santa Ana, en su nueva localización en las Moles.

Acceso a la mercería Santa Ana, en su nueva localización en las Moles. / Ferran Nadeu

En Can Boada, especializada en fotografía, impresión y rotulación desde 1950, tuvieron claro que el nuevo enclave sería un balón de oxígeno económico. En el caso de la Sombrerería mil (1917), aunque sigue en Fontanella, su alquiler (ya de por sí alto) finaliza en 2024 y temen no poder asumir otra actualización si sigue la tendencia de la zona. Hace cuatro años cogieron el local de Moles para crear su taller y 'showroom', mucho más asequible, y cubriéndose las espaldas, dada la situación del comercio emblemático, explica Núria Arnau.

Las mismas fuentes de Barna Centre reclaman como entidad "más apoyo al comercio para frenar la expulsión y ayudas a los que consiguen reubicarse en el barrio". Del mismo modo en que hay subvenciones para nuevas iniciativas comerciales y de otros programas, reivindican que los operadores de siempre tengan facilidades para una mudanza interna sin tener que dejar el Gòtic y sin mermar la oferta de valor diferenciado. El barrio lleva años perdiendo tiendas autóctonas, pero esa tendencia se ha multiplicado durante la crisis sanitaria.

Señalización y limpieza

La asociación, una de las más importantes de la red comercial de Barcelona, también pide para la calle de las Moles --y para otras secundarias que están ejerciendo de refugio de estos establecimientos-- "señalización comercial para darles visibilidad como calle y para que cada caso no pierda a su clientela previa si no los localiza. También claman por "locales BPO --bajos de protección oficial-- en el Gòtic", dado que el consistorio los ha concentrado en el Raval y Santa Caterina, argumentan. Los comerciantes agregan que la limpieza y seguridad son claves para que esa calle sea más permeable, y no ejerza de pipicán para algunos.

En su contra, juega que el vial sea acceso para carga o descarga de un gran negocio del hogar de Fontanella y un par de hoteles. Por ello, reclaman horarios más estrictos para estos servicios y potenciar una peatonalización diurna cómoda y controlada.

Alquileres que impiden el comercio de proximidad

Cientos de locales se ofrecen en alquiler en el Gòtic, en plena recuperación tras muchos cierres, pero aún con muchas cifras desorbitadas. Para entender el fenómeno de mudanza a las calles secundarias basta mencionar algunos de los locales disponibles en Comtal: a 8.000, 4.500, 7.500 y 25.000 euros mensuales, en diversos tamaños, unas cifras parecidas a Santa Ana. En Portaferrissa se alcanzan los cuatro ceros con frecuencia. Pero en la cercana calle de las Moles se ofrece uno enorme a rehabilitar por 2.500, y otro reformado por 3.000.

Operadores de la zona alertan de que en calles como Comtal o Tallers un mismo empresario está alquilando numerosos espacios (para producto turístico), sin que haya una gran marca detrás, lo que está despertando recelos sobre su naturaleza. También hay rara avis, como el empresario Jaume Prats, cuarta generación de comerciantes en la zona y que mantiene una de sus joyerías activa. Posee algún otro local en Comtal, pero tras la deriva comercial del eje tiene paralizado hace meses el alquiler de uno de ellos hasta dar con un arrendador de calidad, dispuesto a abrir algún tipo de negocio vinculado a la cultura. Ha rechazado numerosas propuestas para suvenires y carcasas de móviles.

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