La resistencia anticlónica

Un puñado de comercios independientes sobreviven a la presión inmobiliaria en el Portal del Àngel, con un 93% de tiendas de cadenas y franquicias

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PATRICIA CASTÁN / BARCELONA

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Día sí y día también aparece algún agente inmobiliario de relumbrón, talonario en mano, tratando de tentar a los propietarios de la mercería Santa Ana, con 80 años en el corazón del portal del Àngel. Ofrecen millonadas, pero de momento puede más la vocación y la tradición que la tremenda revalorización del edificio. Por tamaño es la joya de la corona entre los pocos resistentes independientes de la calle más cotizada de Barcelona en precios de metro cuadrado comercial.

Suyo es el edificio completo de cinco plantas, al que quiso echar el guante Inditex en su expansión por este eje. La suerte es que el fundador, Marcel Carcasona, lo adquirió cuando tuvo oportunidad, por lo que sus descendientes no han tenido que sufrir la presión de un alquiler al alza. De momento no van a vender, aunque si un día lo hicieran no sería el fin del negocio. Su formato mayorista y minorista y su popularidad (solo en un tramo de pared lucen 700 tonos de hilos de alta calidad) es tal que simplemente lo reubicarían sin perder comba. 

Pero allí están, relata el encargado, Salvador Pedret, caballero y enciclopedia sectorial, que ha contemplado el cambio radical de la calle: "En los últimos años todo son turistas". Para ellos tienen abanicos y mantones de Manila, aunque su público es el de las vetas, hilos y botones sin fin. Ultraleal.

Quien no habría soportado la crisis sin los turistas es Juanjo Amor, con una minijoyería de portería especializada en perlas de más de siete décadas de historia. Él lleva 48 años al timón. Hace unos años se vio amenazado por la invasión de las cadenas clónicas (93% en la calle). Una quiso comprar el edificio vecinal, pero al final no hubo trato. Los descuentos y el 'tax free' turístico hacen que los viajeros de medio mundo sean sus principales compradores. Pero aún se permite cerrar a mediodía "para ir al gimnasio" y los sábados de verano.

Tomas Colomer es la joyería nacida en 1870 en Granollers e implantada en el portal del Àngel a mitad del siglo XX. Sus dos plantas en este inmueble de alquiler (tienen otras dos sedes) han resistido negociando renovaciones y generando confianza. Venden tanto a generaciones de barceloneses como a viajeros en busca de caprichos y calidad, cuentan. Los Beya Colomer no tienen intención de mudarse.

Y mucho menos la quinta generación al mostrador de Planelles Donat, con tienda de turrones (el superventas) y heladería desde 1929 pero antes en Trafalgar. Laia Planelles y su tía María (más otros seis familiares) son optimistas. Creen que el viajero cambió para mejor después de los JJOO y ha salvado al portal del Àngel de la fuerte competencia comercial de otras zonas. Tuvieron el acierto de comprar el inmueble antes del 'boom' inmobiliario. Y no hay tentación que pueda con ellos. "Nos gusta trabajar y lo que hacemos", dicen estos artesanos sin precio.