Modelos de ciudad

Hablan los empresarios con negocios en Barcelona y Madrid

Opinan que las medidas por la pandemia, la tensión del 'procés', la gestión municipal y las políticas económicas han situado en mejor posición a la capital española

Ambiente de compras en la calle Preciados, en Madrid.

Ambiente de compras en la calle Preciados, en Madrid. / José Luís Roca

Patricia Castán

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¿Es una sensación realista, engañosa o puramente subjetiva? La experimentan cada vez más barceloneses que viajan a Madrid y regresan convencidos de que allí se vive un momento de gran dinamismo cultural, social y económico, que recuerda a la Barcelona en expansión de los JJOO. Y que contrasta con una percepción contraria en la capital catalana en estos momentos. La pandemia, con restricciones aquí mucho más estrictas para la actividad económica, ha dejado un poso amargo que en la capital de España no se respira. Pero es solo un ingrediente más para una comparativa que escuece porque abarca las políticas municipales, tensiones por el 'procés' y diferentes modelos turísticos, como señalan a este diario algunos empresarios con presencia en ambas urbes y conocimiento de causa.

Vaya por delante que la mayoría defiende la idea de ciudades complementarias, unidas cada vez más en materia de ocio y negocio por el cordón umbilical del AVE (que incluso en el complicado 2021 movió unos 2,5 millones de viajeros). Ni quieren enfrentarlas ni calentar polémicas estériles, sino que incluso teniendo cuartel base en Barcelona, más bien lamentan verla "retroceder" posiciones o "perder pulso", según distintas voces.

El toque de queda, los aforos, los cierres... han ahondado en esa idea de que Madrid late más fuerte. No solo por la presencia humana en las calles (restaurantes, terrazas, zonas comerciales, equipamientos culturales muy animados a diario y a cualquier hora), sino también por otros signos llamativos: en el centro no se ven las decenas de tiendas aún cerradas en el caso del corazón de Barcelona; en la capital todo el que quiere abre los domingos, además de que se han estrenado una decena de hoteles de cinco estrellas en apenas un año y hasta los grupos de restauración barceloneses invierten allí.

"Barcelona siempre ha tenido más potencia comercial, con zonas muy marcadas frente a la dispersión de Madrid que se equivocó con los centros comerciales de la periferia pero en los últimos años ha optado por un liberalismo económico que ahora está dando la vuelta a la situación", valora Javier Cottet, cuyas ópticas están presentes en la ciudad catalana desde 1902, y en la capital desde 1931. Opina que "la administración pública no favorece la actividad en Barcelona. En Madrid se apuesta por la promoción y en Barcelona por la subvención", lanza.

Reclamos y cambios

La oferta de comercio, cultura y alojamiento de lujo de Madrid está siendo un fuerte reclamo para viajeros de alto poder adquisitivo suramericano, pero la ciudad se beneficia ahora de contar históricamente con más viajeros nacionales que extranjeros. Por el contrario, Barcelona llenaba más sus hoteles hasta la pandemia, pero en un 83% eran turistas internacionales, que en su mayoría aún no viajan por la crisis sanitaria.

Jordi Clos, con hoteles de lujo (Derby Hotels) a ambos lados del AVE, asume que ahora mismo la situación se ha invertido. El alojamiento en la capital catalana era un 20% más caro, dado su tirón internacional. En estos momentos los precios se han ajustado, pero la ocupación está por delante en Madrid, que cada fin de semana se convierte en escapada de compras para mucho turista de interior. Al hotelero le duele admitir que Barcelona "está más gris, con decrecimiento y empobrecimiento del centro". Como ejemplo (archirrepetido por todos) menciona al Hotel Four Seasons, cuya apertura a un paso de la plaza del Sol ha dinamizado el entorno y disparado el interés de muchos viajeros, mientras que Barcelona vetó su apertura en el paseo de Gràcia, donde intentó aterrizar primero. "Hemos perdido a ese nuevo cliente", se queja.

Cree que la situación política y la pandemia han hecho perder comba a la ciudad, que en el caso de la hostelería ahora enfoca la resurrección en cómo funcione el congreso mundial de telefonía móvil en febrero.

Para Javier de las Muelas, referente local de la coctelería, con varios restaurantes en Barcelona y negocios en Madrid desde 2010, resulta innegable esa "ilusión" que aprecia a pie de calle a 620 kilómetros de casa. "No se puede negar que está más limpio, ordenado, seguro, en cualquier barrio. Ahora es un imán para la gastronomía de calidad y las grandes marcas del alojamiento", mantiene. "Barcelona es mi ciudad pero Madrid ha logrado transmitir una identidad o marca de "alegría". "No quiero decir que sea El Dorado ni todo funcione allí, pero hay más voluntad de que las cosas funcionen. En Barcelona hace falta más empuje de políticos y de líderes de la sociedad civil", defiende.

¿Volver a decir 'sí'?

Se une a ese deseo Eduard Urgell, de AN Grup, con 17 restaurantes en Barcelona y 5 en la capital. "Hay muchas diferencias en cuanto a regulación por la pandemia, lo que ahora supone mucha más vitalidad comercial y social". "Allí se ha generado un estado de opinión de que hay que ir para adelante". La burocracia para los negocios es compleja en ambos, tercia, pero allí perciben menos palos en las ruedas. Como ejemplo, multas en sus terrazas barcelonesas "por poner plantas decorativas o muebles", pero ninguna en la capital española.

Anna Gotanegra, gerente del reputado restaurante Estimar (2016) y con gemelo en Madrid desde 2019, se define como "enamorada de Barcelona", pero convencida de que Madrid "está superando" a la capital catalana. De hecho, afirma que el local que tienen en la capital --y vive un gran momento-- ha servido para mantener a flote al barcelonés, ante el "desastre" del trato a la hostelería en Catalunya las duras restricciones. Allí el cliente es más fiel y "se sale mucho más". Y las licencias de actividad más sencillas, opina.

El Gremi de Restauració de Barcelona ya glosó la complementariedad de la oferta de ambas ciudades en un reciente libro. Pero su director, Roger Pallarols, reflexiona ahora que a los pies del Mediterráneo "hay que corregir dinámicas que no facilitan la atracción de inversión ni emprendimiento. Hay que volver a decir 'sí", insiste. "Cuando Barcelona lo hace, no tiene rival".

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