Renovación de contratos

El concurso para los chiringuitos de playa de Barcelona se abre con polémica

El Ayuntamiento de Barcelona dice primar criterios "sociales y de sostenibilidad" sobre los económicos, aunque la restauración critica que se utiliza un modelo matemático que acaba funcionando como una "subasta encubierta"

Imagen de archivo de un chiringuito en la playa, el verano de 2020 y con restricciones por la pandemia.

Imagen de archivo de un chiringuito en la playa, el verano de 2020 y con restricciones por la pandemia. / MANU MITRU

Patricia Castán

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Nadie imagina una playa barcelonesa sin chiringuitos a cuya sombra arrimarse a tomar algo, aunque no todos los bañistas puedan permitirse hacerlo. La razón son los precios de las consumiciones, que no están al alcance de todos los bolsillos, en un bucle de costes que empieza en el mismo momento en que los operadores pagan fortunas por una licencia de ocupación de esos metros cuadrados de arena. Por ese motivo, operadores y aspirantes reivindican hace años que los criterios de otorgamiento por concurso público no sean económicos, sino de calidad de la oferta. Sin embargo, esta semana se ha abierto el concurso para adjudicar de nuevo toda la oferta playera que, según el sector, vuelve a ser "una subasta encubierta" enfocada al mejor postor.

El Ayuntamiento de Barcelona, que gestiona esta actividad desde el Instituto Municipal de Parques y Jardines, detalla a este diario de que han salido a licitación "19 posiciones" (3 para hamacas, 15 chiringuitos --10 de las cuales con servicio también de hamacas--, y un puesto de helados) para dos años. De todas ellas, siete tienen opción de prórroga (una de helados, 2 de hamacas, 2 de chiringuitos con servicio de holgazanas y 2 sin este servicio). Los candidatos deben completar estos días los correspondientes formularios de cara a obtener la licencia de prestación del servicio, que va del 1 de marzo al 30 de noviembre.

Todas las adjudicaciones se decidirán en las próximas semanas, aunque para cuatro de chiringuitos no se harán efectivas hasta el 2023, dado que aún no han finalizado los contratos de los actuales operadores. En otros municipios, los contratos son más largos y permiten inversiones de menos de menos riesgo, aducen los afectados.

Evaluación no independiente

Las quejas reiteradas en los últimos años apuntan a la estructura del concurso, que en la práctica supone que solo los operadores con gran fuelle económico puedan imponerse, y en ocasiones algún tramo quede desierto. La oferta ganadora suele ser tan cuantiosa (se ha llegado a los 700.000 euros por chiringuito y temporada en las playas más codiciadas) que aboca a instaurar consumiciones a precios altos, sin que se correspondan siempre con la calidad deseada. Los tramos del litoral más 'asequibles' son también mucho menos concurridos y por tanto menos rentables, lo que redunda en las mismas políticas de precios.

Terraza de un chiringuito de playa barcelonés, el verano pasado.

Terraza de un chiringuito de playa barcelonés, el verano pasado. / RICARD CUGAT

Pese a ello, el ayuntamiento volverá a utilizar este año el sistema (matemático) de "evaluación de criterios automáticos". Fuentes de Parques y Jardines aseguran que se priman los aspectos "sociales, de sostenibilidad y servicio" con un 65% de la puntuación, y la oferta económica con un 35%, pero los operadores replican que la decisión final solo se basa en el dinero. Y ello sucede porque el formulario plantea casillas cerradas que todos rellenan --convenientemente-- para conseguir sumar el máximo de puntos, afirmando que sí contratarán personal de refuerzo, limpieza y demás.

El sector reclama un órgano de contratación que prime el servicio más que la puja económica, como ya hacen otros municipios

"Esas casillas son compromisos a los que todo el mundo se adhiere, de forma que al final lo que marca diferencia es la propuesta económica sea cual sea el peso que se le dé. Una vez más, es una subasta encubierta", critica Israel Flores, operador y presidente de la Asociación de Chiringuitos de Barcelona. El colectivo se queja de que en Barcelona "no haya cambiado nada", mientras que otros municipios cercanos de playa sí han reformulado sus concursos para primar la calidad. Cita ejemplos como El Masnou, Castelldefels y Sitges, en algún caso incluso con precio cerrado y sin puja. "Barcelona ha de apostar por un modelo de playa y crear un órgano de contratación independiente", defiende.

Desde el Gremi de Restauració de Barcelona, su director, Roger Pallarols, sostiene que "se pierde una oportunidad para superar el modelo de subasta especulativa y dar un salto cualitativo". Cree que el "error estratégico en un momento de relanzamiento de la ciudad" reabre una "crisis" con los restauradores del litoral y "su viabilidad".

Este año, el ayuntamiento ha establecido de nuevo precios "de salida" en función de la playa donde está cada posición a ocupar. Van de 48.867,60 euros en el caso de la playa de Nova Marbella hasta 327.445,03 en la de Sant Miquel. El precio de salida para las hamacas va de los 65.192,20 euros en el caso de la Barceloneta a los 71.910,11 en el Somorrostro.

Desde Parques y Jardines indican que esos precios "parten de la premisa de que la actividad y usuarios en las playas en 2021 fue muy similar a los datos de 2019, prepandemia" y que están un 60% por debajo de lo que se llegó a pagar entonces. Agregan que "los gestores conocen el impacto de la situación actual en sus cuentas y pueden presentar la oferta que consideren pertinente en base a este impacto".

Sin bonificación en las tasas

Flores discrepa y enfatiza que la clientela y facturación estuvieron por debajo y aún marcada por restricciones al turismo. Y opina que "con lo mal que está actualmente Barcelona es difícil que haya una reactivación total ya este verano". Justo por ese motivo se ha abierto otro frente con el ayuntamiento, dado que los chiringuitos han quedado fuera de la reducción del 75% de tasas de la que se benefician las terrazas de bares y restaurantes de la ciudad en las nuevas ordenanzas fiscales. En las playas esta bonificación se aplicó en 2020 (cuando amenazaron con no abrir) y en 2021, y los afectados piden que se vuelva a hacer efectiva también en su caso. Una idea que suscribe Pallarols, en un 2022 en que "toda la hostelería necesita mecanismos de apoyo".

No obstante, el consistorio no tiene esa intención. Considera que "no es comparable la situación de los chiringuitos con la de las terrazas de la ciudad". Lo argumenta en que para estas "las bonificaciones se aplican a este ámbito estrictamente, no en el local en su conjunto". Mientras que en las playas "incluye el local entero y se trata de una licencia de ocupación, por lo tanto el precio lo propone el licitador".

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