Equipamiento social en Horta-Guinardó

Barcelona confirma que el albergue para toxicómanos sin hogar estará en el antiguo Hotel Aristol

El centro abrirá en marzo y la gestión la llevará, como hasta ahora y durante dos años más por lo menos, la asociación ABD

La entidad ha acordado el alquiler con la propiedad y la adquisición de la licencia hotelera al inquilino del inmueble

Usuarias Asociación Bienestar y Desarrollo

Usuarias Asociación Bienestar y Desarrollo / MANU MITRU

Toni Sust

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El albergue municipal para toxicómanos sin hogar que ha estado funcionando desde hace un año y medio de forma provisional en la calle de Numància, en un local de la Fundació Pere Tarrés con capacidad para 50 personas, se trasladará dentro de mes y medio a su sede permanente, en Horta-Guinardó, a un antiguo hotel de la calle de Cartagena, el Hotel Aristol. Así lo ha confirmado la concejala de Salud, Gemma Tarafa, que ha comparecido este martes en la sede de Numància para explicar que el proyecto de albergue "se consolida". "Nos encontramos ante un centro pionero en todo el Estado", ha subrayado.

Tarafa ha recordado que el centro, que gestiona la Asociación Bienestar y Desarrollo (ABD), que ha ganado un concurso para ello, abrió en abril de 2020, cuando se habilitaron espacios para que persona sin hogar pudieran confinarse, como toda la población. Desde entonces, 200 personas han pasado por el equipamiento. De que es un centro pionero ha dado fe el director de drogas de ABD, Josep Rovira, que ha explicado el matiz: "En este espacio atendemos a las personas aunque consuman drogas. Y a partir de su intención, vamos logrando un proceso de mejora”. El consumo, ha precisado, es controlado por profesionales. Junto a ellos ha comparecido también Maribel Pasarín, directora de Promoción de Salut Pública de la Agència de Salut Pública de Barcelona, que ha incidido en lo que supone estar en la calle y tener una adicción: "“Es muy difícil que personas que no tienen hogar puedan cuidarse de su salud”.

Clase de yoga en el albergue para toxicómanos de la calle de Numància, que en marzo se trasladará a Horta-Guinardó.

Clase de yoga en el albergue para toxicómanos de la calle de Numància, que en marzo se trasladarà a Horta-Guinardó. / Zowy Voeten

Las protestas

El Hotel Aristol, cerrado por la pandemia, es la sede que se barajaba hace tiempo y que ha causado protestas de las familias de alumnos de la escuela Mas Casanovas, que está a 15 metros del nuevo centro. Mientras las familias muestran su recelo, el consistorio y ABD, que gestiona el centro, insisten en que no hay previsión de conflictos con el entorno y en que no los ha habido en el tiempo que ha estado funcionando en Numància. De hecho, en la comparecencia de este martes estaba en el albergue Toni Otero, director de la escuela Anglesola, situada al lado, que ha subrayado que no ha habido problema alguno por la convivencia con el centro.

La gerente de ABD, Àngels Guiteras, ha aclarado que la entidad ha cerrado un acuerdo con la propiedad para alquilar el edificio y otro con el inquilino para comprarle la licencia de actividad hotelera. Guiteras ha relatado que la propiedad requirió explicaciones suplementarias ante la polémica y que finalmente ha quedado satisfecha con estas explicaciones. Se mantiene la previsión de que el nuevo albergue abra en marzo.

Dos usuarias

Un día antes de la comparecencia, contaron su historia María (nombre supuesto), de 47 años, y Susana Moreno, de 53, dos antiguas residentes en el albergue de Numància, ahora compañeras de piso en la calle de Escudellers, en Ciutat Vella. Hace dos meses que viven allí y lo explican con ilusión. Porque vienen de un mundo que, como dice Moreno, no les ha sido “grato”. Las dos han pasado años, décadas incluso, viviendo en la calle. O saliendo de ella y volviendo a caer. Las drogas marcaron sus trayectorias, aunque quizá estas venían marcadas por otros aspectos: el hecho de perder al entorno familiar, de ser madres sin ayuda, de perder la esperanza. Circunstancias que se han ido retroalimentando. A veces, lograban dejar un tiempo la calle, pero no como ahora.

María y Susana Moreno, el lunes en la plaza de George Orwell.

María y Susana Moreno, el lunes en la plaza de George Orwell. / MANU MITRU

Las dos mujeres defienden con pasión la labor del albergue y de ABD. Se entiende que el paso a un piso en el que viven solas es un cambio positivo, que conlleva más libertad, y por lo tanto más responsabilidad. “Antes nos lo hacían todo”, cuenta Moreno, que explica sobre la nueva situación: “La primera que se levanta hace el café. Si yo cocino, ella friega, si ella cocina, friego yo”. La entidad las visita pero ellas funcionan de forma autónoma, lo que es un éxito. Según Rovira, han tenido gente que acaba logrando un piso por su cuenta, gente que vuelve con su familia, o que regresa a su país. Que sale adelante.

"No somos monstruos"

Sobre las quejas de las familias, que consideran que no es de cajón instalar un equipamiento para personas con adicciones a las drogas tan cerca de un colegio considerado de alta complejidad, Tarafa ha subrayado que se ha dialogado y que se seguirá dialogando cuanto sea necesario. "Suele haber inquietudes, miedos, es lógico ante el desconocimiento. Es un proceso que tenemos que acompañar bien". La concejala ha contado que ha habido reuniones con "vecinos, familias y la comunidad educativa" y ha anunciado que se creará una comisión se seguimiento "con todos los implicados".

Rovira ha recalcado hasta qué punto los usuarios de Numància han tenido una actitud positiva: "Una persona que llega sin haber sido nunca atendida, que además se siente culpable, lo primero que siente es gratitud. Eso hace que su compromiso al cuidar el espacio sea importante". Un día antes, el martes, María, la más tímida de las dos vecinas de Escudellers, la más avergonzada, resumía la situación: “No somos monstruos. No hacemos daño a nadie”.