Celebración prenavideña
El estreno de la estrella de la Sagrada Família arranca con 'castells', gigantes y el Àliga
El alumbrado de la terminal de la torre dedicada a la Virgen será esta tarde, tras la misa y bendición del cardenal Omella
Natàlia Farré
Periodista
La ceremonia de alumbrado de la estrella de Maria, la que aspira a convertirse en un símbolo más de Barcelona y el punto más alto de la basílica proyectada por Antoni Gaudí hasta que el cimborrio de Jesús lo acabe superando, se ha abierto esta mañana a ritmo de sardana con la interpretación por parte de la Cobla de Sant Jordi de ’La sardana de les monges’, compuesta en 1919 por Enric Morera, coetáneo del genial arquitecto. Silencio sepulcral por parte de las 2.000 personas que han podido acceder a la basílica previa reserva de entrada. Cosas de la pandemia.
La de este miércoles ha sido la primera vez que el templo ha recibido los honores de la cultura popular. No en vano la Sagrada Família quiere acercarse a la ciudad y al barrio, un vecindario a veces harto de las muchedumbres, y sus consecuentes incomodidades, que atrae el templo. Así, la fiesta popular ha sido a lo grande, pero sin la máxima autoridad de Barcelona. La alcaldesa Ada Colau no ha hecho acto de presencia. Sí lo han hecho el ‘president’ de la Generalitat Pere Aragonès y el cardenal de Barcelona Joan Josep Omella. También el teniente de alcalde Albert Batlle.
Pilares frente al altar
A lo que íbamos. Los gigantes de la Sagrada Família han recibido a los de Barcelona, por algo eran los anfitriones. Y acto seguido ha tenido lugar el momento más solemne de la ceremonia: el desfile, por primera vez en la historia de la basílica, de los Gegants de Barcelona y la Àliga hasta el altar. Piel de gallina entre el público que ha llegado al punto álgido cuando los Castellers de la Sagrada Família han levantado dos pilares, también frente al altar. O lo que es lo mismo, bajo la torre de María.
Aplausos del público. Y sardana, ‘Davant la Verge', danzada por cuatro ‘colles’ sardanistas para dar paso a otro momento más que solemne: el baile de la Àliga, el único entremés con el privilegio histórico de bailar ante el altar. Más aplausos, más piel de gallina y más bailes. Los cabezudos Macers han interpretado la danza que ha dado paso a la alegría de los Gegants de Barcelona, presentes en las grandes celebraciones litúrgicas y cívicas de la ciudad desde 1424. Música y baile marcados por los aplausos del público. Y júbilo final.
La ceremonia dentro del templo ha acabado con la ofrenda de los ramos de la ‘geganta’ y del Àliga, y las palabras del cardenal Omella: “Doy gracias a Antoni Gaudí por haber concebido este proyecto tan maravilloso que nos une. Gracias a todos". La siguiente cita de los fastos son la misa solemne de esta tarde, la posterior bendición de la torre de Maria y el alumbrado de la estrella.
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