Monumento icónico

La Sagrada Família muestra cómo será el cimborrio que se convertirá en el techo de Barcelona

La torre de Jesús medirá 172,5 metros, la edificación más alta de la ciudad, y estará coronada por una cruz de 17 metros de cerámica blanca esmaltada

La construcción no tiene fecha final por la caída de ingresos; sí se culminará, en diciembre, la dedicada a la Virgen con la colocación de una estrella luminosa

Así será la terminal que coronará la torre de Jesucrist de la Sagrada Família

Natàlia Farré

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Exactamente 172,5 metros. Esta será la altura del edificio más destacado del ‘skyline’ de Barcelona cuando la torre de Jesús, el punto más elevado de la Sagrada Família, esté construido. Lo que no está claro es cuándo esto ocurrirá. Tampoco hay fecha para la última piedra de toda la construcción. La previsión prepandémica tenía en 2026, centenario de la muerte de su arquitecto, Antoni Gaudí (1852-1926), el horizonte de finalización del conjunto de la basílica; pero el covid-19 lo ha trastocado todo. El año pasado la Junta Constructora ya dejó claro que 2026 no era la fecha final. Y este lunes tampoco ha podido precisar cuando el techo del templo, y de la ciudad, será una realidad. Las visitas han caído y en consecuencia no hay ingresos, y sin presupuesto no hay calendario. 

Aunque desde la Sagrada Família se sigue trabajando en su construcción y esta mañana han presentado cómo será la terminal de la torre de Jesús cuando esta esté levantada: la coronarán 17 metros de cruz de cerámica blanca esmaltada y cristal. Con cuatro brazos acampanados, forma típica de Gaudí, de 13,5 metros. Y será transitable. Un mirador a la ciudad. El deseo de los responsables del templo es que el cimborrio y los 118 peldaños de la escalera de caracol que acercarán el templo al cielo  estén a punto en 2026. Pero es solo eso, un deseo. Lo único claro es que en 2022 la torre principal crecerá tres niveles de altura respecto a los seis que tiene actualmente (116 metros), pero aún quedará un buen trozo por subir.

Puertas abiertas

Lo dicho, serán 172,5 metros de cimborrio, tal como Gaudí lo pensó. La altura no es baladí pues el genial arquitecto no quería que la mano del hombre superará lo que la naturaleza había levantado en Barcelona: los 177,72 metros que, según l’Institut Cartogràfic de Catalunya, se eleva Montjuïc sobre el mar. Así el cimborrio se convertirá en la construcción más alta de la ciudad (con permiso de la torre de comunicaciones de Collserola), tras los 154 metros que miden la torre Mapfre y el Hotel Arts. El inmenso campanario sobresaldrá por encima de los otros cinco cimborrios centrales: cuatro dedicados a cada uno de los evangelistas y otro consagrado a la Virgen que, con sus 138 metros, será la segunda parte más elevada del templo. 

Este está a punto de ser una realidad, a principios de mes se colocó la parte superior del fuste recubierto de ‘trencadís’ –en tonos azulados, en referencia al manto de la Virgen, que degradan hacia el blanco- que aguantará la estrella luminosa que culminará la torre. Se instalará en diciembre y se iluminará el día 8 coincidiendo con la festividad de la Purísima. Habrá celebración ciudadana, pero los detalles están por desvelar. Mientras esto llega, los próximos 24, 25 y 26 de septiembre, coincidiendo con la Mercè, habrá puertas abiertas. Aquí la pandemia también marca sus normas y como las medidas de seguridad no permiten el acceso de más de 12.000 personas,  el 20 de septiembre, a las 10.00 horas, habrá sorteo de entradas entre los que se hayan inscrito en la web de la Sagrada Família.

La Sagrada Família muestra cómo será el cimborrio que se convertirá en el techo de Barcelona

359.000 visitas

Además de hollar la corona de la torre de la Virgen, durante el último trimestre del año se empezarán las obras de restauración de la fachada del Nacimiento, la única que Gaudí dejó terminada. Se hará por fases, primero el portal y parte del claustro del Roser; y en 2022, dos de los cuatro campanarios que rematan el frontis.  También será el año de terminar la primera de las torres dedicadas a los evangelistas, las que custodian en la parte central a las de Jesús y la Virgen. Será la que en su terminal lucirá un toro, el símbolo que identifica a San Lucas, esculpido por Xavier Medina-Campeny; y será el año de preparar el informe ejecutivo de la capilla de la Assumpta que empezaría a construirse en 2023. El resto es esperar a que llegue la normalidad y vuelvan los visitantes y los ingresos. Las cifras hablan por sí solas: durante los dos meses de verano de 2020 que el templo pudo abrir sumó 12.000 visitantes. Una nimiedad comparados con los 4,7 millones de 2019. 

En septiembre de ese año el público volvió a desaparecer por obra y gracia de la cuarta ola. Hasta el 29 de mayo de 2021, que la basílica empezó de nuevo a recibir visitantes. Hasta el 31 de agosto, 359.000 personas cruzaron sus puertas. Una cifra considerable pero no suficiente: “Estamos satisfechos pero muy lejos de alcanzar los niveles de 2919”, según Xavier Martínez, director general de la Junta Constructora. Se ha echado de menos al turismo asiático, sobre todo de Corea del Sur y Japón. La previsión es acabar el año en curso con 810.000 espectadores. Si el pronóstico se cumple, se llegaría al 17,2% de público respecto al 2019. Respecto al 2022, la Sagrada Família trabaja con una previsión de 1,6 millones de visitantes y no cuenta con alcanzar la normalidad prepandémica hasta 2024. Será entonces cuando se replanteen el horizonte de su finalización: “Será el momento de poner una nueva fecha sobre la mesa, hasta entonces es imposible decir nada”, sostiene Martínez, que se reafirma en “el compromiso de finalizar las obras”. 

Presupuesto rebajado

Con estas cifras, el presupuesto no es tan abultado como antes. Para 2022, si todo va bien, será de entre 31 y 34 millones de euros, muy lejos de los 100 millones que hubo en 2019; pero un poco mejor que el de 2021: 19 millones. El templo no solo ha tenido que apretarse el cinturón a la hora de construir, también ha rebajado plantilla: ertos al margen, se ha despedido a seis miembros del personal y no descartan tener que prescindir de más trabajadores. No en vano la pandemia no solo ha pospuesto la finalización del templo sino que también ha arrasado con sus finanzas.