VOCES DE PRESENTE Y FUTURO

¿Es Barcelona una ciudad para jóvenes?

Judith, Eric, Bexi, Guillem y Julia son barceloneses, tienen entre 16 y 28 años y pese a que rechazan la idea de ser tratados como un conjunto uniforme, tienen clara la necesidad de cambiar las políticas de vivienda y empleo

¿Qué esperan los jóvenes de Barcelona? Así se ven dentro de 10 años | VÍDEO

El Ayuntamiento de Barcelona ha escogido a varios jóvenes para definir propuestas e incorporarlas a las políticas municipales. / ELISENDA PONS

Helena López

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A veces, demasiadas, le da la sensación de que desde los medios y las administraciones -en esta ocasión está tratando con ambos- a la gente joven se la trata como si fueran "una sola cosa". "Como si fuéramos animales, que tú vas al zoo y dices, mira, esta es la especie 'joven'; y el hecho de ser jóvenes es algo que nos atraviesa, pero que no nos define. Me pasa como cuándo los tíos nos preguntan que qué nos gusta a las tías y yo me pregunto que a qué tías", reflexiona Judith Aguilà Fuster, una de los 99 barceloneses entre 16 y 29 años que participa en el Fòrum Jove, quien destaca que lo más importante del largo proceso -interesante y duro a partes iguales- es que les están pagando por las muchas horas de trabajo. "Eso ya es parte de la solución a los problemas que nos estamos encontrando", sentencia en un lúcido audio de whatsapp que envía tras terminar la entrevista en el Saló de Cent del Ayuntamiento de Barcelona -en el que alucina-, invitada a añadir lo que sea cuando se le ocurra.

Judith tiene 27 años, es vecina de Gràcia y una de los 99 seleccionados del sorteo para formar parte de la primera experiencia de asamblea deliberativa para inspirar el diseño de políticas públicas a través una serie de encuentros -en viernes y sábado- entre la primavera y el otoño.

El hecho de ser jóvenes es algo que nos atraviesa, pero que no nos define

— Judith Aguilà Fuster, 27 años

En el momento de la entrevista, hace unos días, una meteorológicamente desagradable tarde de noviembre, Bexi Tavera Ruiz tenía la misma edad que Judith. Hoy ya tiene 28, estaban al caer. Hablan de lado, en la más noble de las salas del consistorio barcelonés, abierta esta tarde expresamente para ellas. Pese a compartir edad y ciudad -requisitos imprescindibles para participar de la iniciativa-, sus situaciones vitales son muy distintas, también hay radica la gracia del experimento (el sorteo se hizo siguiendo criterios de diversidad social y de paridad de género). Para Bexi, nacida en Perú aunque criada en Barcelona, su ciudad, donde vive desde los siete años, el principal reto de la capital catalana es asegurar la conciliación.

Judith en el Saló de Cent del Ajuntament 

Judith en el Saló de Cent del Ajuntament de Barcelona hace unos días. / Elisenda Pons

Bexi vive desde los 18 sola en Sants. "En una habitación, al principio, y luego me saqué un piso, con mi hija. Soy madre monoparental", se presenta. "Hoy en día es prácticamente imposible alquilar un piso con una sola nómina ya que te piden de entrada tres veces más del dinero que entra en mi casa al mes. Yo tuve la suerte de que en 2015 cuando entré, los precios no estaban tan caros como ahora, por eso he luchado mucho para que se me renueve siempre el contrato", prosigue la joven, quien trabaja por las mañanas y estudia por las tardes. Su pequeña nómina es el único dinero que entra en su casa.

Pese a las dificultades con las que se encuentra, no se resigna a creer que "si eres mamá y eres joven se te ha acabado todo, no puedes estudiar, no puedes luchar por lo que quieres". "Sí se puede, solo necesitamos un poquito más de ayuda", reivindica.

Bexi, 27 años, en el Saló de Cent de l’Ajuntament

La joven madre Bexi Tavera Ruiz en el Saló de Cent de l’Ajuntament de Barcelona. / Elisenda Pons

Junto a Judith y Bexi, Eric Bermúdez Cervantes, también de 28 años, vecinos de Les Corts. "Si pensamos en nuestras familias, quien más quien menos tenía una estabilidad, con 30 años; quien no la tenía era porque no la quería. Podían tener un piso, aunque fuera pequeño. Ahora, ¿quién puede acceder a un piso con 30 años? Y hablo de alquilarlo, ya no de pedir una hipoteca, que evidentemente no te la darán", apunta. “El problema es que la universidad ya no funciona de ascensor social. Antes, tú podías venir de la clase obrera, estudiar en la universidad y convertirte en clase media, pero eso se acabado. Si tienes ciertas carreras, como una ingeniera, y no te toca migrar, vivirás bien, pero si estudias según qué carreras de ciencias de la salud o de ciencias sociales, no", prosigue convencido.

Eric estudió Logopedia y, al acabar, un máster. Ahora está cursando una FP de emergencias sanitarias "porque hay mejores condiciones de trabajo". "En logopedia no salen plazas públicas en hospitales y te puedes hacer autónomo, claro, pero la gente no puede pagar los 35 euros que vale una consulta privada, no puede", añade.

La universidad ya no funciona como ascensor social

— Eric Bermúdez Cervantes, 28 años

Una de las principales preocupaciones de este grupo de jóvenes es "¿qué hacemos con toda la gente joven que se ha formado o que se está formando actualmente y que no pueden acceder al mercado de trabajo?". "Somos muchos los que estamos viviendo con la ayuda de nuestros padres, pero los padres no estarán siempre, y después... ¿qué hacemos?", reflexiona certero Eric. No entienden, además, que se les pida inasumibles experiencias de hasta seis años para contratos de media jornada con el salario mínimo. Vivienda y empleo digno marcan su agenda.

Eric Bermúdez en el Saló de Cent del Ajuntament

Eric Bermúdez en el Saló de Cent del Ajuntament de Barcelona, hace unos días. / Elisenda Pons

A sus 16 años, Julia Jiménez Martínez es la más joven de estos cinco chavales, seleccionados entre los 99. Acaba de empezar el bachillerato, pero ya tiene claro que quiere estudiar Ciencias Políticas, de ahí que cuando recibió la carta del ayuntamiento invitándola a participar en el Fòrum no dudó en aceptar. Nacida en 2005, esta hija de Nou Barris siente y así lo expresa que son una generación que no puede ni imaginarse su proyecto vital. "Vivimos en un país en el que no hay una estabilidad. Enlazamos crisis con crisis. Sería demasiado inocente imaginar un proyecto que sabes que no alcanzarás, o al menos no cuándo tú esperas", reflexiona.

Es inútil o demasiado inocente hacer proyectos vitales porque sabes que no los podrás cumplir

— Julia Jiménez Sánchez, 16 años

Todos coinciden en que el problema de fondo es esa precariedad estructural, que a Bexi le recuerda a su Perú natal. "Como se vive ahora en Barcelona, al día, me hace pensar mucho en Latinoamérica. Antiguamente aquí la gente tenía una seguridad; si tenías un trabajo indefinido, era indefinido, pero ahora aquí por mucho que tengas un contrato indefinido si te quieren echar mañana, te echan. En América Latina solemos vivir al día: hoy tenemos para comer, mañana, nos buscaremos. A mí no me ha costado mucho adaptarme a este nuevo paradigma porque mis padres también vienen de una cultura en la que nada ha sido fácil. Venir de cero, venir de ilegal, y poco a poco írtelo ganando todo. Pero he visto el cambio en Barcelona y eso perturba", relata.

Esa fragilidad, ese sentimiento de 'no future' y de que el suelo en cualquier momento puede abrirse bajo sus pies, tiene consecuencias claras en la salud mental de toda una generación, otro de los temas que ponen sobre la mesa.

 Julia Jimenez, bachiillerato humanístico en el Saló de Cent del Ajuntament 

 Julia Jiménez, joven de Nou Barris de 16 años, en el Saló de Cent del Ayuntamiento de Barcelona. / Elisenda Pons

"Yo he llorado mucho en casa porque no sabía ya qué hacer; no encontraba trabajo y sentía que había dedicado muchas horas a estudiar para nada. Tener 28 años y seguir dependiendo de mis padres, teniendo en cuenta que he invertido tantas horas en formarme, es muy duro", expone Eric. Si pudiera volver atrás no sabe si lo haría, estudiar tanto: "No me ha servido para progresar". "Eso genera mucha ansiedad. Muchísima", remata.

La gota que colmó el vaso

El estallido de la pandemia no hizo más que empeorar una situación "que ya venía de mucho antes", coinciden. "Gente de 28, 30 años, que ha tenido que volver a vivir con sus padres porque ya estaban al límite antes y el covid ha sido la gota que ha colmado el vaso", señala Guillem Coronado Martínez, el quinto participante del encuentro. Vecino de Sant Andreu de 25 años, acaba de terminar el máster después de graduarse en Ingeniería Industrial. "Si antes ya había contratos precarios, ahora pasa todavía más; contratos de cuatro horas para trabajar 12", añade el ingeniero industrial, quien, en su caso es optimista, convencido de que su titulación es de las (pocas) que sí tienen futuro. Aún no tiene trabajo, "pero porque terminé el máster en julio". El día después del encuentro tiene una entrevista.

Sobre la gestión de todo ese malestar, Guillem saca el (famoso) tema los botellones, que tanto han usado los adultos para criminalizarles. "Toda la vida la gente ha bebido para olvidar y para celebrar", zanja.

Guillem Coronado, 25 años,ingeniero industrial

Guillem Coronado Martínez, 25 años, ingeniero industrial en búsqueda de empleo. / Elisenda Pons

Al ser preguntados sobre tener hijos, se miran. "Ese es otro temazo para nuestra generación", responden. "Llegas a un punto que en el que dices ¿quieres un hijo? Sí ¿Puedes tenerlo? No", resume Guillem.

"Yo me niego a criar un hijo en un piso compartido. Yo quiero tener un hijo en mi propio hogar; y tampoco tengo ganas, con 40 años, de estar compartiendo piso porque no me puede permitir otra cosa", plantea Eric, quien aprovecha para abrir otro melón: "la romantización de la precariedad". "Estoy cansando de ver artículos en la prensa en los que que se apunta que está de moda compartir piso, que es 'cool'… ¡Y no! Eso lo hacemos básicamente porque no nos podemos permitir pagar un piso. Es como eso de de que los jóvenes se ponen la manta porque están concienciados con la crisis climática. ¡No! Se ponen la manta porque no pueden pagar la luz", continúa el logopeda, quien insiste en subrayar que en Barcelona se pasa frío. "Eso es muy grave", concluye.

"Exacto. No, no se ponen la manta porque estén muy concienciados, aunque sí lo están. A los jóvenes se nos ha criminalizado mucho pero hemos sido los que hemos arrojado luz sobre muchos temas sobre los que antes no se hablaba. De la crisis climática no se hablaba, de salud mental, no se hablaba", reivindica Julia. De todo eso se ha hablado y mucho en las sesiones del Fòrum Jove, cuyas propuestas finales se incorporarán en el Plan de Adolescencia y Juventud 2022-2030.

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