Urbanismo

Barcelona abrirá el túnel de Glòries el 6 de noviembre en sentido Besòs

La galería entrará en servicio solo para salir de la ciudad y a principios de 2022 está previsto que los coches también puedan circular hacia el Llobregat

El nuevo túnel de Glòries.

El nuevo túnel de Glòries. / ZOWY VOETEN

Carlos Márquez Daniel

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Desvelado finalmente uno de los mayores secretos del Ayuntamiento de Barcelona: el túnel de Glòries se abrirá a la circulación el 6 de noviembre, el sábado de la semana que viene, tras seis años de perforación. Lo hará en sentido Besòs, tal y como estaba previsto, porque todavía quedan tareas pendientes en el carril contrario, de entrada a Barcelona, que se pondrá en servicio, si nada lo evita, a principios de 2022. Se cortará la cinta a una de las infraestructuras más complejas de la década en la capital catalana. Y se hará un poco las paces con Ildefons Cerdà, el hombre que predijo que esta plaza sería el centro metropolitano de la ciudad.

La idea es que los coches puedan empezar a pasar por la galería la noche del 5 al 6 de noviembre. La Guardia Urbana iniciará los desvíos de tráfico y se estrenará la nueva configuración viaria. Si todo va según lo previsto, el túnel ya estará completamente operativo sobre las seis de la mañana del sábado, y los vehículos que van en dirección Maresme dejarán de cruzar la plaza en superficie. Al túnel se accederá por la Gran Via a la altura de la calle de Padilla. Esta calle, y también Lepant, adquirirán mayor protagonismo al ser las últimas perpendiculares antes de la galería. Una vez dentro del tubo, los vehículos se dirigirán hacia la C-31 en dirección Badalona y Mataró, pero antes podrán abandonar la arteria a la altura de la calle de Bilbao.

Ensayo y error

Más cambios. La calle de la Llacuna ya no desembocará en la C-31, los coches que vayan por Gran Via y no cojan el túnel serán desviados por Padilla para enlazar con Castillejos (en el caso de que quieran seguir hacia los barrios del Besòs). El lateral de la Gran Via será exclusivo para vecinos, bus y taxis entre Ciutat de Granada y Rambla del Poblenou (donde termina el túnel) y entre Marina y Padilla, y la calle de Castillejos cruzará la Gran Via pero no dará acceso al túnel. Complicado retener tanto cambio, así que seguramente sucederá lo de siempre: ensayo y error hasta la adaptación definitiva a la nueva configuración. El sentido Llobregat seguirá como hasta ahora, atravesando la plaza junto a la primera parte del parque urbano de la Canòpia, abierta al público en abril 2019, un aperitivo del aspecto que se espera que un día tenga todo este entorno, en el que, por cierto, se integrará el tranvía, que el año que viene se espera que inicie su controvertida y archidiscutida unión entre este punto y Francesc Macià. Se empezará por un primer tramo desde Glòries hasta el paseo de Sant Joan.

Luz al final del túnel de Glòries

Visita de obra al túnel de Glòries, el pasado abril, cuando el proyecto estaba un 85% ejecutado / Ferran Nadeu

Aunque el tambor construido para los Juegos del 92 fue derribado en 2014, las máquinas empezaron a perforar el túnel de Glòries en noviembre de 2015, con Ada Colau ya como alcaldesa, que tuvo escaso o nulo margen de maniobra porque se encontró el plan aprobado y encarrilado por el anterior equipo, comandado por Xavier Trias y su concejal de Urbanismo, Antoni Vives. En aquellas fechas -por cierto, con las obras de la línea 9 ya detenidas y también las de la Sagrera en barbecho- se dijo que la galería se abriría al tráfico en 2019. Si el proyecto hubiera caído en sus manos, los 'comuns' sin duda habrían dado salida al parque urbano, pero lo más probable es que no hubieran dado el 'ok' a la obra vial subterránea. No tanto por el coste (unos 192,3 millones de euros), sino por su modo de entender el urbanismo y la movilidad.

Compromiso ineludible

Pero soslayar esta transformación, amén de romper contratos ya firmados, suponía pulverizar el denominado 'compromiso por Glòries', alcanzado en 2007 en tiempos de Jordi Hereu. Aquel acuerdo, firmado con asociaciones y entidades de los cuatro barrios del entorno -Poblenou, Fort Pienc, Clot-Camp de l’Arpa y Sagrada Família-, incluía el túnel, que debía hacerse en dos fases: Castillejos-Badajoz y Badajoz-Rambla del Poblenou. Y así se ha hecho, pero con aceras y 'panot' de (supuestamente) Puig y Cadafalch, para que quede claro que esto no es más que una calle más de Barcelona y no un modo de levantar la alfombra y esconder los 78.000 vehículos que cada día pasan por aquí en ambos sentidos.

Colau, en el túnel de Glòries, la semana pasada.

Colau, en el túnel de Glòries, durante una visita de obra realizada el pasado abril / Ferran Nadeu

El túnel ha supuesto la obra urbana más compleja de los últimos tiempos, puesto que pasa por debajo de cuatro infraestructuras ferroviarias: los túneles de la línea 1 de metro, el de la R1, el de la R3 /R4 i el de la línia R2 sud de Rodalies. Al pasar por el túnel, de hecho, hay un punto en el que se distingue con claridad el cajón transversal de los trenes. Para la construcción de las dos galerías independientes se han ejecutado cerca de 60.000 metros cuadrados de muros pantalla, algunos de los cuales, en el centro de la plaza, llegan a tener una profundidad de 54 metros. Durante las obras se han bombeado 25.000 metros cúbicos de agua freática al día, el equivalente a 10 piscinas olímpicas.

Pisos y coles

Al margen del túnel, que parece encarrilado y a principios de 2022 ya será una arteria más de la capital catalana, el entorno de Glòries prosigue con su transformación. En enero se aprobó el plan que desarrolla urbanísticamente la plaza y su entorno y que incluye la construcción de 562 pisos, el 35% de los cuales protegidos, distribuidas en tres edificios con una altura máxima de once plantas, alineados con las características del Eixample. En las plantas inferiores se ubicarán comercios y servicios. También están previstos equipamientos educativos: la escuela Encants y la guardería Leonor Serrano mantendrán su ubicación actual y el CEIP Gaia se incorporará a la antigua fábrica de paraguas.