VERANO EN BARCELONA

Parchís, 'henna' y malabares: otras estampas de agosto en el Casc Antic

La plaza del Pou de la Figuera, la única 'blanda' de toda Ciutat Vella y seguramente la que cuenta con una historia más convulsa, ha sido una de las más llenas de vida este agosto

El distrito, de la mano del vecindario y las entidades, ha programado desde un 'casal' gratuito por las mañanas para hijos de familias vulnerables hasta talleres de circo por las tardes

Taller de circo en la plaza Pou de la Figuera

Taller de circo en la plaza Pou de la Figuera / Simone Boccaccio

Helena López

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Pese a que a la siempre caprichosa lluvia de agosto le da por romper poco después de las nueve de la mañana, a las diez prácticamente todos los críos inscritos están en el ‘casal’. Que el agua no les haya hecho quedarse en casa significa, como mínimo, dos cosas: que el ‘casal’ de agosto era una actividad necesaria para las familias y que los niños están muy a gusto en él. Lo segundo se hace evidente al verles jugar y relacionarse. En la gran sala del ‘casal’ de barrio Pou de la Figuera suena música relajante de fondo y los niños se mueven entre un rincón de 'psico' adaptado con las características colchonetas verde, una cocinita de madera, un rincón de juegos de mesa y otro de pintura en la pared. Este ‘casal’ gratuito para niños de familias empobrecidas del barrio gestionado por Tata Inti es una de las muchas actividades que han conformado la parrilla de este mes de agosto en la única plaza blanda de Ciutat Vella, espacio icónico del distrito y la ciudad, romantizado y estigmatizado, depende de quien la narre.

La plaza del Pou de la Figuera, también llamada Forat de la Vergonya y, más recientemente, plaza Negra -también depende de quién la nombre- es una herida abierta en Ciutat Vella que el distrito, con la imprescindible complicidad del vecindario y las entidades del enclave, se ha propuesto sanar. Y no ha esperado al nuevo curso a punto de comenzar para empezar a hacerlo. El primer reto ha sido llenarla de propuestas diversas durante el mes más desértico del año para intentar dinamizarla sin que nadie se sintiera expulsado de ella, uno de los principales objetivos del ambicioso plan.

Perder el miedo

Ese sumar vecinos, que pierdan el miedo a cruzarla e incluso quedarse, es una de las cosas de las que están más orgullosas Estela Sempere y Maria Sáez, educadoras de la Fundación Bayt que han trabajado este verano entre los árboles de la plaza, centradas en atender las necesidades -sin más ambición que hacerles notar que están allí para escucharles- a los muchos chicos sin hogar, red ni papeles que tienen la plaza como única ‘casa’.

Casal de agosto con niños

'Casal' de agosto en el 'casal' de barrio Pou de la Figuera. / Laura Guerrero

“Ver a los chavales ayudándonos a recoger las sillas al acabar, por ejemplo, ha hecho cambiar algunas miradas sobre ellos”, explican las educadoras, emocionadas con que algunas de las madres con niños pequeños que juegan en la zona de juego infantil de la plaza, pero no se atreven a cruzarla por miedo a estos chavales hayan compartido algunos momentos con ellos en los talleres que planteaban en el centro de la plaza. Como el de henna, que hace unos días propuso y llevó a la práctica una chica del barrio que se vinculó a la informal iniciativa porque pasaba por allí.

Punto de distensión

“Estar físicamente en el espacio de los chavales era importante, porque es un espacio, además, con mucha mucha presencia policial. Que estuviéramos nosotras allí, simplemente pasando un rato con ellos, ha ayudado a la distensión. Además, por un rato, jugando una partida de parchís con nosotras, se sentían que formaban parte de algo", prosiguen las educadoras, quienes insisten en que para sacar a estos chicos la la precariedad absoluta en la que viven -sin casa, sin papeles, sin trabajo, consumiendo y con la violencia muy interiorizada- son imprescindibles recursos estructurales (vivienda y oportunidades laborales).

Casal de agosto en el Pou de la Figuera.

'Casal' de agosto en el 'casal' de barrio del Pou de la Figuera. / Laura Guerrero

Mientras dentro del 'casal' -equipamiento comunitario abierto en agosto fruto de una reivindicación de sus gestores- los niños juegan con juguetes de madera en la amplia sala -muchos de estos pequeños viven en pisos diminutos o incluso en habitaciones y el 'casal' sirve a su vez de una suerte de refugio climático-, la Caixa d'Eines vuelve a tener la persiana abierta en el centro de la plaza tras unas breves vacaciones. La nueva biblioteca de herramientas es otro de los espacios que dan esperanza al futuro de la plaza, donde también realizan talleres abiertos en los que reparar una bicicleta o zurcir un calcetín.

Apuesta por el circo social

El mediador y dinamizador comunitario Aidà Almirall, miembro del 'casal', habla con ilusión y orgullo de la escuelita de circo que este verano han podido montar por primera vez también en la plaza con Encirclant, proyecto que circo social cuyo sueño -ahora un poquito más cerca tras el éxito de los talleres de estas semanas- es tener un espacio donde poder desarrollar un proyecto con más solidez durante todo el año: una escuela de circo social en el Casc Antic. El taller de circo ha servido también como un espacio en el que los niños del barrio han podido trabajar la empatía, la confianza, el equipo en un espacio en el que el rol de monitor lo han hecho dos chicos también del barrio formados especialmente para ello a los que se les ha dado, así, una oportunidad laboral.

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