ÉRASE UNA VEZ EN... EL CASC ANTIC

Nuevas (viejas) herramientas para tejer comunidad en el Forat de la Vergonya

La Caixa d'Eines i Feines es una biblioteca de herramientas en la que alquilar (por un precio simbólico) un taladro, una máquina de coser o una mochila portabebés de montaña.

Realizan talleres en la plaza del Pou de la Figuera, uno de los espacios más cargados de significado del barrio, en los que aprender a reparar de una batidora a una bicicleta.

Barcelona 04/06/2021. Taller de reparación en la Caixa d'eines i feines 'Restart party'. FOTÓGRAFO SERGI CONESA

Barcelona 04/06/2021. Taller de reparación en la Caixa d'eines i feines 'Restart party'. FOTÓGRAFO SERGI CONESA / Sergi Conesa

Helena López

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La mesa está situada justo a la entrada, frente a la puerta de cristal y lo que algún día fue el escaparate de una lampistería y, más tarde, la recepción de un centro evangelista. Tras algún tiempo con las persianas bajadas, el discreto local las ha vuelto a subir convertido en la Caixa d’Eines i Feines. El letrero, hecho de forma artesanal, todavía no está colgado en la fachada, pero los carteles anunciando las primeras actividades en sus cristales no dejan lugar a dudas. A través de sus vidrios y de su puerta abierta se ve la casita de madera de intercambio de libros de la plaza del Pou de la Figuera, L'Hortet del Forat, una palmera y niños jugando en la plaza de tierra, uno de los espacios más característicos y únicos del barrio, el distrito y la ciudad. “Si esta plaza es así es porque no la diseñó ningún urbanista, sino que la hicieron los vecinos”, recuerda Daniel Pardo, la cara visible del proyecto que acaba de echar a andar siguiendo la estela de iniciativas similares en la ciudad, como la Biblioteca de les Coses de Sant Martí.

La semilla de la Caixa d'Eines i Feines se sembró hace un lustro, cuando a un grupo de vecinos del Casc Antic se les metió en la cabeza la idea abrir una biblioteca de las cosas en el barrio, similar a las que funcionan en otras ciudades del mundo. Llegaron a registrar la asociación para crearla, pero, tras mirar un para de locales y comprobar sus prohibitivos precios, guardaron el proyecto en el cajón. Y, fue precisamente la noticia, a finales del 2019, de que en La Verneda se habían atrevido, lo que les hizo retomar la idea y darle forma. Coincidió, además, con la convocatoria de ayudas Impulsem el que fas, de Barcelona Activa, donde su proyecto encajaba a la perfección en el apartado "aixequem persianes". “De hecho, fuimos unos pioneros del Pla d’acció del Pou de la Figuera”, añade Pardo, muy contento con las estanterías de madera que le llegaron ayer mismo.

En ellas, dominan las herramientas de bricolaje -el catálogo de llaves inglesas haría las delicias de cualquier manitas- y de movilidad –sillas de ruedas, muletas y bastones-, pero no solo. Hay también cosas como un colchón inflable con una mancha, una cuna de viaje o una plancha.

Acabar con el hiperconsumismo

Está calculado que la vida útil de un taladro es de 13 minutos. ¿Es eso sostenible? La respuesta, obviamente, es no y romper con ese hiperconsumismo, además de librar una interesante batalla a la obsolescencia programada, son los objetivos de la entidad, que busca cuidar el planeta mientras teje una red comunitaria, todo ello en la plaza del Pou de la Figuera o el Forat de la Vergonya, como la bautizaron sus vecinos en una intensa lucha vecinal en los primeros 2000.

Decir en la plaza no es una exageración. Evidentemente, los elementos a alquilar –a un precio casi simbólico- están en el interior del local, pero las actividades que este mismo organiza todas las semanas se hacen fuera. En la propia plaza. Como el taller de auto reparación de pequeños electrodomésticos celebrado este viernes, el primero de muchos. Para este mes de junio tienen también programados un taller de costura a cargo de las compañeras de La Negreta, en el vecino Gòtic y habrá también un taller de Linux, en el colaboración –la gracia aquí es hacer red- con Maker Covent.

El punto de partida de este tipo de iniciativas es que todos tenemos en casa muchas cosas que no usamos prácticamente nunca, y hay gente que necesita cosas que no tiene y que es totalmente insostenible desde todos los puntos de vista comprar para un solo uso. Empezaron haciendo un llamamiento a donaciones desinteresadas para empezar a crear el fondo. "Pero somos muy flexibles. Procuramos dialogar con la realidad”, señala el impulsor. Es decir, a la tercera vez que entra alguien por la puerta pidiendo algo que no tienen, empiezan a mirar precios "o a pensar quién lo puede tener", matiza.

La importancia de la comunidad

Hace muy pocos días que abrieron la persiana, pero es evidente que el proyecto no nace de la nada y que la base comunitaria forma parte de su ADN. Son las once de la mañana de un miércoles y asoma por la puerta abierta una trabajadora de la Fundació Roure, cuya sede está a pocos metros. Se ha enterado de que abrían y le interesa mucho. A ellos les llegan cosas a la tienda que no tienen demasiada salida, explica, y quizá las podrían traer, y seguro que la persona que tienen de mantenimiento podría encontrar aquí las herramientas que necesita, añade la mujer, quien queda con Pardo en que volverá.

No es la primera profesional vecina que se asoma a ofrecerse a colaborar. El dramaturgo Roger Bernat, quien tiene su local allí delante, también se acercó y ofrecerles material de sonido que él prácticamente no usa.

Y la Caixa d'Eines i Feines no es una iniciativa aislada. Fruto de esa mirada ecologista, de alargamiento de vida y reaprovechamiento, han nacido en los últimos tiempos otros proyectos en la ciudad. Además del citado de Sant Martí, se está creando otro en el Ateneu de Fabricació de Ciutat Meridiana, además del 'trastero comunitario' del Clot o el Banco de Recursos Mancomunados del Raval.

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