Actividad afectada
Los gimnasios de Barcelona tratan de reconquistar a los miles de usuarios perdidos
Los centros deportivos llevan más de un año reinventándose con más actividades dirigidas al aire libre o para hacer en casa por la vía digital
Las instalaciones municipales han perdido el 40% de sus socios, pero confían en crecer en los próximos meses por la mayor concienciación sobre la salud
Patricia Castán
Periodista
Periodista en El Periódico de Catalunya desde 1996. Ha ejercido de redactora y jefa de sección en Gran Barcelona. Especializada en los ámbitos de economía local, comercio, turismo, vivienda, ocio, gastronomía y tendencias urbanas.
Patricia Castán
Con reserva de clase horas o días antes desde el móvil, con lector de temperatura corporal que bloquea el paso del torno de entrada en caso de detectar fiebre, con gel y espuma hidroalcohólica por los cuatro costados, con bicicletas sin sillín para dejar claro que no es posible tener a nadie al lado a la hora de hacer 'spinning', con cruces en el suelo que blindan las distancias entre esterillas de yoga, con litros de alcohol y papel tisú para limpiar cada pesa o máquina que uno toca... Así es la nueva realidad de un gimnasio barcelonés en 2021, tras un proceso continuo de adaptación para sobrevivir a los tiempos de pandemia. Pero hay un elemento que aún ilustra con más contundencia la transformación de los centros deportivos: la mascarilla que debe permanecer pegada al rostro incluso en los momentos de intenso ejercicio aeróbico. Esta imposición es una de las principales causas, junto con el miedo, de que muchos equipamientos hayan perdido incluso la mitad de sus socios en la capital catalana.
Con la salud en el punto de mira desde el inicio de la crisis del covid-19, la población nunca ha tenido tan clara importancia de cuidarse y mantenerse sano. Así que los responsables de los centros deportivos y gimnasios creen que tras un año negro que en muchos casos ha reducido a la mitad sus usuarios habituales, es cuestión de tiempo que el sector remonte y gane aún más clientes concienciados sobre la salud que antes de la pandemia. A esa idea se aferran los equipamientos de Barcelona, reinventados durante más de un año para ofrecer un entorno seguro y nuevos servicios con los que fidelizar a sus socios, empezando por los canales digitales para retransmitir actividades que se podían seguir desde casa durante el confinamiento y que continúan vigentes. Y sacando partido como nunca a las actividades programadas al aire libre, desde correr hasta boxear o realizar circuitos de entrenamiento.
Fitness real y virtual
Bienvenidos, pues, a los gimnasios del futuro, porque nadie duda ya de que el modelo ‘omnicanal’ ha venido para quedarse, permitiendo a muchos mantenerse en forma alternando sus visitas al club de pertenencia (sea en interior o en ‘outdoor’) con las conexiones virtuales. Pep Viladot, coordinador de los gestores de los centros municipales en Barcelona y presidente de Gestiona, la Associació Catalana de Gestors d’Instal·laciones Esportives Públiques, explica que pese a la lenta recuperación del sector, a estas alturas las cifras aún son demoledoras: un 40% menos de socios y de ingresos en los 44 equipamientos deportivos municipales de Barcelona, que por cierto cuenta con una red pública sin parangón. Antes de la pandemia sumaban casi 200.000 inscritos, muchos de los cuales posponen su regreso hasta que no haya que llevar mascarilla permanentemente en sus instalaciones, o hasta que la vacunación sea mayor y ofrezca más garantías.
El experto detalla que el sector en pleno, desde el ámbito público y privado, se alineó hace ya un año en una gran plataforma para combatir al unísono lo que consideraban decisiones arbitrarias desde la Administración, como el cierre de julio de 2020, que no vieron justificado, con solo un 0,5% de contagios en los centros deportivos en Catalunya. “Todas las empresas han tenido un nivel de responsabilidad impecable, pero además de ofrecer entornos totalmente seguros sanitariamente, han posibilitado un control perfecto de la trazabilidad gracias a las reservas de actividades y los controles de entrada”, cuenta.
Mucho ha llovido desde 1989, cuando se abrió la primera instalación de la red pública en Gràcia, hasta crecer por todos los distritos en un modelo mixto con que concesiona la gestión a empresas especializadas, como Eurofitness, Cet 10, Claror u otras. Esta fórmula que les ha permitido mantenerse al día en tendencias de fitness, ha servido en estos meses para poder implantar con agilidad y recursos las clases virtuales para seguir desde casa. “Pero en estos momentos todavía hay gente que no se atreve a volver a los centros por miedo a un contagio o por la mascarilla”, asume. Estima que el sector tocó fondo el pasado febrero-marzo por las sucesivas olas y restricciones (ahora del 70% de aforo), pero que poco a poco recuperará la confianza de los usuarios, cada vez “más concienciados con la salud y los beneficios del deporte”.
Con esa tesis coincide Sergio Pellón, director general de los gimnasios Metropolitan. Afirma que la mayoría de sus socios han recibido la pauta de vacunación completa y que afrontan los próximos meses con "optimismo" porque sus usuarios se han sentido "seguros", y se ha constatado que "estar en buen estado físico es la base para una buena salud". "La pandemia ha incrementado la preocupación por el bienestar" y se muestra convencido de que ello ayudará a conseguir sus "objetivos" y recuperar la normalidad progresivamente en los próximos meses, aunque continúen las medidas sanitarias.
El hándicap de la mascarilla
Mientras tanto, toca sudar con media cara cubierta. “Está claro que es un coñazo, hay momentos que parece que te falta el aire y te la arrancarías, pero hay que pensar que es por la salud de todos e intentar concentrarse en lo que uno está haciendo”, sostiene Raúl L., asiduo cliente de la cadena DiR, adonde no ha dejado de acudir cada vez que se permitía. “Venir es más incómodo, pero también sé que cuanto más en forma estás mejor puedes combatir una enfermedad o mejorar el sistema inmunológico”, atestigua desde la experiencia de haber pasado la enfermedad en primavera. Maite M., en cambio, es de las que se dieron de baja enseguida porque quiso minimizar cualquier posibilidad de contagio en todos los ámbitos, confiesa, a sus 74 años. Viendo entrenar a los socios más veteranos de esta cadena en Maragall, se hace patente que más allá del culto al cuerpo, el entrenamiento es totalmente terapéutico para muchos usuarios --con cientos de jubilados incluidos-- que acuden al recinto más antiguo del club, abierto en 1979, rememora Ramon Canela, su fundador y CEO. “Hay gente que lleva toda la vida viniendo y que lo necesita por salud”, explica.
La pesadilla que comenzó en marzo de 2020 les mantuvo cerrados en varias fases un total de 160 días, con 1.300 empleados afectados, de los que algo menos de un centenar siguen en ERTE. En esa espiral de cambiantes restricciones aprendieron a toda velocidad a adaptarse al Procicat. “Se aplicaron muchas normas sin ton ni son, sin saber si había contagios”, lamenta, recordando las “pocas ayudas” que han recibido.
Canela añade otros ingredientes a la pérdida temporal de clientes, como el hecho de que algunos de sus centros están zonas de oficinas que ahora se han quedado casi desiertas por el teletrabajo, así como la menor presencia de extranjeros residiendo temporalmente en la ciudad. Por no hablar de la pérdida de capacidad económica de parte de la población. La nueva dinámica de sus 22 clubes (sin contar la red de franquicias B-Dir) pasa por haber potenciado la actividad en el exterior, como clases de boxeo olímpico, 'hatha' yoga o sevillanas que programan en espacios variados, como los Jardines de Can Brasó, los de Can Millaretes, los del Baix Guinardó o el Turó Parc, entre otros. Pero también por dar alas a su canal digital Diracasa como plataforma de entrenamiento desde el hogar. En este apartado, insisten en garantizar la cualificación de sus técnicos, frente al alud de propuestas de entrenamientos que se convocan desde redes sociales, que pueden ser no profesionales.
Los insólitos tiempos que corren, con restricción de aforo y menos asociados, también les ha llevado a replantear temporalmente las actividades dirigidas, que en horarios valle se hacen presencialmente en los centros principales con los mejores profesores, mientras que ahora se emiten en ‘streaming’ en salas del resto de sedes con menos afluencia. El objetivo es mantener la oferta el máximo de horas.
En este caso, la veterana marca apuesta por recuperar “la confianza del ciudadano” con incentivos directos al bolsillo del usuario: regalan un año gratis añadido a quien se inscriba para todo un año y mantienen las tarifas decrecientes para mayores de 55 años. Los tres representantes del sector tienen la vista puesta en el despegue de septiembre –momento siempre punta de inscripciones--, si la pandemia no da nuevos sustos.
Reivindicaciones para reactivar un sector tocado
Tanto Viladot como Canela se hacen portavoces del clamor de todo el sector al reivindicar un plan de recuperación de la mano de la Administración, y sobre todo que los centros deportivos sean reconocidos como “actividad esencial” por su papel preventivo en la salud pública y el ahorro que acaban suponiendo para el sistema sanitario. En concreto piden un IVA reducido (10%) o incluso superreducido (4%), frente al 21% que se les impone desde hace casi una década y que ha hecho tambalearse a muchas empresas, además de que una parte del gasto en centros deportivos se desgrave en la declaración de Hacienda. Viladot defiende que la Generalitat destine al menos un 1% al deporte, y que se cree una ‘conselleria’ específica.
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