Las nuevas fórmulas de comercio

El supermercado más insólito de Brooklyn llega a Barcelona

Food Coop BCN sigue la estela de otras ciudades y explora la apertura del primer 'super' cooperativo en el Eixample Esquerra

La Park Slope Food Coop es un supermercado gestionado por los socios y de su propiedad  fundado en 1973 por un grupo de vecinos que buscaban poner comida saludable a precios asequibles a disposicion de todo el barrio  Le Coop abastece a Brooklyn  y mas alla  de productos y alimentos de calidad al mismo tiempo que funciona como un centro comunitario y un lugar de encuetro para sus socios-duenos

La Park Slope Food Coop es un supermercado gestionado por los socios y de su propiedad fundado en 1973 por un grupo de vecinos que buscaban poner comida saludable a precios asequibles a disposicion de todo el barrio Le Coop abastece a Brooklyn y mas alla de productos y alimentos de calidad al mismo tiempo que funciona como un centro comunitario y un lugar de encuetro para sus socios-duenos

Carles Cols

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Más tarde que Madrid, París, Berlín e incluso que Mataró y Manresa, pero Barcelona puede que se sume a partir del último trimestre de 2021 a la lista de ciudades con un supermercado cooperativo o, lo que es lo mismo, una tienda donde quienes los únicos que pueden llenar el carro y pagar en caja son los propios dueños del establecimiento. Puede que tras Woody Allen esto sea la mayor originalidad que Brooklyn ha exportado al resto del mundo. Fue en febrero de 1973 cuando en el 782 de Union Street nació Park Slope Food Coop, otra manera de entender el mundo. Bueno, como mínimo, el comercio. Ha llovido mucho desde entonces. Aquel febrero, por ponerle música al momento, Elton John lanzaba Crocodile Rock. Medio siglo después, casi con idéntico nombre, Food Coop BCN, aquella feliz idea llega a Barcelona, lo que, desde algunos puntos de vista, puede incluso considerarse todo un examen para evaluar en qué se ha convertido esta ciudad.

La fórmula es idéntica a la neoyorquina. Este es un supermercado solo para socios. Realizan una aportación inicial y única de 90 euros y, después, el pago ya no será en dinero sino en horas de trabajo, tres al mes, de lo más adecuado según cada perfil, carga y descarga, caja, atención telefónica, reponer estantes... . El retorno de este esfuerzo son precios muy por debajo del resto de fórmulas de venta al público, prioritariamente de productos de proximidad, pero no exclusivamente, un objetivo que se logra porque la plantilla fija es más reducida, pero, tambuén, porque esta no es una empresa con el propósito de repartir beneficios. Con esta fórmula, Park Slope Food Coop ha llegado a reunir bajo el paraguas de la cooperativa hasta 17.000 socios. Tanto éxito ha cosechado esta solución al otro lado del Atlántico, que los promotores de la iniciativa en Barcelona han descartado incluso ponerle otro nombre. En Madrid se llama La Osa (nació el pasado diciembre con 1.000 socios y va creciendo) y en París, La Louve. Podían haber elegido otro nombre de animal, pero, ¿para qué?

La Osa, el supermercado cooperativo de Madrid, que abrió sus puertas el pasado diciembre.

La Osa, el supermercado cooperativo de Madrid, que abrió sus puertas el pasado diciembre. / David Castro

A la vista de que en Barcelona Food Coop BCN tiene ya un local, un antiguo taller de planchistería en el número 9 del pasaje de Aragó, o sea, en el corazón del Eixample Esquerra, era casi una obligación conocer antes los 48 años de historia del supermercado original, el de Brooklyn. El reportaje anexo cuenta sus luces y sombras, porque medio siglo da para un culebrón, claro, pero es interesante recortar de ahí la opinión que una clienta de Park Slope Food Coop, catalana medio afincada en Nueva York, pone sobre la mesa. Dice que le extraña que Barcelona vaya a sumarse a esta fórmula porque, según opina, la rica red de comercio de barrio de esta ciudad ya tiene fidelizados a sus clientes. ¿Es así?

Esa es la pregunta. ¿Vive Barcelona creyéndose aún una gran actriz como Gloria Swanson en ‘El crepúsculo de los dioses?

Muy brevemente. Los barceloneses no supieron qué era un supermercado hasta 1959, y de qué manera, por cierto. Fue en una Feria de Muestras. Una delegación comercial de Estados Unidos montó uno para asombro de los visitantes, incrédulos ante la gran oferta de productos y ante el hecho que ellos mismo llenaran un carro con ruedas y pagaran al final en caja. Desde entonces, el colmado de barrio tardó en darse cuenta, pero con los años, como si de un animal autóctono se tratara, entró en la lista de especies amenazadas.

Que en los 90 se abrieran en la plena ciudad grandes hipermercados en gigantescos centros comerciales fue una decisión no exenta de polémica pero, llegado el momento, sin marcha atrás. Después llegó otro depredador, las cadenas, por ejemplo las de marcas blancas, un imán para consumidores en busca de precios bajos, aunque sea a costa de desertizar los bajos comerciales cercanos, incapaces de competir en esa liga. La irrupción del fenómeno 'paquis', con sus horarios estajanovistas y su oferta de supervivencia, ha sido, en términos toreros, la puntilla del antiguo y entrañable colmado y el advenimiento de una nueva Barcelona, renacida como un gran 'Paquis Temático'.

Es cierto, como dice esa clienta antes citada, que Barcelona conserva una red de mercados municipales que ya quisiera Brooklyn, pero sus horarios son a menudo incompatibles con la jornada laboral convencional.

Es por todo eso que los promotores de Food Coop BCN creen que tienen posibilidades de echar raíces en Barcelona. Necesitan 500 socios para arrancar y ya han superado los 200 cuando apenas han tenido tiempo de presentarse en sociedad. ¿Cómo lo han logrado? Pues tiene su gracia. Igual que el resto de ciudades. De vez en cuando, alguien repara en el documental que hace cuatro años rodó Thomas Boothe sobre el inesperado éxito del supermercado de Brooklyn. Es como un faro. Allí donde se proyecta, ilumina a varios espectadores que terminan por hacerse todos la misma pregunta. ¿Por qué no?

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