SUCESO EN EL EIXAMPLE

Las entidades piden más formación a la policía sobre cómo tratar a los 'sintecho'

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Helena López

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El hombre herido de bala la tarda del sábado por la Guardia Urbana se llama Marjan, tiene 43 años y es de origen húngaro. Duerme en la calle, en la zona del paseo de Sant Joan, a la altura del Fort Pienc, y los vecinos habituados a verle por la zona le describen como un "hombre tranquilo", "entretenido siempre con sus vasos". Los equipos de calle de la Fundació Arrels llevan en contacto con él desde el pasado junio, y en todos los encuentros que habían mantenido con él se había mostrado como le definen los vecinos. "Es un hombre silencioso y solitario, siempre muy amable. Agradecía compartir un rato con nosotros y tomar un café, y acumulaba los vasos de cada ocasión", reivindicaba en sus redes sociales a las pocas horas del suceso un educador de la fundación, quien añadía que "cuesta imaginarle agresivo"

El director de Arrels, Ferran Busquets, se muestra prudente a la hora de valorar la actuación policial, pero asegura que, con la información de la que dispone, le sorprende muchísimo que el hombre se mostrara tan agresivo, aunque defiende que las personas que viven en la calle pasan mucho miedo, y ese miedo a veces provoca reacciones de enfado. Según un informe reciente de la fundación, el 40% de las personas sin hogar han sido víctimas de agresiones en la calle, situación que "afecta a la salud física y emocional", contextualiza Busquets, quien recuerda también, para entender en qué se basa ese miedo, que durante el confinamiento tres personas sin techo fueron asesinadas en Barcelona.

El origen de las "molestias"

Sobre el cuchillo que llevaba Marjan, uno de los elementos de los que más se lleva hablando desde anoche, Busquets hace un símil esclarecedor. "Todo el mundo tiene chuchillos en casa. Tener un cuchillo en la calle no quiere decir que lo tengas para hacerle daño a alguien. Yo no llevo un cuchillo por la calle porque tengo una casa dónde guardarlos; los cuchillos muchas veces generan una criminalización de la gente que vive en la calle totalmente injustificada", expone.

Busquets asegura que están pendientes de las diligencias de los Mossos d'Esquadra para decidir qué pasos dar. Marjan sigue ingresado en el Hospital de Sant Pau en estado grave, tras ser operado de urgencia la noche del sábado.

Mientras, el director de Arrels plantea otro asunto. "Nos preocupa, también, cuál fue el motivo de la primera llamada. En qué consistían las molestias a las que se refería el concejal de Seguridad, Albert Batlle. En ocasiones, a la gente le molesta la mera presencia de una persona sin techo en un banco. ¿Cuáles fueron las molestias que desencadenaron la presencia policial allí?", reflexiona. Batlle aseguró el sábado que no le constaba que el hombre hubiera amenazado a nadie con el cuchillo antes de la llegada de la policía. "Hace falta cambiar la mirada hacia las personas que viven en la calle", concluye Busquets. 

Un estudio del Observatorio Hatento revela que el 10% de las agresiones a personas sin hogar las cometen miembros de cuerpos policiales

Roger Fe, jefe del área social del centro de acogida de Assís, coincide con Busquets en la necesidad de cambiar esa mirada tanto de la sociedad en general, como de los cuerpos de seguridad. Y pone más numerosos sobre la mesa para dibujar el contexto. Un estudio del Observatorio Hatento, observatorio español de delitos de odio contra las personas sin hogar, revelaba que una de cada dos personas sin hogar han sufrido un delito de odio (un 47%).

El mismo estudio, publicado en el 2015 y elaborado a partir de 261 entrevistas, desgrana que los agresores más habituales son las personas jóvenes saliendo de fiesta (en un 30% de las ocasiones), pero <strong>en un 10% se trata de miembros de los cuerpos policiales.</strong> "Si a esta situación de violencia estructural le sumas la pandemia y el estado de nervios general, podemos llegar a situaciones como la ocurrida este sábado", lamenta Fe, quien tiene claro que la clave para evitarlas es la prevención.

"Hay que saber leerles"

"La Guardia Urbana recibe una formación del Ayuntamiento de Barcelona sobre la realidad de las personas sin hogar y cómo tratarlas, y está muy bien, pero a esa formación no va todo el mundo, no es obligatoria. Van solo los agentes que deciden ir. Una de las claves para que no vuelven a suceder episodios como el del sábado sería que esa formación social fuera obligatoria para todo el cuerpo. Existen mil maneras de reducir a alguien. En los centros lo sabemos bien. Nos encontramos con ese tipo de situaciones a menudo, pero hay que saber leer a estas personas y saber tratarlas, entender de dónde vienen, empatizar con ellas", asegura Fe, quien también insiste en descriminalizar la mera presencia de un cuchillo. "No solo es que lo necesiten para hacerse un bocadillo cuando compran pan y mortadela, es que además son personas que viven con miedo. En muchas ocasiones lo tienen cerca para sentirse un poco más seguras", concluye el responsable de Assís; como Arrels, entidades de referencia en la ayuda a personas sin hogar en la capital catalana.

IRIDIA señala "indicios de desproporcionalidad"

Desde IRIDIA Centre per a la Defensa dels drets Humans señalan que la utilización de armas de fuego "siempre debe ser el último recurso" y apuntan que en la actuación del sábado "hay indicios de desproporcionalidad". "Exigimos una investigación judicial rigurosa. Asimismo, es necesario que se tomen medidas cautelares a nivel de Guardia Urbana que eviten que el agente investigado realice tareas de seguridad ciudadana hasta que se esclarezcan los hechos", exponen desde IRIDA, que piden también piden una explicación de la preparación que reciben los agentes y de los protocolos de reducción.

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